En la Argentina de hoy cada vez hay menos empleo genuino

En diálogo con Hoy, Carlos Zaffore, excolaborador de Rogelio Frigerio y Arturo Frondizi, propone medidas para incentivar la industria y detener la caída de la productividad y la inversión

La realidad, una vez más, se empeña con desmentir las cifras dadas por el gobierno nacional, que insiste con que el desempleo ha bajado hasta el 7,2% a pesar de la fuerte  caída de la producción y de su impacto sobre la actividad económica. Algunos números hablan por si solos: a las 12 mil personas que perdieron su empleo en la industria frigorífica, se suman la pérdida de 37.734 puestos en la construcción.

Ante este panorama, el intelectual Carlos Zaffore, excolaborador de Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio (fundadores del desarrollismo en la Argentina), quien en su larga trayectoria ha impulsado la necesidad de generar desarrollo industrial y progreso para el país, planteó a Hoy algunas medidas que se deberían tomar para reactivar la producción, darle valor agregado a la economía y generar empleo.

“Primero, creo necesario un cambio global en la política económica, un giro de 180 grados, porque cualquier medida necesita ser articulada en el conjunto para tener coherencia”, aclaró Zaffore, abogando por la necesidad de “cambiar el mal llamado `modelo`”.

“Un aspecto central es cambiar el “clima” actual favorable a la especulación y no a la inversión productiva. El atraso cambiario, el atraso en las tarifas de los servicios públicos y los controles de precios desde un punto de vista social son pan para hoy y hambre para mañana porque si no aumenta la producción serán desbordados. Y desde el punto de vista económico conspiran contra la inversión productiva y la creación de empleo y favorecen el atesoramiento y la especulación”, refirió el especialista. Por eso, “hoy no es buen negocio producir, lo que es negocio es comprar dólares y sentarse a esperar la devaluación en cuenta gotas del dólar paralelo”. 

Ahora sí, aclarado el panorama, Zaffore detalla las medidas más convenientes: “salir del desdoblamiento y el atraso cambiario e ir a un tipo de cambio competitivo y trasparentar el sistema de tarifas y de precios. Eso es clave, junto a la seguridad jurídica, para pasar de la especulación a la producción”.

Además, se deben promover “las obras públicas y las inversiones privadas”, aunque aquí Zaffore encuentra una “curiosa semejanza entre el estatismo actual y el  neoliberalismo: salvo las inversiones públicas determinadas con criterio político para alinear gobernadores, no hay prioridades claras ni orientación”. En este sentido, “deberían utilizarse los excedentes que genera la soja con políticas activas que utilicen instrumentos como el impuesto y  las desgravaciones o el crédito selectivo para orientar esos recursos hacia sectores y regiones que favorezcan la integración del país. La industria debería integrarse con la producción de máquinas y equipos, incorporación de tecnología y transformación de materias primas en las regiones que las producen. Además de producir más, hay que ir a un cambio de calidad”.

Cabe destacar que localizar las inversiones e integrar al país tiene un aliciente poderoso, aunque molesto para el poder político: implicaría “sustituir planes de empleo, con sus dádivas y clientelismo de punteros políticos, por trabajo genuino”. Pero aquí no hablamos sólo de números, pues sustituir la dádiva por la dignidad del trabajo conlleva una “ventaja humana”.

Preocupación por el monocultivo: cae el valor de la soja

En exclusivo para Hoy, Carlos Zaffore analizó la difícil situación del sector agrícola, especialmente de la carne y el trigo en Argentina, y si bien sostiene que “hay que aprovechar la ventaja de la soja”, es necesario “buscar el equilibrio, porque el monocultivo supone riesgos a largo plazo si cambiaran las condiciones del mercado mundial”.

En este sentido, las cotizaciones de la soja bajaron ayer en Chicago hasta $7 por tonelada, tocando un piso de 441 pesos (su menor valor desde enero de 2012), debido a las previsiones favorables de las cosechas. Con esta nueva caída, el total de la cosecha -que se estima alrededor de los 50 millones de toneladas- perdería u$s 6750 millones respecto de la cotización de hace un año, es decir, valdría 23,4% menos.

Como vemos, la coyuntura cambia, y mientras el “yuyo” pierde valor, el maiz y el trigo subieron sus cotizaciones. Desgraciadamente, el gobierno ha hecho un culto del corto plazo y la coyuntura, más aún en épocas de elecciones. Pero es necesario, siempre, mirar más adelante y pensar el país a futuro. Zaffore lo tiene claro: “Es mejor la diversificación y deben implementarse medidas para recuperar la declinante producción  de carne y trigo, no sólo para evitar el riesgo mencionado de soja dependencia en la exportación, sino porque el pan y el bife son indispensables en la mesa de los argentinos”.

Finalmente, la cuestión de las retenciones y sus ventajas o efectos contrarios está instalada desde la “crisis del campo” en 2008. nuestro especialista nos dio su opinión tambén sobre este tema y afirmó: “las retenciones son un impuesto negativo porque perjudican a la producción y a las exportaciones que necesita el país, pero no puede salirse de ellas abruptamente porque se generaría un desfinanciamiento público complicado. Entonces, se requiere un programa de disminución por etapas que se acople al conjunto de los cambios de política económica propuestos en la medida que éstos vayan generando otros recursos fiscales y disminuyendo gasto estatal. Al final de ese camino gradual  las retenciones deberían dejar de existir”.