El orgullo de Rojo se hace inmenso en una casita de 530 y 134
10/06/2014 - 07:03hs
Un solo platense jugará en Brasil 2014. Un joven que aún lleva la desfachatez del potrero, que nos presentó a su hija Morena. Faustino Marcos Alberto Rojo, el primer hijo de los cinco que trajeron al mundo Carina Arellano y “El Titi”, un delantero que descolló en la Liga Amateur. Una historia que tiene sus raíces en el humilde barrio El Triunfo
"Vení, vení, cantá conmigo… que un amigo vas a encontrar”. Si quiere póngale el nombre que usted prefiera, querido lector. Nosotros la tarareamos desde que salimos de la calle 139 casi 519, donde se ve un campito y donde ya no aturde el ruido de los motores. Adentro, en el patio, el gorjeo de los pájaros que cuida Marcos Rojo padre, mismo nombre que el único futbolista platense que tendrá el Mundial. Una entrevista familiar de la que nos fuimos envueltos en un sentimiento benevolente, esos que permite la profesión de periodista deportivo.
De hecho, le tocó al diario Hoy ser el testigo del último almuerzo del joven Faustino Marcos Alberto Rojo con sus seres queridos, antes de viajar a Brasil. Su pareja y su hijita, su padre al que ya conocíamos de la Liga Platense, su madre que tiene un espíritu tan alegre como amistoso; los cuatro hermanos menores del crack, y se hizo presente una cuñadita. La mayoría adentro de la casa de dos plantas, mientras el patio, bañado de un cálido sol, nos entretuvo con las historias que contó “El Titi”, un ex delantero de la década del ’80-’90.
Clima de cancha
Sin dudas los Rojo son fútbol, los une esta pasión. Son los que iban a la desaparecida cancha de El Cruce, en 23 y 528, que existió precisamente en el predio donde se levanta el Estadio Ciudad de La Plata. “Ahí jugaba yo, y parece un cuento, pero desde que la sacaron para hacer el Estadio, ya fuimos a ver tanto a Marquitos, el sábado obvio que estuvimos todos en la despedida de la Selección antes del Mundial… Esto se parece un cuento”, dice Rojo padre, quien no tuvo la fortuna de su hijo, porque jugó a nivel no profesional, y al mismo tiempo tenía que agarrar la brocha y trabajar como pintor, o en un supermercado de Pinamar, cuando hacía 30 kilómetros los domingos para jugar en un equipo de General Madariaga.
“¡Andá pa’fuera Bruja!” le grita el Tití a uno de sus perros. Boquense de alma, “pero acá soy del Pincha”.
“Cuando nació Marcos ya no fui más a jugar afuera” recuerda él, mientras la mujer puntualiza como una periodista, “fuistes hasta los 3 meses de Marcos”. Ese club madariaguense, el Cosmos, lo tuvo de los 18 a los 25 años. “Había ido a trabajar a la costa. Acá ganaba 7 pesos y allá me pagaban 30 por día, comida y casa, con la brocha, era lo único que hacía. Después salió lo del supermercado, piola. En Madariaga lo invitaron a un torneo de comercio. Cuando lo vieron al espigado y fortachón Rojo, varios clubes pasaron por el comercio a pedir que fiche en la liga: El León (N. de la R: ahí jugó Juan Ramón Verón a los 44 años), el Juventud Unida también lo quiso tener, pero arregló con el Cosmos. “Yo era callado, no me gustaba hablar mucho. El dueño del super me dijo ‘dejá Negro que yo hablo por vos, te arreglo todo’. Me dieron 300 pesos para que firme y 50 mangos cada partido, que en ese tiempo era un montón”.
Cuando el dueño del supermercado se fue a vivir a EEUU se terminó la vida de Rojo en la costa. Y de regreso a nuestra ciudad, lo esperaba una mujer que robaría su corazón, y la historia de un niño que llegaría a un Mundial.
Siga el baile, siga el baile…
María Carina ríe cada dos por tres. Le preguntamos por los dos Marcos. “¿Qué virtud tiene este…? la tengo que pensar bastante (jajaja). En la cancha era un gran jugador, estaba muy orgullosa de él, le hice una carpeta con toda su trayectoria (la carpeta lleva la firma de Marcos, Noelia, Franco y Micaela, porque no había nacida Sol todavía).
