Albertengo
perdió la pelota en el primer gol y no encuentra su lugar en el equipo
El partido de ayer fue un examen para varios protagonistas. El Chino Benítez, que venía sumando adeptos y elogios, cayó en la trampa de dejar jugadores en nuestra ciudad apostando solo al encuentro de Copa ante Gremio de Brasil. Dejó en evidencia que no puede hacer los mismo dos veces y cuando pretende ensayar con un equipo que no se conoce dentro del campo de juego, queda pagando.
No aprobó un parcial en su incipiente carrera como entrenador, pero todavía no perdió la materia.
Lucas Albertengo, en cambio, volvió a decepcionar. Esta vez, el ex delantero de Independiente tenía la chance de mostrarse desde el primer minuto. Y lejos de cumplir, estuvo lento de reflejos, previsible en sus movimientos y se dejó anticipar ante los defensores rivales. Recién cuando Belgrano comenzó a sentir el desgaste por el correr de los minutos, el atacante pudo sacar ventaja en alguna jugada esporádica, desbordando y tirando centros en búsqueda de la cabeza de Pavone. Pero está lejos de ser aquel temible delantero que el Pincha fue a buscar a mediados del 2014 y que recibió la negativa del protagonista que decidió priorizar a Independiente.
Matías Ruiz Díaz acusó la inactividad y fue una sombra de aquel joven atrevido que deslumbró cuando le tocó debutar de visitante en la cancha de Vélez.
Matías Laba le hizo honor a su apellido y se desentendió del juego en la mitad de la cancha. Nahuel Estévez no estuvo a la altura de las circunstancias y Zuqui quedó muy expuesto ante la falta de compromiso de sus compañeros. Ni si-quiera el romerense Latanzio, que surgió el año pasado con hambre de gloria, pudo desequilibrar en los pagos de Rodrigo Bueno y Beatriz Olave. Apenas chispazos del Tanque Pavone y las siempre seguras intervenciones de Mariano Andújar hicieron que el partido no terminase con un resultado aún mayor para los locales.
Estudiantes, que sumó poco en el último mercado, comienza a replantearse algunas decisiones como la de incorporar a Lucas Albertengo, que ayer hizo pensar a más de uno en la frase del relator del ascenso del '95. Albertengo, ¡para qué te tengo…!