14/10/2014 - 06:12hs
Muchas de las medidas que impulsa la AFIP fueron copiadas de la dictadura chilena de Augusto Pinochet. El kirchnerismo implementa uno de los modelos tributarios más retrógrados del mundo
Parece ser algo establecido en el país. Las pymes, los pequeños y medianos productores, y los que menos ganan, son los que más impuestos deben pagar, mientras que aquellos que obtienen monumentales ganancias por los favores del poder político son quienes, a su vez, menos tributan a la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).
Una de las sensaciones que tiene la ciudadanía es que el organismo que dirige Ricardo Echegaray es un monstruo hambriento e insaciable, que al amparo de resoluciones tomadas en forma unilateral -sin control ni conocimiento de la mayoría de la población- se siente con derecho a inmiscuirse hasta en lo más hondo de sus vidas y bienes.
Pero hay un hecho concreto que el gobierno K oculta bajo cuatro llaves. Varias de las principales medidas que hoy tienen incidencia en la vida de los argentinos desde lo tributario han sido copiadas de la dictadura de Augusto Pinochet, que a punta de pistola y muerte, instauró uno de los sistemas impositivos más inequitativos del mundo.
Entre las iniciativas calcadas de la dictadura pinochetista, se encuentra la facultad que tiene la AFIP de otorgarte o no la impresión de las facturas a los Responsables Inscriptos, eliminando la factura libre de impresión. Otro de los temas que se copió del régimen autoritario chileno es el sistema de factura electrónica que lleva a que todo pase a través del organismo recaudador, tomando la AFIP un control prácticamente total de la vida de los ciudadanos pocas veces visto.
Un estudioso del tema, el Licenciado en Economía Alberto Refusta, señaló a Hoy que “del Chile de Pinochet fue copiado el brutal sistema que le quitó a los ciudadanos y empresas el libre derecho a imprimir y emitir sus comprobantes, convirtiéndolos en rehenes de la AFIP. Actualmente, el organismo recaudador puede bloquear la continuación de cualquier negocio con el simple expediente de impedir la impresión de dichos comprobantes, al amparo de miles de disposiciones arbitrarias incumplibles”.
Distintos especialistas recomiendan que la factura debería volver a ser de libre impresión, como sucede en casi todos los países del primer mundo, y como existió en la Argentina durante décadas. El licenciado Refusta, que tiene una extensa trayectoria en consultoría a importantes empresas, remarcó que “a partir de la dictadura militar de 1976, con Martínez de Hoz a la cabeza, comenzó la creación de miles y miles de resoluciones y trabas burocráticas que hacen casi inviables los negocios en Argentina. Se envió a millones de personas a la ilegalidad y a la pobreza, proceso que el kirchnerismo ha acometido con la mayor virulencia registrada desde que este proceso se inició hace 40 años”.
El gobierno nacional, a pesar del discurso progresista que habla de trabajar por los que menos tienen, sigue implementando en los hechos un modelo tributario altamente injusto. Es más, en la actualidad, en la Argentina distintas multinacionales acceden a convenios secretos con el gobierno y pueden sacar sus dividendos del país sin control alguno por parte del Estado, como son los casos de Chevron y la Barrick Gold.
Palabras más que hechos es lo que ha sabido establecer el kirchnerismo desde su llegada al poder. La realidad indica que profundizó un sistema retrógrado con reglas oscuras que terminan beneficiando a los verdaderos ganadores de la “década ganada”, es decir, a los bancos (que no pagan impuestos a la renta financiera) y a los sectores más concentrados de la economía, en detrimento de los más pobres y de los sectores que más potencialidad tienen de generar trabajo genuino al darle valor agregado a la economía.
Monotributo: el modelo de Margaret Thatcher
Una clara muestra de la profundización de las medidas de controlar copiadas de modelos dictatoriales son las nuevas disposiciones para los monotributistas que, a partir de noviembre, para imprimir sus facturas tendrán que incluir en ellas el Código de Autorización de Impresión (CAI). Esto significará que, antes de ir a la imprenta, deberán registrarse electrónicamente.
El monotributo que impulsa el kirchnerismo está basado en un modelo de impuesto de capitación que fue prohibido en la enmienda 24 de la Constitución de los EE.UU. Y que, en su momento, provocó la caída de Margaret Thatcher.
En Gran Bretaña se le denominó “Poll-Tax”, un tributo local que obligaba a los ciudadanos a contribuir por igual independientemente de su nivel de ingresos y de la zona en que residieran. Ello derivó en una rebelión fiscal que contribuyó al derrumbe del gobierno ultraconservador de la dama de Hierro.
Algo similar ocurrió en Tunes, cuando Mohamed Bouazizi se inmoló cuando la policía se reveló contra el monotributo y desató la Primavera Árabe. Impuestos similares son cobrados en los peores y más retrógrados regímenes del mundo.
La declaración mensual en la mira
Otro punto muy polémico del sistema impositivo argentino es la declaración mensual de impuestos. Distintos especialistas recomiendan que la declaración debe ser anual, IVA incluido. Afirman que esto significaría una liberación económica extraordinaria para las empresas ya que actualmente una firma factura y, aunque no haya cobrado lo facturado por ella, igual tiene que pagarle a la AFIP.
“Este sistema ha llevado a la quiebra a miles de empresas: el solo hecho de pasar de liquidación mensual a anual le sacaría a la AFIP este extraordinario mecanismo de extorsión. Una empresa que facture en enero, aunque cobre meses después, no tendría que preocuparse ya que en este caso pasa a jugar el total de IVA (Ventas con Compras de todo el año) a liquidar en diciembre. Las declaraciones de impuestos en el mundo civilizado, especialmente en Estados Unidos y Canadá, que es el ejemplo a tomar, son anuales. Las declaraciones mensuales son, al margen del costo administrativo y económico, una violación a las libertades civiles”, afirman.