24/03/2016 - 13:15hs
EN FOCO
Los que tenemos la suficiente edad para haber vivido la realidad del 1976, tenemos muy claro la situación de nuestro país y el contexto mundial de enorme complejidad en que se vivía.
La guerra fría fue un enfrentamiento político, económico, social y militar iniciado al finalizar la Segunda Guerra Mundial, que estuvo encabezado por dos visiones distintas: Estados Unidos y Rusia que se disputaban el mundo y hacían que una tercera guerra mundial se encontrara latente.
En ese contexto, en el año 1974 en nuestro país, el General Perón echó a los grupos de jóvenes Montoneros de la Plaza de Mayo que se encontraban reunidos en ocasión del día del trabajador: "Estúpidos que gritan", "imberbes", les dijo. Con esas palabras, el líder justicialista y entonces Presidente de la Nación, marcó su ruptura con las organizaciones armadas que quisieron desafiar su autoridad.
Fue en esa plaza de la república donde Perón, con una visión totalmente lúcida les dijo a los jóvenes que nos iban a destruir. Porque como se veía ante la polarización forjada por la guerra fría, la potencia mundial no iba a permitir que en el cono sur seamos un ente de izquierda.
Meses antes del golpe militar que hoy recordamos, el gobierno norteamericano había intervenido Chile, por lo que se manifestaba que no era posible cuestionar el poder central capitalista como sucedía en Cuba. Pero así las cosas, y demostrando una incapacidad dirigente, los grupos Montoneros y ERP decidieron imponer lo que ellos creían que era la mejor forma de gobierno, por medio de la lucha armada e implementar los secuestros extorsivos como modo de financiamiento.
La guerra sucia deviene de los elementos que utilizaron ambos bandos para contrarrestarse: por un lado muy imbuidos de la derecha norteamericana y por otro lado una izquierda que no tuvo en cuenta la magnitud de lo que se enfrentaban y las consecuencias que conllevaría su accionar.
Martínez de Hoz fue el producto de la polarización que se vivió en el país y sirvió a la destrucción del aparato productivo de la Argentina, congelando salarios, disparando la inflación, aniquilando economías regionales, subastando las reservas del país, endeudándonos, y condenándonos a la quiebra. Fue, en definitiva, el personaje más nocivo ya que sus consecuencias aún hoy se continúan pagando, porque además hizo desaparecer a las mentes más brillantes de la política, comprometidos, equivocadamente, pero dando obviamente el compromiso más importante del ser humano, que es la vida.
Esta guerra sucia se llevó a cabo cuando sólo faltaban 6 meses para que se realicen nuevas elecciones democráticas.
Esta es una fecha que apela a la memoria del pueblo. Y por eso, tenemos que llamarnos a la reflexión y pensar críticamente: ¿Qué facción puede arrojarse la representación del soberano? ¿Quién pudo sentirse suficientemente capacitado para creerse el salvador ante semejante contexto político social?
Como argentinos deseamos que nunca mas se repita esta historia.