19/06/2015 - 06:12hs
La declinación de Florencio Randazzo puso al oficialismo en estado en ebullición en la Provincia. La interna para definir al sucesor de Scioli tendrá tres precandidatos: Aníbal Fernández, Espinoza y Julián Domínguez
Tras el escándalo que significó la abrupta renuncia de Florencio Randazzo a la precandidatura presidencial y el rechazó de aceptar como premio consuelo una postulación en la Provincia, puso al oficialismo en estado de ebullición. Y se configuró así un nuevo escenario político donde la disputa oficialista por la sucesión de Daniel Scioli tendrá tres protagonistas: el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández y el intendente de La Matanza (el distrito más poblado del país), Fernando Espinoza.
El encargado de hacer el anuncio, en una conferencia de prensa cargada de chicanas y soberbia, fue el propio Aníbal Fernández, quien a horas de la mañana había anunciado que Randazzo había declinado la posibilidad de ser candidato a gobernador. El funcionario K reconoció que, en caso de aceptar la propuesta de Cristina Kirchner, no habría tenido rival interno en el Frente para la Victoria.
En ese marco, a modo de chicana a Randazzo, el jefe de gabinete afirmó: “La presidenta no cerró la puerta. Hasta el sábado (por mañana), que vencen los plazos, si hubiera otro compañero que tenga interés en participar en la PASO para candidato a gobernador lo podrá hacer presentando una lista. De igual manera con la precandidatura a presidente", agregó. Estas declaraciones fueron interpretadas por varios sectores del peronismo, como una forma de remover el puñal que la propia CFK decidió clavarle en la espalda al ministro del Interior cuando hizo que se entere por televisión que el compañero de fórmula de Scioli es su mano derecha: el secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini, que era el principal impulsor de la precandidatura de Randazzo.
El jefe de gabinete, además, confirmó que el camporista Eduardo “Wado” de Pedro, actual secretario general de la Presidencia, que sonó con fuerza como posible candidato a vicegobernador de Florencio Randazzo, no integrará ninguna de las fórmulas que ahora competirán en las PASO.
En tanto, al abrir el juego a tres precandidaturas a gobernador, se avecina una pelea encarnizada. Aníbal Fernández, uno de los precandidatos, tiene antecedentes más que polémicos, al haber sido durante años uno de los responsables de las maniobras más truculentas del oficialismo. Peor aún, al escándalo que significa tener que haberse escondido en el baúl de un auto para no caer preso en los años ´90, cuando era intendente de Quilmes, en los últimos años se le sumaron las sospechas de supuestas vinculaciones con el narcotráfico. En ese sentido, la diputada Elisa Carrió viene denunciado vínculos del actual jefe de Gabinete con Martin Lanatta, uno de los principales acusados por el triple crimen de General Rodríguez que habría estado relacionado con la llamada “mafia de la efedrina”. Cabe remarcar que el propio Lanatta admitió ante la Justicia ser amigo de Alejandro Giancristóforo, ex mano derecha de Andrés Meiszner, ex titular del Registro Nacional de Armas (RENAR) y vicepresidente en ejercicio de la presidencia del club Quilmes. Esta institución deportiva es comandada por Aníbal Fernández que, en lo formal, tuvo que pedir licencia cuando asumió como jefe de gabinete ya que su repartición tiene a su cargo el programa Futbol para Todos, lo que constituye una incompatibilidad manifiesta.
Por su parte, Julián Domínguez, otro de los precandidatos, es representante del ala moderada del kirchnerismo. Ex ministro de Carlos Ruckauf en la Provincia, vinculado con sectores de la Iglesia católica, viene encarando una campaña light, apoyándose en intendentes del interior bonaerense que, en su conjunto, representan un caudal de votos que no equiparan el peso que tiene el Conurbano.
En La Matanza, en el corazón del Conurbano, es donde tiene su poderío electoral Fernando Espinoza, que ha sumado el apoyo de otros jefes comunales del Gran Buenos Aires a su candidatura. Tal es el caso de Martín Insaurralde (Lomas de Zamora) y de Darío Díaz Pérez (Lanús), pero aún no ha logrado tener un nivel de conocimiento en el electorado que considerable fuera de la Tercera Sección Electoral de la Provincia. En conclusión, nada parece estar definido en la interna K, que se ha convertido en un verdadero hervidero político, impulsado por la propia presidenta Cristina Kirchner que viene mostrando una llamativa falta de código con sus propios colaboradores.
La bipolaridad política de la Presidenta la está llevando a un peligroso juego pendular que consiste en avalar la candidatura presidencial de Scioli y, al mismo tiempo, intentar condicionar al máximo su futura gestión, intentado ubicar a dedo a funcionarios obsecuentes de su gobierno en distintas candidaturas. El resultado es una enorme incertidumbre que ya está teniendo coletazos económicos, ante las señales de que no se buscará cambiar los factores que han llevado a una situación de recesión, inflación y progresiva pérdida de empleo en la Argentina.
Insólito: Carta Abierta ahora apoya a Scioli
La agrupación de pseudointelectuales kirchneristas conocida como Carta Abierta no necesitó una reflexión demasiada profunda y ya se subió a la candidatura presidencial de Daniel Scioli, a quien durante años denostaron por no ser un “kirchnerista puro” y a quien incluso ponían en el mismo lugar que, por ejemplo, Mauricio Macri.
“No se puede analizar la candidatura de Scioli, sin pensar la de Zannini. Esta candidatura ha cambiado el escenario político argentino; se ha optado por la continuidad del centro del proyecto político-económico de estos últimos años”, señaló Ricardo Forster, líder del grupo de “pensantes” K.
“Esta nueva etapa no es un giro conservador como para algunos representaba la figura de Scioli", explicó Forster, que se mostró públicamente con Karina Rabolini. Recordemos que, días atrás, Eduardo Jozami –uno de los integrantes de Carta Abierta- había pedido que el candidato a vicepresidente sea Máximo Kirchner y hasta aventuró que el mejor escenario posible seria que, después del 10 de diciembre, Scioli presentara la renuncia para que el hijo de la presidenta quede en la Casa Rosada. Eso, y proponer un golpe de Estado, es prácticamente lo mismo.