Doble femicidio en Punta Lara: madre e hija aparecieron enterradas en una casa

Trama Urbana

08/02/2017 - 01:05hs

Estaban desnudas, envueltas con un cubrecama, telas y bolsas de nailon. Se encontraban desaparecidas desde el 28 de enero. Fueron incautados cuchillos, zapatillas y ropa interior. No hay detenidos

Otra vez el horror en su estado más puro invadió a los habitantes de la región, que se levantaron durante la mañana de ayer y se enteraron de uno de los hechos más terribles de los últimos tiempos: un doble femicidio que tuvo lugar en Punta Lara y del que fueron víctimas una enfermera y su hija menor de edad, ambas de nacionalidad peruana, que aparecieron enterradas, envueltas en sábanas y bolsas, desnudas y debajo de una parrilla, dentro del predio de una vivienda emplazada a metros de un camping policial.

Fuentes policiales y judiciales relataron que la historia tuvo su punto de partida el 28 de enero, cuando familiares de Maruja Chacón (50) y de su hija Shirley Barrientos (15) comenzaron a preocuparse desde Perú porque hacía varios días que no sabían nada de ellas. “Se contactaban constantemente por teléfono y Facebook, pero como dejaron de hacerlo empezaron a sospechar que algo malo podía haberles pasado”, contó un vocero. A su vez, una niña allegada a la menor también le comentó a su madre que hacía un tiempo no sabía nada de su amiga, siendo que se veían y hablaban todos los días.

Ante esto, radicaron el sábado la denuncia por “averiguación de paradero” en la comisaría Primera de Ensenada, y a partir de allí se inició una pesquisa. “Lo último que se supo de ellas, a través de testigos, es que el 28 fueron a pasar el día a Punta Lara junto con un amigo. Después, se perdió todo contacto y los celulares permanecieron apagados”, amplió un pesquisa.

 El horror

La investigación de los últimos movimientos de las víctimas llevó a los detectives del Gabinete de Homicidios de la DDI, comandados por Daniel Cantarini, hasta una vivienda de dos plantas con ladrillo sin revocar, en la calle Almirante Brown, columna 319. “Es un predio muy grande frente al río, con muchos árboles y arbustos, a cien  metros de las ruinas del Palacio Piria y cerca del camping policial”, graficó una fuente. El lugar pertenece a un compañero de trabajo del principal sospechoso (y pareja de Maruja), que dijo estar alquilándoselo. Con permiso del dueño y orden judicial, numerarios de la DDI junto con Bomberos, Defensa Civil y Policía Científica se dirigieron a las 19 de anteayer para analizar la zona. Los peritos notaron que en el lavadero de la finca habían pintado un metro cuadrado con sintético negro en el piso y al hacer la prueba del luminol vieron restos de sangre. “También había difuminaciones de manchas hemáticas bien nítidas en un mueble”, señalaron. En tanto, los expertos “notaron tierra removida debajo de una parrilla del patio, a diez metros de la vivienda, de un metro y medio por uno”, por lo que se le dio intervención a Marcelo Romero, de la UFI 6, quien se acercó al lugar y dirigió la excavación, finalizada cerca de las 2.

“A 80 centímetros de profundidad apareció la nena y más abajo la madre, una arriba de la otra, ambas desnudas y envueltas en bolsas, telas y un cubrecama que solo dejaban descubiertas las manos. En otra bolsa había cuchillos, ropa interior femenina y zapatillas, que ahora serán analizadas”, puntualizó un jefe policial, y finalizó: “Solo había fauna cadáverica en el cuerpo de la mujer mayor, lo que indica que fue asesinada primera, varias horas antes”.

Un sospechoso, cercado, y otros tres supuestos involucrados

Hechas las pericias y encontrados los cuerpos, los mismos fueron removidos a la morgue judicial para que les realicen la operación de autopsia correspondiente, aunque para la misma habrá que esperar 72 horas, ya que deberán ser sometidos a frío, debido al estado en que se encontraban los cadáveres.

