Un sainete para garantizar la impunidad

Política

05/02/2015 - 06:12hs

EN FOCO

" 102 empresas argentinas y más de 500 empresas chinas inscriptas en el seminario. Más de 1.000 asistentes al evento. ¿Serán todos de "La Cámpola" y vinieron sólo por el aloz y el petlóleo?", tuiteó ayer la presidenta desde el Lejano Oriente.

Si no fuera trágico, ya que estamos hablando de una presidenta que viajó a China para profundizar la entrega de los recursos naturales y del patrimonio nacional, parecería una broma de mal gusto. El “chistoso” tuit de la primera mandataria tuvo lugar cuando en la Argentina se están viviendo momentos dramáticos, que nada tienen de divertidos, a partir de la sospechosa muerte del fiscal Alberto Nisman, quien apareció con un disparo en la cabeza poco días después de haber denunciando a la propia CFK y al canciller Héctor Timerman.

A esta altura evidentemente la presidenta de la Nación no solamente tiene dificultades físicas en su tobillo derecho. También podría estar padeciendo serios problemas de compresión. El problema, para los argentinos, es que este tipo de actitudes no tienen efectos neutros: las consecuencias las terminaremos pagando los más de 40 millones de argentinos ya que a medida que crezca el escándalo internacional por la muerte de Nisman, la Argentina se quedará cada vez más aislada.

La gravedad de la situación lleva a que, diariamente, la Argentina sea noticia en los principales diarios del mundo. Es más, ayer, inmediatamente después del bochornoso tuit de la primera mandataria, uno de los diarios más influyentes de Estados Unidos como es el Washington Post, calificó el mensaje de CFK como “extraño, ofensivo y francamente racista”. Artículos similares se publicaron en los portales de NBC News, BBC Mundo, The Telegraph, Business Insider, International Business Times y The Independent, entre otros.
 A esta altura, pareciera que con este tipo de actitudes infantiles y bizarras –que se suman a otros hechos insólitos, como aparecer en una silla de ruedas en cadena nacional- la primera mandataria busca desviar la atención de la opinión pública, contribuyendo así a que el caso Nisman termine en la más absoluta impunidad.  Recordemos, por ejemplo, que hace algunos días Cristina hasta llegó a insinuar una relación de carácter homosexual entre el fiscal y el técnico informático Diego Lagomarsino que le facilitó el arma. Eso no fue todo, luego el gobierno intentó instalar la idea de que Lagomarsino era una suerte de agente del “recontrra espionaje”, difundiendo para ello imágenes de una supuesta participación como topo en una marcha de familiares de la tragedia de Cromagnon. Poco le duró la patraña: bastó con que un periodista de la revista Rolling Stone saliera a aclarar que era él quien aparecía en la foto para que el esquema argumental del kircherismo se derrumbara como un castillo de naipes.

Hay otros actores que también está interviniendo para que la muerte de Nisman nunca se esclarezca. Por ejemplo, en los últimos días, la atención de muchos se centró  en el hecho de si la fiscal Viviana Fein, encargada de investigar la muerte del funcionario judicial, se iba a tomar o no las vacaciones que tenía previstas. ¿No será más importante plantear si, efectivamente, la fiscal está debidamente capacitada y tiene los elementos acordes para encontrar la verdad en un caso de tamaña envergadura?, ¿la Corte Suprema no debería intervenir y poner a disposición a los mejores especialistas del poder judicial para intentar avanzar en el esclarecimiento?, ¿no habrá llegado el momento de pedir colaboración a expertos internacionales? Recordemos, por ejemplo, que por distintas fallas en las pericias, aún ni siquiera se pudo determinar si en la mano de Nisman había residuos de disparo de arma de fuego. Los equipos de la gendarmería para hacer estos análisis estaban dañados, mientras que los resultados del estudio de la Policía bonaerense no fueron concluyentes y ahora se espera por un barrido electrónico que se hará el lunes en la provincia de Salta. Como se ve, todo muy poco serio.

Mucho más lamentable resultó el show que ayer se montó durante horas en algunos medios audiovisuales, tejiendo hipótesis de los más variadas por la aparición del ejemplar de una revista con un manchón negro sobre la foto de Nisman, que ilustraba un reportaje, y que ahora forma parte del expediente judicial. Como si faltara algo, luego se difundió hasta el hartazgo, en reiteradas ocasiones, una entrevista a un simple diarero que todos los días le lleva los periódicos a la jueza Arroyo Salgado (la ex mujer de Nisman, que es querellante en la causa) y que fue el encargado de entregarle el ejemplar en cuestión a la actual pareja de la magistrada. En otras palabras, se intentó construir una suerte de sainete o de radioteatro de bajo presupuesto de la primera mitad del siglo XX.  

La realidad, que es la única verdad, está mostrando que la investigación judicial se está centrando en temas absolutamente menores, mientras que el desconcierto en torno al caso va en aumento. Hasta el momento, poco y nada se conoce acerca de cómo se movieron los servicios de inteligencia en las horas y días previos al asesinato de Nisman. Es más, nadie explica el motivo por el cual el fiscal de la causa AMIA podía moverse sin ningún tipo de problemas en distintos países del mundo, como Francia y España, contando con la evidente protección de la CIA norteamericana y el Mossad israelí, mientras que para custodiarlo en su propio departamento le asignaron custodios que evidentemente no tenían las más mínima capacitación para cumplir esa tarea.

En conclusión, a medida que pasa el tiempo, se hace cada vez más evidente que la investigación de la muerte de Nisman ingresó en un auténtico cono de sombras. Desearíamos que termine este estado de locura que parece ser contagioso, y podamos entrar en el terreno de una racionalidad que nos permita encontrar la verdad.

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