La maltratada economía argentina

Pese al regreso al FMI, ayer el dólar pasó la barrera de los $23 y rompió otro récord. El Gobierno asegura que el Fondo “cambió”, pero la negociación que se busca exige condiciones como bajar salarios y jubilaciones. Sin embargo, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, relativizó la crisis y dijo que todo lo que hace el Ejecutivo es “por los más vulnerables”

"Bajar el gasto público es esencial, especialmente salarios, jubilaciones y transferencias sociales", dijo el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su último informe sobre la Argentina. Pero el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que desde ayer está en Washington a la espera de una reunión con la directora del organismo, Christine Lagarde, asegura que el Fondo cambió.

Nadie se come el sapo. Ni los mercados por los que el Gobierno recurre al endeudamiento y por los que el Banco Central sube las tasas de interés al 40%, al tiempo que sacrifica sus reservas. Pues la bicicleta financiera no se detiene y ayer continuó la corrida cambiaria, reflejada en otra suba récord del dólar, que cerró a $23,10, 16 centavos más que el martes. Las calificadoras, en tanto, siguen aumentando el riesgo país, que superó los 500 puntos.

Hay un 90% de la gente que se opone a la decisión de agachar la cabeza y ponernos de rodillas ante esta “solidaria” ONG. “Tranquilos, son buenos”, dice Dujovne desde Estados Unidos y confía que en seis semanas se logrará acordar el crédito “stand by”, el programa del Fondo que más condiciones exige para obtener el préstamo.

En un país que carece de todo, con PyMes e industrias que cada día bajan sus persianas, las exigencias no son retirarse de la perniciosa bicicleta financiera y detener la ganancia espuria. Sino, más ajuste, menos gasto público. 

“Va a doler hoy. Es un poco de dolor hoy versus mucho dolor mañana”, ha reconocido el exdirector del FMI, Claudio Loser. Pero firme nomás, ministro. No hay de qué preocuparse, con una sociedad de beneficencia como esta sí que podemos dormir tranquilos.

Mientras tanto, en el país de Peña

Fue otra conferencia de prensa vacía, sin anuncios, ni precisiones. Más bien, se trató de otra puesta en escena para decir lo de siempre. Como el actor que, frente al espejo, repite su guión las veces que sea necesario para retenerlo en su memoria y volverse convincente.

Pero las palabras que ayer pronunció el jefe de Gabinete, Marcos Peña, fueron menos creíbles que cualquier ficción. Habló de cierto “gradualismo para proteger a los sectores más vulnerables”. “Estamos trabajando para ellos”, predicó con toda demagogia, e insistió, como el Presidente, en un invisible “crecimiento”, en que “se redujeron la pobreza y el desempleo”. Sin autocríticas, culpó por la crisis a gobiernos anteriores y al “cambiante” mundo.

Como un habitante de otro país, aseguró que en su virtual Argentina “estos 30 meses de Gobierno fueron positivos”.

Se negó a detallar el monto del préstamo que se le pedirá al FMI, aunque trascendió que oscilará entre los US$15.000 millones y los US$30.000 millones. Dijo que no hay condicionamientos, aunque se da por descontado el ajuste que el Gobierno aplicará para satisfacer los pedidos del Fondo.

Para Peña todo marcha “en perfectas condiciones para superar la transición, sin crisis, sin trauma”. Un chiste de mal gusto y sin remate.