La CGT, los empresarios y los riesgos de hacer la plancha

Política

06/02/2015 - 06:12hs

EN FOCO

¿Cuánto puede durar el silencio en un país que está en crisis? Mientras a lo largo y ancho de la Argentina la crisis causa estragos, al punto que hay productores que no tienen otra alternativa que tirar toneladas de frutas (en un país donde diariamente hay muertos por desnutrición) y suman varios miles los puestos de trabajo que desaparecieron en el último semestre (ver La crisis no da tregua al empleo...), gran parte de la dirigencia política, gremial y empresaria está mirando otra película.

La inacción no es patrimonio exclusivo del gobierno nacional. En nuestro  diario, durante los últimos meses, hemos dedicado páginas y paginas a describir la forma infame que utiliza el kirchnerismo para intentar ocultar y/o deformar la realidad, al punto que no duda en seguir falsificando las estadísticas oficiales. Pero hay otros actores sociales que dicen estar en la vereda de enfrente al kirchnerismo y que también se encuentran prácticamente ausentes, haciendo la plancha. Por ejemplo, el titular de la CGT, Hugo Moyano, parece estar más preocupado en hacer realidad “el sueño del pibe”, dedicándose full time al club Independiente, sacándose fotos con jugadores de fútbol, que en intentar encontrar soluciones ante la pérdida masiva de puestos de trabajo.

Pareciera que desde la conducción de la CGT han decidido circunscribir su accionar a las discusiones paritarias que, en un contexto de crisis como el que estamos viviendo, terminarán siendo letra muerta. De hecho, cabe preguntarse, qué transportarán los camioneros si las economías regionales no se recuperan y la recesión se va extendiendo a otras áreas. ¿Acaso Moyano no está enterado que hasta la venta de combustible viene en caída?

Nada ni nadie impide que el movimiento obrero organizado, que supo ser la columna vertebral del peronismo, proponga planes estratégicos no sólo para cuidar los puestos de trabajo y el poder adquisitivo de sus representados, sino también para que el país pueda salir del subdesarrollo y del estancamiento, que en definitiva es la única forma mediante la cual los trabajadores podrán acceder a un sueldo digno y a una mejor calidad de vida.

Una parte importante de la dirigencia empresaria también padece la misma ceguera que Moyano. Salvo algunos reclamos sectoriales, no se escucha ningún tipo de pronunciamiento corporativo respecto a la necesidad de que se introduzcan profundos cambios en la política económica. En el país que tuvo el aparato productivo más sólido del continente, con capacidad para producir desde tornillos hasta aviones de guerra, el Estado se ha convertido en el principal empleador durante la mal llamada década ganada. Y esto no es gratuito: ese aparato se sostiene a partir de una agobiante presión impositiva que ahuyenta todo tipo de inversiones y que exprime a las pymes y a la clase media.

Tener un tercio de los habitantes sobreviviendo con planes sociales que condenan a los pobres a ser cada vez más pobres, y otras cientos de miles de personas trabajando por un sueldo mísero en dependencias públicas, torna inviable cualquier proyecto de país. Si la dirigencia política en su conjunto, incluida la CGT y las entidades empresarias, no toman conciencia de la necesidad de que haya un cambio profundo en el modelo económico, nos encaminaremos a vivir en una sociedad cada vez más insegura, inestable y fracturada.