El Xeneize cayó 1-0 ante Huracán en el Ducó, sumó su undécimo partido sin victorias y alcanzó la peor racha de su historia. Un equipo sin ideas, sin reacción y cada vez más confundido, dentro y fuera de la cancha.
Boca tocó fondo. Perdió 1-0 contra Huracán en Parque Patricios y rompió un récord histórico: 11 partidos consecutivos sin ganar, la peor racha desde su fundación. Pero más allá del dato frío, la derrota expuso lo que ya nadie puede esconder: un equipo perdido, confundido y con síntomas alarmantes de desconcierto.
El primer tiempo fue un calvario para el Xeneize, que sobrevivió de milagro gracias a una gran noche de Agustín Marchesin. Huracán fue superior en todos los aspectos y generó varias situaciones claras. En el complemento, el Globo fue por más y encontró su merecida recompensa con un golazo de Matko Miljevic que colgó la pelota del ángulo. Kudelka lo leyó mejor y su equipo ejecutó con paciencia y precisión.
Pero lo más preocupante de Boca fue todo lo que no tuvo. Desde el banco llegaron decisiones insólitas: Miguel Merentiel, uno de los pocos aprobados del primer tiempo, salió confundido por un cambio mal ejecutado. La escena reflejó el desconcierto total. Cavani jugando de lateral, Velasco frenando contras, Belmonte intentando una chilena inexplicable. Ni Leandro Paredes, recién llegado, puede tapar el caos.
La desconexión entre lo que el cuerpo técnico pretende y lo que el plantel entrega se volvió insostenible. Russo elogió al equipo tras perder con Atlético Tucumán y ahora repitió errores imperdonables. Marchesin, pese a sus atajadas, coqueteó con el blooper más de una vez. El final fue simbólico: Russo y Cavani protestando al árbitro en vez de asumir el fracaso de la noche.
Huracán fue todo lo que Boca no: orden, ambición, estrategia y carácter. Con Cabral y Miljevic manejando los hilos, Tissera complicando arriba y Gil ganándole a todos los mediocampistas, el Globo se hizo gigante ante un rival desorientado.
Boca cerró una semana negra y su crisis ya no se mide solo en resultados: es estructural. Nadie parece tener las respuestas. ¿Y ahora? ¿Cómo se sale? La pelota no quema, pero el fuego ya llegó hasta los escritorios.