23/07/2016 - 06:12hs
Las hermanas María y Marcela declararon durante más de cuatro horas ante el juez Daniel Rafecas. Ambas aseguraron que su superiora, Alba, les ordenó que estuvieran “atentas al portón” para recibir al exfuncionario K. Además, confirmaron que Inés le abrió y lo ayudó a entrar los bolsos con US$ 9 millones
Por José López las monjas arriesgaron la “clausura”, la modalidad eclesiástica por la que casi no tienen contacto con el exterior. Por José López ayer tuvieron que abandonar el convento de General Rodríguez en el que viven, para declarar en los tribunales de Comodoro Py ante el juez Daniel Rafecas, quien para resguardar sus hábitos blindó el tercer piso del juzgado. A José López, con sus bolsos repletos de US$ 9 millones, le abrieron de par en par las puertas del monasterio en la fría madrugada del 14 de junio.
Lo estaban esperando. Eso se desprende del testimonio de una de las hermanas orantes, que ayer le reveló al magistrado que aquella noche la madre Alba, superiora de la institución religiosa, le pidió que estuviera “atenta al portón” porque iba a ir “José”.
La hermana María Antonia Casas, de 76 años, monja de clausura desde hace 20, era la encargada de atender el timbre desde que la madre Alba se enfermó; en tanto, la hermana Marcela Estefanía Albin, de 38, también era monja de clausura y asistía en las diligencias dentro de la estructura del convento. Ambas declararon ayer como testigos durante unas cuatro horas.
Según contó Marcela, a las 20 del 13 de junio, la hermana Alba les comunicó que iba a pasar “el señor José”, en alusión al exsecretario de Obras Públicas del kirchnerismo. Según la religiosa, lo había visto “dos o tres veces” junto a su esposa, Ana María Díaz, porque “visitaban tanto al (fallecido) Monseñor (Rubén Di Monte) como a la madre Alba”.
“Esa noche la madre superiora solo me dijo que llamó José y que iba a venir. Se hacía tarde y después, a eso de la medianoche, la madre Alba nos dijo que no lo esperemos más, que nos fuésemos a descansar. A eso de las 4 de la mañana, sonó el teléfono”.
A su vez, Marcela también deslindó responsabilidades en la monja Inés, que aparecía en los videos ayudando a López a entrar los bolsos y que está acusada de encubrimiento: “La madre Inés abrió la puerta, José estaba ahí con unos bolsos; le dijo esto traigo para el monasterio’”, y sentenció que “Inés lo ayudó a meterlos adentro de la casa”.
Según el testimonio, el exsegundo de Julio De Vido y su esposa visitaban asiduamente el convento, con donaciones. Esa noche, aseguró la monja, pensaron que el exfuncionario K llevaba comestibles y por eso le dejaron entrar los bolsos.
Por su parte, María afirmó que “nunca supo quién era o a qué se dedicaba José”, hasta la noche en que lo esperó por orden de su superiora. “Era la medianoche y, como no llegaba, me fui a acostar a mi celda, cerré la puerta y me fui a dormir. Después me llamó la hermana Marcela y me avisó que estaba la Policía afuera del monasterio. Me asusté, pero me levanté y atendí el portero eléctrico, entonces ahí el policía me explicó que el vecino de enfrente (Jesús Ojeda, quien llamó al 911) había visto a un hombre que había saltado el portón con bolsos para adentro”, contó y añadió que la hermana Alba le ordenó “abrir el portón”.
Cabe recordar que días atrás, el juez Rafecas recorrió el convento y halló pruebas de una relación de, al menos, diez años entre el monasterio y el Ministerio de Planificación Federal, que giraba sucesivamente partidas de dinero para obras.
A su vez, el testigo Ojeda dijo que en tiempos del kirchnerismo veía “movimiento de autos importantes” en torno al edificio religioso.
Careo por contradicciones
Las hermanas María y Marcela fueron careadas por el juez Daniel Rafecas (foto) porque habrían incurrido en una contradicción sobre el arma de guerra que portaba López en la madrugada del 14 de junio.
Marcela había dicho que vio el arma cuando se la mostró la policía, pero María dijo que fue la religiosa la que le enseñó el rifle, y que cuando eso ocurrió no estaban los oficiales.
En el careo, Marcela se mantuvo en sus dichos y María también, pero aclaró que pudo no haber visto a la policía cuando le exhibieron el arma.
“Lopecito” podría “prender el ventilador”
Mientras pasa sus días en el Hospital Penitenciario Central de la cárcel de Ezeiza, el estado de salud de José López parece estar lejos de la crisis nerviosa que, en una aparente estrategia de defensa, manifestó en los momentos posteriores a su detención infraganti, mientras intentaba esconder el dinero de la corrupción en el convento.
Ahora, el exsecretario de Obras Públicas podría hablar por primera vez ante el juez Daniel Rafecas, quien lo citó para el 5 de agosto. Incluso, estaría en condiciones de afrontar el posterior juicio en su contra, según anticipó su abogado, Fernando García.
“El 5 de agosto López va a decir algo en su declaración”, afirmó el letrado, y agregó que “el Cuerpo Médico Forense dice que López está en condiciones de afrontar el proceso oral”.
García evitó adelantar qué le dirá López al magistrado que lo procesó por enriquecimiento ilícito, pero aclaró: “No me dijo de dónde venía el dinero de los bolsos.”
La estrategia judicial de López podría basarse en la idea que tiene el exfuncionario K de que estaba siendo espiado. “Está convencido de que un sector de los servicios lo siguió de manera ilegal”, concluyó García.