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VeranoHoy se reanuda el juicio que juzga a los represores de las Brigadas de Quilmes, Banfield y Lanús. Habrá tres testimonios de mujeres. Valeria brindará su palabra en enero, cuando el juicio pueda desarrollarse presencialmente.
10/11/2020 - 00:00hs
Valeria del Mar Ramírez es la primera querellante trans en la historia de los juicios de lesa humanidad que juzgan a los genocidas de la última dictadura militar. Durante la misma, Valeria estuvo secuestrada en el Pozo de Banfield, donde además de ser torturada fue violada. En enero realizará una declaración testimonial de forma presencial (aún no tiene la fecha exacta) en el marco del juicio, que comenzó hace dos semanas y que juzga a 18 imputados involucrados en las Brigadas de Investigaciones de Quilmes, Banfield y Lanús.
“Estuve dos veces detenida en Banfield”, es lo primero que le cuenta a diario Hoy cuando comienza la charla telefónica. La primera vez fue en la parte de adelante del Pozo, donde estaba la comisaría. ¿La razón? Una razia de la comisaría de Llavallol.
“Yo trabajaba en la ruta 4 y era la jurisdicción de Llavallol. Fuimos detenidas varias chicas. Como no había tanto cupo en Llavallol, nos derivaron a unas cuantas a la comisaría de Banfield, que estaba en la esquina. Estuvimos ahí entre dos o tres días, no recuerdo muy bien”, dice Valeria sobre su primera detención en Banfield, que ocurrió en 1976 y, por decirlo de alguna manera, fue una detención “legal”. “Después de estar detenidas ahí, nos derivaron a Llavallol. Llegamos a esa comisaría, nos entregaron las cosas y nos fuimos”, agrega.
Pero el horror llegó pocos meses después, ya en 1977, cuando fue detenida por segunda vez con su compañera Romina. “A principios de ese año se paró un Ford Falcon mientras estábamos trabajando en Camino de Cintura con mi compañera –éramos las dos más jóvenes, teníamos entre 20 y 21 años–. Nos levantaron y nos llevaron al Pozo de Banfield, que después me enteré que estaba atrás de la comisaría en la que había estado en 1976”.
—¿Cuántos días estuviste?
—Y… ahí estuvimos 14 días con Romina.
—¿Cómo fue lo que viviste?
—Bueno (hace un silencio) estuve 14 días y fue un infierno, porque llegamos y ahí nos dimos cuenta de que nos habían “pedido”.
—¿Cómo que las habían pedido?
—Sí. Un militar dijo: “Llegaron las cachorras que pedí”. Inmediatamente nos miramos con mi compañera y nos preguntamos qué estaba pasando. No entendíamos nada, pero con el tiempo supimos que todo lo que pasamos ahí era para que ellos hagan sus jodas, sus fiestas. Y a nosotras nos utilizaron para sus actividades sexuales.
—Es decir que ustedes no llegaron allí, como la mayoría de los detenidos-desaparecidos, por militar…
—No, porque nosotras no militábamos. Nos llevaron para violarnos a las dos. Para eso nos llevaron. No nos llevaron porque teníamos carita linda.
—En uno de esos 14 días viviste un momento horrible con una chica que parió allí
—En el piso que estuve había un policía que estaba a la mañana, que para mí era bueno, aunque me dicen que no era bueno porque si estaba ahí… En fin, para mí era bueno porque era el único que me dejaba ir al baño, higienizarme y pegarme una ducha. Porque después era el calvario.
En una oportunidad me estaba duchando y escucho que desde el último buzón (los buzones son los lugares donde estaban encerrados los detenidos) una mujer gritaba y que otra, una mujer policía, decía: “Atendé, atendé, que ya viene”. Cierro la ducha y escucho que la policía dice: “Bueno, andá al baño y agarrá un balde y limpiá toda esta mugre que es tuya”.
Cuando entra la chica, que recuerdo que era delgadita, de pelo lacio y tenía todo el vestido ensangrentado, la agarro de la mano y la apoyo en el piletón y le dije: “Esperá que te pongo el balde”. Inmediatamente, veo que la mujer policía asoma la cabeza y le dice al policía que me dejó ir a higienizarme: “Pero vos sos pelotudo, ¿qué hace el puto ahí?”.
Luego entró, me agarró de los pelos y me arrastró por el piso, que estaba todo sucio, mientras iba perdiendo el toallón y me tiró adentro del buzón en el que estaba. Estuve ahí hasta el otro día. Cuento lo que yo vi y lo que yo pasé.
—¿Qué hiciste cuándo saliste del Pozo de Banfield?
—Después de que me ocurrió esto estuve varios años “guardada”. Me oculté porque tenía miedo. El abogado que me pudo sacar del Pozo me dijo que él no podría volver a hacer algo si caía de nuevo y me aconsejó, lamentablemente, que no pisara más Camino de Cintura porque, si no, iba a aparecer en un zanjón.
Sin embargo, siempre seguí siendo Valeria, en el sentido de que no me prostituía pero me las ingeniaba. Estaba el programa de las cajas PAN, aprendí a coser a máquina y cuidaba chicos, por ejemplo. No dejé de ser Valeria. Siempre fui Valeria.
—¿Y cómo llegaste a declarar? ¿Cómo fue ese momento que llegó en 2013, 36 años después?
—En 1999 vine a Constitución, y había una organización que daba profilácticos, la fundación Buenos Aires SIDA. Allí una coordinadora me preguntó, a raíz de que salió un proyecto, si quería tener alguna profesión: costurera, peluquera y/o pastelera. Y todas las chicas nos decidimos por peluquería. Entonces esta organización nos dio un curso de peluquería.
Me interesaba ir a las reuniones de la fundación y me interiorizaba sobre distintos temas, como el VIH. De hecho, me hice los estudios de VIH porque en Provincia nunca me había hecho nada. Y un día, hablando con compañeras que caímos presas, porque para nosotras es habitual estar presas dos o tres días, me preguntaron: “¿Vos estuviste presa en la dictadura?”. Y ahí conté. Entonces me dijeron: “Pero Valeria, vos estuviste secuestrada”. Y allí fue que me hablaron, me contuvieron y me preguntaron si yo iba a hacer la denuncia para que quede, para que el día de mañana no le pasara a otras compañeras, y así fue que hice la denuncia en Derechos Humanos de Capital.
—¿Y Romina pudo declarar contar lo que pasó?
—No, ella falleció al poco tiempo de que salimos.
—¿Pudiste volver después de la dictadura al Pozo?
—Me propusieron hacer un documental. Y lo filmamos ahí.
—¿Qué sentencia esperás para los acusados?
—Que haya justicia. Esperamos más de 40 años para que llegue este momento y quiero que este personaje (refiriéndose a Miguel Etchecolatz particularmente) pague por lo que hizo.