Desvío de millones de pesos que debían ser destinados a pacientes con cáncer y a otros que necesitaban prótesis. Clínicas, farmacias y médicos integrando una matriz delictiva a través de prestaciones truchas que, en nombre de la salud, perjudicaron a miles de afiliados.
08/03/2018 - 06:00hs
Desvío de millones de pesos que debían ser destinados a pacientes con cáncer y a otros que necesitaban prótesis. Clínicas, farmacias y médicos integrando una matriz delictiva a través de prestaciones truchas que, en nombre de la salud, perjudicaron a miles de afiliados.
Fraudes en los que participaron empresarios, representantes gremiales y, por supuesto, funcionarios: cómplices que por acción u omisión estafaron al Instituto de Obra Médico Asistencial (IOMA) por alrededor de 1.000 millones de pesos.
Este medio ha denunciado incansablemente el robo en todas las áreas, muchas veces chocando contra el silencio de los que oían pero preferían callar, de los que veían pero dirigían la mirada hacia otro lado.
La Gobernadora María Eugenia Vidal asumió con el compromiso de luchar contra la corrupción en una Provincia que, dijo, encontró “quebrada” y todavía parece padecer los mismos males.
A fines del mes pasado, una docente murió a la espera de un medicamento oncológico que nunca le llegó. A principios de este mes, los médicos debieron cortar la atención a los afiliados del IOMA, los farmacéuticos amenazaron con una medida similar y ahora los psicólogos resolvieron no autorizar más sesiones. En todos los casos, se denunciaron pagos atrasados a los profesionales.
¿A dónde va el dinero que debería redundar en más y mejores médicos, en la construcción y reparación de hospitales, en salvar vidas?
Resulta que aquí no hablamos solo de millones de pesos, sino de los que sufren por esa corrupción, personas a las que un mal servicio les puede costar la vida, pacientes que no pueden atenderse en forma privada y para los que el IOMA significa todo. A ellos tiene que mirar la Gobernadora. En sus manos está salvarlos o condenarlos a muerte.