La pareja se conoció una noche veraniega. Cari fue al cumple de un amigo que tenían en común, “El Garza”, del barrio El Triunfo. “Apareció después de las doce de la noche porque trabajaba en el corso, ahí lo vi por primera vez, fue el 3 de marzo de 1988”. En otros marzos nacieron tres de los cinco críos.
Ella es de 136 y 525, y él en 523 y 133 donde aún vive el abuelo del crack (¡también de nombre Marcos Alberto!). Carina hacía servicio doméstico y tras el secundario estudió modista profesional, “pero solamente a mis hijos les hice ropa”. “¡No ejerció!”, se coló el matido, risueño también, con un bocado.
El Cruce, una pasión
“Eran unos pibes bárbaros, fue un equipo que cambió las cosas en el club, que era visto como el que se agarraba a piñas siempre… aunque tuvimos quilombitos”, rememora el “Titi” de aquel título en diciembre de 1997, en cancha de Cambaceres, ante Nueva Alianza.
Se escuchan gritos. ¿Quién llegó? “¡¡¡Maaarcoooossss!!!”, el lateral de la selección, curiosamente con una campera amarilla, los colores que lucía El Cruce, club desafiliado.
“Uno de los grandes jugadores que teníamos era Cristian Aztorica, al que lo vi en el Estadio Unico el sábado, con Eslovenia. Trabaja ahí, cubriendo eventos, justo lo vi al lado del banco de Sabella”, dice Rojo, próximo a cumplir 50. “Y pensar que la cancha de El Cruce está metida dentro del estadio Unico, parece que fue ayer... Pasan cosas que uno no las pensaba... Bah, de Marquitos sí, yo siempre decía: cuando tenga 10 años lo voy a llevar a Estudiantes, antes no porque los cansan a los chicos. Jugó de cinco, hizo un golazo y quedó. ¿Sabés quien lo probó..? Si te digo no lo vas a creer. ¡Uno que jugó en El Cruce!: el “Pájaro” Vaglica.
Hablando de pájaros… el patio está lleno de jaulas. “Esto viene de mi viejo, desde siempre tuvo”. También el apodo de Titi viene de su papá. De golpe un perro merodea la carne (la parrilla está en el piso), pero un “¡fuera!” bien fuerte suspende el banquete del animalito.
Con Marcos, a Brasil…
“Ella es More”. El hombre de Sporting Club de Portugal nos presenta a su mejor trofeo, nacido el 3 de mayo de 2012. “Estoy muy ilusionado con esta chance que se me presenta y voy a dar todo para ayudar a Argentina a ganar el Mundial. Jugarlo es un sueño hecho realidad”, nos cuenta el lateral zurdo que usará el número 16 en Brasil 2014.
Luego, Marquitos, que entró con hambre a la casa de los viejos, hizo la señal de los cinco dedos a la boca y escapó como por el lateral a la cocina: rodajitas de pan, quesito y salamines. Picadita previa para el 3 de Sabella. Ultimo beneficio previo a la gran concentración.
La familia Rojo está tan contenta como el defensor de botines exóticos, quien reconoció tener en estas horas “una mezcla de todo” y que “hasta que no estemos allá y podamos soltar todo eso que tenemos adentro, no vamos a estar tranquilos”.
Después, volvemos al entrevistado principal (sí, este vez fue el padre y no tanto el chico el de la nota).
Volvemos a la Liga. Este domingo no será de “sobremesa”, porque el otro varón tiene que jugar en la Liga para Nueva Alianza, y apenas termine de digerir ese sabroso choripán al plato, saldrá para el barrio El Retiro a jugar “mi último partido antes del mundial” (Franco también piensa que lo jugará pero en las tribunas brasileñas). Fue el que se quedó con las ganas de ir a Belo Horizonte en 2009, pero no lo dejaron. Esa finalísima de Libertadores la vieron por TV en una casita que alquilaban en Hernández, antes de mudarse a ésta de calle 139.
Rojo padre no llegó a enfrentar a Lucas Lobos. “Pero vi al Caña Vallejos, que era mucho jugador para la Liga, igual que Aztorica”, tiró.
La existencia materialmente ha mejorado para los Rojo, pero espiritualmente están iguales, siempre contentos, unidos, y ahora se irán a Brasil (todos) en un charter con el resto de los familiares del seleccionado.
