Otro Sergio que fue héroe en una semi
¡Qué condimento el Romero, che! Terapéutico, dicen. Y esencial para cocinar a la naranjita holandesa. Fuera de broma, surgido de Racing, este Sergio Romero evocó en San Pablo aquella otra semifinal del San Paolo, cuando el héroe fue Sergio Goycochea
¿Cómo será este jueves para Sergio Romero? Sí, el hombre más famoso de un país, más que Messi, más que Maradona. En cualquier idioma estarán repitiendo que Argentina es finalista y la figura fue ROMERO.
En esto del Mundial, donde todos opinan de todo, no faltan los fanáticos que hoy pasen por la verdulería y pidan un poco de “romero”, esa planta de uso culinario y que, según la leyenda, cambió las flores blancas por otros colores cuando la Virgen María apoyó su manto sobre una planta de romero, mientras la sagrada familia viajaba de Israel a Egipto.
Pero no nos vayamos por las ramas (de hecho el Romero es un arbusto). Ayer, en Brasil, en una semifinal, ese muchacho de camiseta amarilla y vivos azules terminó siendo “terapéutico” para 40 millones de habitantes. Cambió el humor, subió las endorfinas… Ya era de noche en este invierno pero en el pecho vivíamos un verano hermoso…
Puñetazos al cielo
Durante el juego en sí mismo, Sergio Romero acudió a una vieja ley de los arqueros que no andan con “chiquitas”: usó los puños en los envíos aéreos, donde los europeos siempre son amenaza. Una y otra vez, en tres centros a la olla, Romero despejó lejos y hacia el cielo.
En la única acción donde tuvo que ser auxiliado (si no qué hubiera sido de él), fue cuando Robben en el minuto 90 viboreó en el área, y cuando iba a acribillar a nuestro arquero, Mascherano puso la puntita de su botín para cambiarle el destino a la última pelota del tiempo reglamentario…
Después, en la serie de penales, intervino magistralmente, con una fe absoluta en sus fuerzas, en el primer y tercer remate de los “naranjas”.
La historia escrita ayer no se podrá olvidar en décadas, al menos mientras esta generación permanezca sobre la tierra que incluso en la víspera festejaba un aniversario de la independencia.
Así como Romero atrapó las pelotas de Vlaar y de Snejder, en aquel verano italiano Goycochea dejó sin alegría a Donadoni y a Serena.
Qué cosas de la vida y del querer, los dos “arqueritos” en casa son llamados por sus nombres, Sergio… ¡San Sergio!
Habló Chiquito: “es suerte, en realidad”
Con la humildad que lo caracteriza, y la motivación como bandera, Sergio Romero explicó ayer tras su enorme obra en la definición por penales, que “tenía confianza, y gracias a Dios se me dio. Es una alegría inmensa. Es suerte, en realidad".
Ahora, ante la tremenda Alemania, asegura que "a partir de mañana prepararemos el partido, la confianza está intacta",
Para el pueblo argentino, Sergio dejó un mensaje sin pensar en la final contra los alemanes: "Disfruten este momento. Nosotros vamos paso a paso".
Dos y dos… y dos más
Los penales más recordados del 90 tuvieron dos atajadas en la serie, la de “Goyco” a Roberto Donadoni y a Aldo Serena. Ocho años más tarde, en definición ante Inglaterra, en Francia ’98, Carlos Roa se los detuvo a Paul Ince y a David Batty. Y dieciséis años después (el doble de tiempo) Romero contuvo los intentos de otros dos rivales… Dos y dos… y dos más.
Desde Pringles y de los Triperos, todo el orgullo por el otro Romero
En la semana publicamos una nota titulada “Para el Chiquito Romero, nada mejor que otro Romero (Juanjo)”, donde repasamos la vida del entrenador de arqueros de esta Selección. El muchacho de aquella categoría ’79 de Gimnasia y Esgrima La Plata, que apenas pudo jugar tres partidos oficiales en Primera división.
Ayer, tras la victoria, nos introdujimos en su mundo íntimo, donde el Facebook de Juan José Romero (figura como Entrenador de Arqueros) detonó de palabras emocionadas de parte de sus amigos y conocidos, que lo trataron alguna vez en La Plata (donde vive) como en Coronel Pringles (donde nació). Un tal Mariano Calabrese escribía “te acordás Gordo cuando ibas a tomar mates al locutorio, sos un ídolo”. Claudia Ardohain fue más deportiva en sus dos líneas breves: “que orgullo que tenemos, ¡¡Vamos Juanjo!!, se juntaron los dos Romeros y la rompieron”. Silvia Armario puso un “grande Juan, sos el mejor entrenador de Argentina y nuestro orgullo pringlense”. Y para rematar, no faltó un platense, Carlos Di Nuzzo, con el corazón azul y blanco, haciéndole llegar el mensaje de felicitaciones, “esas manos también son las tuyas”