La hermana de Horacio Ungaro, joven desaparecido el 16 de septiembre de 1976, dialogó con diario Hoy y describió la vinculación de la familia con el club, con su madre nadadora y el chico ajedrecista.
La Plata, septiembre de 1976. Lejos de la opulencia deportiva que marcó varios momentos de su historia, el equipo de Estudiantes de aquel año era dirigido por Carlos Bilardo y peleaba para no descender.
Todavía no habían pasado ni siquiera ocho años de la Copa del Mundo, y apenas seis de la última obtención de la Copa Libertadores de América. Pero como indica un viejo axioma futbolero, siempre después de una buena racha o buenos años, vienen tiempos difíciles. Así es el fútbol: cíclico, como los gobiernos y los momentos del país.
Aquel 16 de septiembre de 1976, hace exactamente 44 años, varios estudiantes secundarios de La Plata, de entre 15 y 18 años, padecieron la parte más oscura y cruel de la última dictadura militar que tuvo la República Argentina.
En un operativo impulsado entre otros por Ramón Camps, jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, los estudiantes secundarios de La Plata fueron secuestrados de sus hogares, señalados como los responsables de pedir por un boleto estudiantil para todos los jóvenes del país. Sí, por un boleto de colectivo para ir a estudiar.
A la fecha, muchos de ellos siguen desaparecidos, pero a 100 metros de la cancha de Estudiantes se les rindió un homenaje: el Monumento de los Lápices, sobre calle 58, a metros de la esquina de 1.
Horacio Ungaro, uno de los desaparecidos hace 44 años, fue un fiel defensor del deporte del club. Su hermana Marta, quien todavía lo recuerda con orgullo y emoción, detalló cómo de chico representó a Estudiantes en ajedrez.
“El sentimiento por Estudiantes vino de la mano de mi mamá. Se hizo socio de la institución a los ocho años. Mi mamá fue nadadora del club y lo llevó a Horacio a jugar al ajedrez cuando era chico”, reveló Marta desde su casa de Gonnet.
Horacio era el hermano menor de cuatro que tuvo la familia y estaba en un departamento del quinto piso del edificio del barrio Hipódromo, sobre 116 y 43, cuando lo secuestraron aquella fatídica madrugada del 16 de septiembre.
“Esa misma noche lo salimos a buscar con mi papá. Al día de hoy lo sigo buscando”, confesó Marta, una vecina de Gonnet que denota un profundo sentido de humanidad.
Ungaro fue alumno del Normal 3, y 44 años después, su hermana espera que se eleve a juicio oral a los responsables del conocido Pozo de Banfield, otro centro de detención clandestina en donde podría haber estado su hermano después de aquel fatídico septiembre de 1976.
“El 10 de septiembre habían asesinado en La Plata a Sergio Karakachoff y a otro abogado radical. Nadie se animaba a firmar un habeas corpus. Había un terror que no le deseo a nadie”, comentó Marta.
“Era un chico que estaba durmiendo para ir a la escuela al otro día. En la orden de detención decía Peligrosidad mínima. Pero bueno. Ahí está todo lo que pasó”, reveló.
Política, deporte y compromiso social. Estudiantes, hoy, también tiene un motivo para reivindicar varias luchas.