Con la vista nublada por el humo de la parrilla y por un llanto que se iba acumulando en el pozo de la nostalgia, el Titi nos abre las rejas de la humilde casa y nos despide con un saludo de esos que sellan el alma. Ojalá se te dé y se nos dé. También se nos ablandan las fibras del cuore de solo pensarlo.
“¡Vení, vení, cantá conmigo, que un amigo vas a encontrar, que de la mano, del “Titi” Rojo, todos la vuelta vamos a dar!”
Ping pong
-Hincha de…
-Boca Juniors
-Futbolista, ¿se nace o se hace?
-Para mí, al fútbol se nace y se lleva en la sangre. Después te podés perfeccionar
-El primer nombre de Marcos es Faustino, ¿en honor a quién?
-Faustino era el papá de su mujer. Iba a ser el padrino de Marcos, pero no tuvo la suerte de conocerlo, falleció dos semanas antes de que naciera.
-¿Ta difícil es salir campeón, a vos te tocó en el último minuto de descuento de una final
-Mucho, mucho… Lo merecíamos desde el primer partido, con Ruben Barraza que armó un grupo bárbaro. Sufrimos hasta el último minuto. De ese día no me voy a olvidar nunca más. Fue la vuelta que tanto esperaba El Cruce.
-Sacando a Maradona, ¿un ídolo de tus épocas?
-Trobbiani, me gustaba cómo la pisaba… También Marangoni, Sabella, el Bocha Ponce, daba gusto ir a verlos.
-¿Un rival que te haya marcado tan duro como lo hace Marquitos?
-Uuhh, duro como Marquitos… (hace memoria) Era de Everton, el apellido era Segovia, un 3, áspero era ese chiquito…
-¿No te dan ganas de dirigir?
-No me veo ni sacando ni poniendo jugadores. Me gusta jugarlo y verlo, ser técnico no es para mí.
La familia, a pleno
María Carina Arellano y Marcos Alberto Rojo trajeron al mundo estos cinco hijos: Faustino Marcos Alberto, que fue el primero en nacer el día 20/3/90 (se estaba por jugar el Mundial de Italia y Argentina defendía el título); luego llegó Noelia Estefany, el 14/3/92; el tercero fue otro varón, Franco Nicolás, nacido el 15/6/93 (hoy juega en Nueva Alianza, de la Liga Amateur Platense); luego vino Micaela el 20/3/97 (misma fecha en que Marcos cumplió 7 años de vida y mismo año en que el padre lograba su título de campeón liguista). Por último, tuvieron a Sol Morena 6/2/’05 (para esa época Marcos jugaba en la 8va de EdeLP).
La esposa siempre fue de seguir al marido a los partido, “pero con los nenes tan chiquitos ya no pude”. Acota que Marcos empezó a jugar en El Cruce, en 1992, al nacer Noe. Y cuando salió campeón en el ’97 ahí tuvimos a la Mica”.
Un par de anécdotas del fútbol arrabalero
Jugaban El Cruce-Estrella, casi un clásico, sábado lluvioso. Los de Berisso convierten un gol y el autor Martín Reyes (un ex El Cruce) sale a festejarlo, sentándose arriba de la pelota. “Los gordos” de la hinchada de Ringuelet se le fueron encima a todos los visitantes. A varios años, el directivo Horacio Ottavianelli dice que “menos mal que estaba Titi Rojo y los Vallejos, que habían sido jugadores de Estrella, esos tres y el arquero Comai pararon la batahola”.
Ahora, la anécdota pertenece a Ruben Barraza, DT del equipo donde Rojo fue campeón amateur. “Al hijo lo conocemos de chiquito, si hasta mi hermano el Toro le compraba un sanguche de chorizo cuando venía. Ahora que estuvo en Rusia o Portugal, por wa-sap le mandamos fotos mientras hacemos la comida y en las juntadas de aquel equipo”.
Ultima perla: la final con Alianza, en Ensenada. Los rivales llegan con bolsos, todos de marca, uniformes al tono; muy distinto a El Cruce, que llegaba vestido como cada uno había salido de su casa. Barraza nos evocó una postal: “lo ví al Titi afirmado en un paredón, todavía no habíamos entrado al predio, estaba con sus botines en una bolsa de nylon, de esas que te dan en un supermercado. Me acerco y le digo: “ellos tienen todo eso, pero no tienen lo que vos tenés: corazón y una camiseta a la que amás”. La misma frase luego la repitió el DT en el vestuario para el resto. El Cruce logró el sueño.
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