“La independencia catalana se originó para esconder la corrupción del gobierno”

Así lo afirmó a diario Hoy Manuel Balbé, catedrático de la Universidad de Barcelona. El especialista advirtió acerca de la existencia de listas negras y habló sobre por qué la Unión Europea no apoya el proceso secesionista de Cataluña

Manuel Balbé  es catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y especialista en materia de seguridad. Es el autor del libro Soberanía dual y constitución integradora, en el que explica qué reformas son necesarias para acomodar realidades como la de Cataluña. En diálogo con diario Hoy, opinó sobre el proceso independentista de dicha región, criticó el referéndum y habló sobre los engaños del discurso catalán. 

Cabe recordar que el 21 de diciembre, el bloque secesionista obtuvo casi un 22% y, pese a no haber sido el partido más votado, se quedó con la mayoría en el Parlamento con 70 escaños.  Inés Arrimadas, la candidata de Ciudadanos, organización que conduce Albert Rivera, fue la más votada y se quedó con el 25,35% de los sufragios, por lo que el bloque quedó con la minoría de 37 diputados. 

—¿Qué opina sobre la situación en Cataluña? 

—Los independentistas representan a dos millones, sobre un cuerpo electoral de seis millones. El primer referéndum que hicieron hace ya tres años fue ilegal, porque los partidos no tenían derecho a campaña electoral. Los catalanes controlaban tanto la televisión pública como la privada y los otros partidos no tenían garantías en las mesas electorales. De esos seis millones que podían votar, solo fueron dos, por lo cual desde 2014 cuatro millones nunca se promulgaron a favor de la independencia: este es el primer engaño. Ellos solo cuentan que ganaron, porque de esos dos millones 1.800.000 votaron por la independencia y 200.000 por el no. Sin embargo, lo que hay que contar son los que no fueron a votar. 

Para un tema plebiscitario debe tenerse en cuenta a todo el pueblo, porque si uno no va a votar es evidente que es porque no está a favor de la independencia. Ellos necesitan tres millones de sufragios para que los tomemos en serio y tengamos en cuenta el tema. En el referéndum no había garantías, ni de secreto de voto ni de imparcialidad en las mesas, tampoco de controladores de los partidos; así y todo perdieron estrepitosamente. En las últimas elecciones quedaron en segundo lugar, ya que triunfó Ciudadanos, pero a pesar de eso van a insistir con el proceso independentista.

—¿Cuál fue el origen de la secesión?

—No se puede poner el contexto de la independencia de Cataluña como si esto fuera solo una cosa de un tercio de catalanes que se han vuelto locos. Hay una cuestión especulativa financiera detrás. La idea de la secesión se originó para esconder la corrupción del gobierno liderado por Jordi Pujoy, pero que en realidad es todo un aparato. El hijo está procesado y se lo ha declarado culpable por múltiples actos de corrupción. El segundo motivo es que la operación para independizar tiene detrás a los fondos buitres, mismas cosas que pasan en la Argentina. Lo que está haciendo el gobierno de Cataluña hoy es malvender a su país a cambio de financiación. 

—¿Qué consecuencias económicas ha generado este proceso?

—Muchas empresas se han ido a provincias vecinas, por lo que la economía se está cayendo en picada. El problema es que, aunque todo se normalice, las compañías no van a volver, porque han perdido la confianza. Más sabiendo que en poco tiempo se puede volver a hacer otro referéndum y se puede poner en duda nuevamente su permanencia en Cataluña.

—¿Cuál es la diferencia con los referéndums realizados en Canadá?

—No pueden independizarse con un tercio del cuerpo electoral. Esta es la diferencia con Canadá y Escocia, que son los últimos que han creado principios inherentes sobre referéndums modernos. En Canadá solo se puede hacer cada 25 años. Lo democrático no es estar votando cada día hasta que ganes. Hay que distinguir entre el pueblo y la mayoría, y cuando hay un conflicto entre la mayoría y el pueblo, debe prevalecer el pueblo.

—¿Con qué apoyo cuenta Cataluña?

—Ellos decían que contaban con el apoyo de la Unión Europea (UE), pero Europa no los ha apoyado. Pensaban que iban a poder entrar a la UE pero no lo lograron. En primer lugar porque necesitan fronteras y hay que tener en cuenta que el 70% de lo que comercializa Cataluña se lo vende a España. En caso de independencia, los aranceles para importar y exportar van a aumentar y todo será más caro. La UE no los apoya porque Francia puede tener problemas de la misma índole, al igual que Alemania, Italia y Escocia. Los estados pequeños son egoístas y el proceso independentista es una enfermedad que se trasladaría a otras regiones. Tampoco hay respaldo porque Estonia, Letonia, Lituana y Hungría, entre otros, no quieren que se sume otro estado pequeño que les quite influencia y poder.

—¿Los catalanes podrán mantener la nacionalidad española?

—Es un debate interesante. Ellos han engañado con una ley que dice que en caso de declararse la independencia no perderían la nacionalidad española. Sin embargo, es un principio inherente que, al declarar la independencia, efectivamente perderían la nacionalidad. Se trata de otro engaño.

—¿Existe un conflicto de identidad? 

—Sí, porque Cataluña tiene una lengua propia y el estatuto de autonomía de 1978 ha potenciado todo esto. Es un territorio que tiene una identidad propia. El problema es cuando por esta identidad uno se siente superior. 

—¿Qué opinión le merece la frase: “Rajoy y los españolistas pretenden desarmar la legitimidad del relato catalán”?

—Sí, eso se dice en los medios, pero hay que tener en cuenta que hay una televisión pública creada por Pujol, hoy condenado, en la cual invirtió muchísimo. En vez de invertir en Salud, lo hizo en medios, en propaganda. Sin ir más lejos, estoy censurado desde hace tres años. Hay un aparato de “lavado de cerebro” que es continuo, incluso ahora que ha intervenido el gobierno español y ha suspendido la autonomía. El aparato de propaganda, de televisión y radio es brutal. La televisión privada recibe dinero del gobierno independentista, entonces es lo mismo.