Con los cánticos de siempre para descargar tensiones y los ojos húmedos de expectativa, más los bombos y las banderas, completan la síntesis de lo que es un hincha argentino a 15.000 kilómetros de su hogar, "dejando todo" por alentar "a Leo Messi" y compañía en Rusia
La camiseta celeste y blanca puesta, empapada de esa emoción de la previa del inicio de un Mundial a flor de piel, con los cánticos de siempre para descargar tensiones y los ojos húmedos de expectativa, más los bombos y las banderas, completan la síntesis de lo que es un hincha argentino a 15.000 kilómetros de su hogar, "dejando todo" por alentar "a Leo Messi" y compañía en Rusia.
No hay obstáculos que impiden meter un banderazo en cada esquina, y dedo índice vertical sobre boca y nariz que acalle tanta alegría. Así en Belo Horizonte como en Moscú, en el norte y en el sur, en el este o el oeste, siempre flamea la bandera argentina cuando juega la selección.
El estadio de Spartak Moscú, que hoy albergará el debut de la selección dirigida por Jorge Sampaoli ante Islandia, se convirtió desde muy temprano en la mañana en el centro de reunión de hinchas que fueron llegando desde distintos puntos de la Argentina hasta la capital rusa "como pudieron", algunos con el futuro inmediato resuelto, pero muchos otros sin saber donde van a dormir mañana.