Daniel Córdoba tomó partido ante la decisión del Jefecito y expresó: “Después de salir tercero, me vinieron a buscar Vélez, San Lorenzo y la Universidad Católica de Chile.
Me quedé en Estudiantes por gratitud a la institución que me dio la chance de trabajar”.
Cuando asumimos en 1995 en Estudiantes o en 2002 en Lanús, muchos nos dijeron que no lo hiciéramos, que era “suicidarse”. Pero me sentía en deuda con dos instituciones que, como pibe una y como profe la otra, me habían dado mucho. Y ahí fuimos…
Después de una muy buena campaña por julio de 1996 con Estudiantes, vinieron la Universidad Católica de Chile, San Lorenzo y el mismísimo Vélez. Sin embargo, dijimos: “Ahora no nos podemos ir”. Porque el club que nos abrió las puertas por primera vez como cuerpo técnico debía vender todo para saldar sus deudas, y debíamos hacerle “el aguante”, aún dándole así “pasto a las fieras” que esperaban para destrozarnos a pesar de lo logrado. Y así hicimos.
El señor Javier Mascherano eligió muy mal el momento para abandonar el barco que le permitió subirse y “navegar” un poco más en las aguas turbias y de negocios del fútbol argentino.
Su experiencia y teórica voz de mando ahora se necesitaba más que nunca, ya sea en el mediocampo, en la zaga o desde el banco, pero fundamentalmente en el vestuario.
El haber jugado en varios clubes del mundo y muchísimo en la Selección (en esta, y con Messi en su mejor versión, solo ganó una medalla), lo obligaban a ser más “jefe” (como lo apodó su prensa) que nunca en Estudiantes.
No fue ni un pequeño “jefecito”, sino que, además, casi podríamos decir que miedosamente decidió dejar su carrera, al Pincha y el barco cuando más lo necesitaba.
Recuerdo que Maradona (guste o no) se podía ir al descenso con Gimnasia y no solo decía que se quedaba, sino que iba a dirigirlo en el descenso. Y, en clara contraposición, justo en un pésimo momento del equipo, el señor Javier Mascherano lo abandonó. Con gran claridad se ve ahora: uno fue campeón y subcampeón del mundo, y el otro no ganó ni una Copa América.
Ojalá sea para el bien de Estudiantes, que está por sobre todo jugador, director técnico o dirigente de turno, que guste o no, como ya ocurrió con otros, van a pasar en algún momento.