En la causa hay un principal sospechoso, Hugo Hidalgo (42), quien tiene un pedido de detención. Se presentó el miércoles pasado a la empresa “Media caña” de Ensenada, donde formaba parte de la planta permanente, y dijo: “Me mandé una cagada”, según sus propios compañeros. A partir de ese día, no se supo más de él. Según voceros de la fiscalía, “hay datos y testimonios muy fuertes que lo complican, como sangre en la casa y en cuchillos. No puede haber ido muy lejos porque se le bloqueó la cuenta bancaria en la que percibía sus haberes; no tiene dinero y hasta tuvo que vender el celular para conseguir efectivo”.

Pero, para la familia de los damnificados, la investigación tiene que ir más allá. Kimberley, hermana e hija de las víctimas, describió: “El 28 de enero mi mamá salió hacia Punta Lara con Hugo Marcos Amiel (perfil falso de Hidalgo en Facebook) y no supe más de ella. La joven detalló: “Este hombre se presentó hace dos meses para ofrecerle a mi mamá trabajo de barrendera en una empresa, diciéndole que iba a ganar mucha plata. Era muy amable y atento. Yo hablé con él por teléfono y me dijo que la iba a cuidar a ella y a mi hermana. Iba a su casa para ver cómo se encontraban, les preguntaba si estaban solas y las apoyaba moralmente”. Pero el punto crucial de su relato estaba por llegar: “Hugo formaba parte de un grupo de cuatro personas: tres argentinos y un haitiano. Ellos decían que necesitaban a cinco mujeres para el trabajo de barrendero, pero nunca las contrataron”. 

Los posibles móviles del delito

Otro de los hijos de la mujer aseguró que posee una grabación telefónica en la que su madre clamaba por su vida y estimó que resistieron ser víctimas de la trata de personas.

“Tenemos un audio que grabó una de las amigas de mi mamá cuando la llamó, donde se la escucha pidiendo auxilio. Gritaba: Por favor, no quiero morir, y de fondo se escuchaba a mi hermana, que decía: Salí, salí", contó Douglas Barrientos ayer a la tarde desde Lima, Perú.

Aseguró que el 30 de enero, dos días después de la última comunicación que tuvo con Maruja Chacón, una amiga de ella “la llamó porque estaba enterada de que había desa­parecido y grabó la conversación”.

Además, precisó que en el audio se distingue el sonido de “un televisor con el volumen fuerte”, según él, “para que no puedan escuchar sus gritos y como si estuvieran encerradas en algún lugar”.

Respecto del hombre que alquilaba la casa donde hallaron los cuerpos, cuyo paradero no se conocía hasta el cierre de esta edición, Douglas mencionó no tener “ninguna relación con ese señor”, ni conocerlo, aunque “lo había visto por fotos” y su madre le había contado “que era muy atento y muy bueno”.

Sí quedó confirmado que ambas mujeres lo conocían, y hasta se sospecha que primero la mató a la mayor (el viernes) y después a la adolescente (el sábado, cuando fueron vistos juntos por última vez).

“Creo que este tipo intentó hacer trata de personas con ellas, llevarlas para otro lado, prostituirlas y, como ellas no se habrán dejado, las asesinó”. Por último, con gran conmoción, destacó: “Lo que más me entristece es mi hermana menor. Ella por su corta edad no pudo vivir nada. ¿Cómo fue que le pasó esto? Es culpa de este señor”.

Claro que los pesquisas no pasan por alto la posibilidad de un ataque sexual, ya que las damnificadas fueron halladas completamente desnudas. Para corroborar o desmentir eso, habrá que esperar la operación de autopsia. 

El crimen del pelotero en Villa Elisa: un antecedente cercano

El 21 de octubre de 2015 se descubrió el cadáver de una mujer de 25 años debajo del pelotero de una casa emplazada en 18 entre 424 y 426. Llevaba allí tres meses y por el hecho fue detenido su esposo, de 39 años, padre de los cuatro hijos que tenían en común y quienes jugaban encima de la tumba prefabricada de su madre, sin saber que sus restos yacían allí. 

Ante todos los vecinos, el hombre decía que ella se había ido hacía dos meses a Paraguay, de donde era oriunda, pero pocos le creyeron, debido a que era un sujeto violento. A través del testimonio de un familiar de la fallecida, se despertó la sospecha de que el cuerpo podía estar enterrado en algún lugar de la propiedad, y cuando fueron los peritos de la Científica, pudieron encontrarlo. En la actualidad, el presunto homicida se encuentra tras las rejas a la espera del juicio.

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