Otra avanzada de los piratas ingleses en el Atlántico Sur

La presencia de un buque de guerra y un submarino nuclear en Malvinas encendió la alarma. Crece el temor por la soberanía. 

La presencia del Reino Unido en el cono sur, con el buque de guerra HMS Argyll y un submarino nuclear equipado con lo más avanzado de la tecnología militar, nada tiene que ver con el hecho de defender las inhóspitas islas. La realidad es que, aprovechando la indefensión extrema en la que se encuentra nuestro país -donde los aviones de la Fuerza Aérea se caen por la falta de mantenimiento y los buques se hunden mientras están amarrados en los muelles-, la estrategia del gobierno británico apunta a investigar y avanzar en el apoderamiento de las zonas con abundantes recursos naturales. Concretamente, van en busca de la Antártida. De hecho, llamó Reina Isabel a parte del territorio antártico que autoproclama como propio y cuya soberanía reclama nuestro país.

Con estas intenciones sobre la mesa, pocas chances tendría el país de proteger sus bienes de la garra extranjera si no toma medidas certeras en el asunto. Pero al kirchnerismo poco le interesa esto último, ya que parece estar más empecinado en patalear inútilmente en la ONU -presentando denuncias contra Gran Bretaña a diestra y siniestra- que en reforzar la defensa nacional en las fronteras y en el Sector Antártico Argentino. Curiosamente, este mismo gobierno se encargó de entregar varios yacimientos en el sur a la firma British Petroleum (BP), que opera en el país por medio de Pan American Energy (PAN). 

“Hay que tener en cuenta que la población de Malvinas no supera las dos mil personas y en la base militar hay, fluctuando, entre 2.500 y 3.000 efectivos, hay más de un soldado por habitante. Así que la militarización es algo recurrente desde la derrota en 1982”, dijo a Hoy el investigador Juan Alberto Rial, del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI). Y añadió: “en segundo lugar, esto tiene que ver con una serie de rotaciones que la Armada británica hace de manera regular para fijar su presencia en el Atlántico Sur. Y en ese sentido está demostrando la voluntad de permanecer todo el tiempo que haga falta”.

Según Rial, “la presencia británica en el Atlántico Sur también viene de la mano de la intención de usar las islas como punto de partida en la proyección antártica”.

“Argentina cometió una serie de errores estratégicos que explican cómo los británicos están muy tranquilos en cuanto a su pre-sencia en el Atlántico Sur. Yo vinculo esta actitud británica de manera inversamente proporcional a la actitud argentina de desarticular en una forma sistemática las Fuerzas Armadas. Esto se ha hecho público últimamente por una serie de desaguisados que expresan la poca relevancia que ha tenido la política de defensa del kirchernismo desde el año 2003”, concluyó el especialista del IRI. 

La Antártida, ese lugar deseado

El tesoro preciado por los ingleses abarca 437.000 kilómetros cuadrados, casi el doble del total del Reino Unido (244.000 kilómetros cuadrados), y está ubicado en la parte sur del territorio antártico que Londres autoproclamó como soberano en 1908, cuatro años después del inicio de las investigaciones científicas argentinas en el continente blanco.

En la Antártida existirían importantes reservas de agua dulce, petróleo -sólo en la zona adyacente a Malvinas, las estimaciones dan cuenta de una existencia de 60.000 millones de barriles-, minerales o especies marinas, con el calamar, la merluza y el langostino como las más destacadas. 

EN FOCO Las razones de la indefensión 

La indefensión que existe en nuestro país no pasa solamente por la destrucción de las fuerzas armadas que, desde hace años, viene siendo implementada por la administración kirchnerista, que no hizo más que continuar y profundizar el camino que ya había emprendido el menemismo en los años ‘90.

Los invalorables recursos naturales del Atlántico Sur se encuentran absolutamente desprotegidos porque la Patagonia es un territorio desértico. Santa Cruz y Tierra del Fuego, en su conjunto, tiene menos cantidad de habitantes que el Gran La Plata y cuentan con servicios muy precarios, mientras que grandes extensiones de tierra en la Patagonia se encuentran en manos de un puñado de magnates y empresas multinacionales que constituyen una suerte de Estado dentro del propio Estado.

En caso de existir un política de desarrollo sostenido en el sur argentino, con ciudades pujantes que ofrezcan servicios, cultura y posibilidades de progreso social y económico, automáticamente los kelpers renegarían de su dependencia del Reino Unido -cuya metropolí se encuentra a 8 mil kilómetros de distancia- y buscarían integrarse a nuestro país. 

Hay varios ejemplos históricos de proceso de integración. Por ejemplo, hasta el año 1997, la región administrativa de Hong Kong (constituida por una península y varias islas) era un enclave británico. Pero, ante el arrollador avance económico-capitalista de la República Popular China, Inglaterra terminó devolviendo este territorio que ocupaba como colonia desde el siglo XIX.

¿Qué incentivo pueden tener los habitantes de las Islas Malvinas de querer ser argentinos, con un gobierno como los K que le están poniendo bandera de remate al país? 

Antes de llegar a la presidencia de la Nación, los Kirchner manejaron, con mano de hierro, la provincia de Santa Cruz durante más de una década. Dejaron un territorio patagónico atrasado, con casi nula inversión en infraestructura y grandes extensiones de tierra absolutamente despobladas. 

Es más, cuando los Kirchner recibieron varios de cientos de millones de dólares del gobierno menemista, en concepto de regalías petroleras mal liquidadas, como pago del voto favorable que dieron en el congreso a la privatización de YPF, optaron por hacer un negocio financiero con los bonos de la petrolera privatizada. Y luego giraron ese dinero a países fiscales del exterior. Conclusión: los santacruceños no se beneficiaron en lo más mínimo de ese dinero. 

Los santacruceños ahora están pagando las consecuencias de la falta de políticas de desarrollo, ya que viven con una provincia que ni siquiera tiene recursos para pagar sueldos y tiene que recurrir al endeudamiento para cumplir con sus obligaciones.

Lamentablemente, la falta de soberanía, se está registrando en otras zonas del país. Por ejemplo, en Misiones, el idioma español está perdiendo cada vez más terreno frente al portugués ante el importante proceso de crecimiento económico y social que, desde hace años, tiene lugar en Brasil. De hecho, cada vez son más los compatriotas que cruzan la frontera para trabajar o buscar un mejor futuro en el vecino país.