Pese a todo, estos árbitros siguen
Tras la barbarie en el estadio de la Liga Ayacuchense, este medio juntó para la reflexión a referentes de distintas asociaciones arbitrales. ¿Cómo palpita el corazón del réferi en los campeonatos platenses?
Con buena cara pese a los malos presagios y la mejor predisposición para llegar puntuales a la nota con Hoy, los referentes de los distintos cuerpos arbitrales que llevan el control de los partidos del fútbol amateur local (en Infantiles, Juveniles y Primera) hablaron sobre la decisión de que siga el show a pesar de la amenaza del Sadra.
Mario Fregosi (66 años; recibido en 1978; dirigió en AFA y hoy se encarga de las designaciones y otros menesteres en la Liga Amateur Platense): “La Plata está lejos de ser un paraíso, al igual que el resto de la Argentina. Hay muchos otros casos de agresiones a colegas que no tomaron estado público. Pero hay países donde no pasa lo que ocurre acá e inclusive el árbitro sube a la tribuna y saluda a los espectadores”.
Héctor Horacio Lopumo (65 años, con 22 de experiencia desde aquel debut en la Liga del Oeste): “Para mejorar la situación, los clubes y ligas, a nivel dirigencial, tienen que ponerse de acuerdo. Debe aplicarse la Ley del Deporte 11.929. En 1994, a un compañero, Manuel Freijó, lo destrozaron. ¿Qué hizo la Liga? Sancionó al árbitro y no dirigió más. A mí me rompieron el pómulo, hice la denuncia penal y puse la Ley del Deporte, pero un juez la dejó sin efecto porque faltaba mérito. Hay que ponerse las pilas a nivel político. Ahora lo mismo pasó con esta huelga, que resultó una venta de humo.
Ramón Ferreira (53 años; presidente del Grupo Arbitral): “Empecé a dirigir de grande y tengo tres hijos que también dirigen, de 28, 25 y 18 años. No me gustaría que alguien descargara violencia contra ellos ni contra nadie. La sociedad es violenta y muchos trasladan eso a la cancha”.
Mauro Falcón (32 años, réferi de la AAFP): “Cuando pasa lo de Ayacucho, escuchás a tu familia decir: ¿vale la pena seguir dirigiendo? Pensalo bien. Uno lo que hace es meterle vocación, sacrificio y concientización del respeto hacia el árbitro, que últimamente se perdió y no solo en el futbol sino en la vida misma, como sucede con los docentes. Hay maldad y crueldad contra el árbitro, que es un ser humano como cualquier otro”.
Gustavo Tabone (46 años, de la Asociación Ribereña de Árbitros): “Tendríamos que hablar de un fútbol que permita tomar mate y disfrutar de nuestros hijos. Pero vemos presiones, gente insultando... ¡hay más expulsiones de técnicos y padres que de jugadores en Infantiles! Y eso denota algo: se busca ganar a toda costa. Nuestra asociación ha sufrido en estos últimos tres meses cuatro acciones violentas. Los chicos se están formando con violencia; saben que el profe o el papá le pueden pegar o insultar al juez porque se equivocó al no ver una mano. La solución no está en hacer la denuncia y seguirla en el plano personal. Nos duele que tantos chicos se vayan formando con esa idea”.
“Antes había otros códigos”
Marcelo Martin (47 años; exjugador y actual réferi en la Liga Ensenadense y en LAFIR): “Antes había otros códigos. Jugué en la C, en ligas del interior, y era distinto: uno se acercaba al árbitro y tenía un “permitido”, se podía hablar con el juez sin enojo mutuo. De 47 años que tengo, llevo 42 en el fútbol. Dejé de jugar y empecé en el arbitraje; lo hago porque es una pasión. Pero los tiempos han cambiado. Antes había padres que le decían al pibe: Si andás mal en la escuela, no jugás al fútbol. Y hoy le dicen: Si andás mal en el fútbol, no te mando a la escuela. No se dan cuenta que, de 5.000 pibes que terminan anualmente el fútbol infantil, en diez años te llegan dos a Primera. O se dan situaciones similares a las que viví en torneos libres: he echado a dos jugadores y uno sacó un revólver y se lo puso al otro en la cabeza”.
Cristian Vallejos (43 años, ya con 25 en el mundo arbitral de LISFI, donde es el máximo responsable de los árbitros): “Está muy desvirtuado el fútbol infantil, comparado con lo que era todo en mis inicios, hace 25 años, sobre todo con el respeto. Hoy los chicos no se divierten ni ganando. Recuerdo a dirigentes que eran representativos. Hoy, en cambio, está una persona y a los pocos meses la reemplaza otra. Los clubes terminan siendo cómplices de la violencia, porque sacan oficialmente a la persona violenta pero la dejan trabajando con los niños. Entonces pensás en esos padres que siguen llevando sus hijos a formarse con esas personas”.
Sergio Quijano (46 años, titular de la Asociación Árbitros del Fútbol Platense): “Es muy triste ver lo de Ayacucho, donde dirigí hace poco. Observar cómo se manejaron estas personas fue doloroso. Hubo una seguridad frágil para un partido de esa trascendencia. Cuando lo vi, me quería morir. ¿Qué hace el futbol mayor en relación a esto… ¡Nada! Les importan los números y no los árbitros; si realmente quieren un cambio, no se tendría que jugar ningún partido este fin de semana. Cuando quiere algo, la Policía tiene la capacidad de alcanzarlo. Pero no quieren erradicar la violencia en el fútbol, no les conviene a los grandes de la casa mayor”.
Tras la nota en Hoy, acordaron estar más alertas
Cruzaron polémicas frases, acusaciones y anécdotas, pero sobre todo aprovecharon la invitación de este medio para intercambiar números telefónicos y aunar ideas para que “calme” la fiebre del deporte rey. “¿De qué sirven las sanciones máximas cuando el jugador o el técnico agresor son habilitados mientras van por la mitad de la pena?”, le dijo Quijano a Fregosi.
En tanto, Vallejos propuso: “Tienen que parar todos cuando ocurra un hecho lamentable. La Liga donde se dio el problema es la primera que no debe jugar”.
“Existe una deuda entre nosotros como parte de organizaciones”, dijo Lopumo, quien se mostró enfadado por “la falta de códigos en todos los niveles. Lo de Guillermo Marconi fue una farsa total: conciliación obligatoria y andá a la cancha a que te maten”.
Tabone y Martin evocaron aquel tiempo en que “a un pibe lo mirabas y hasta lloraba, pero ahora te enfrenta y te grita: Eh, gato, chavón”.
Fregosi recomendó a sus pares: “Les pido a las demás asociaciones, por más que el resultado no sea el mejor en el corto plazo, ganar por cansancio: todas tienen que tener un abogado con ganas que pueda seguir cada uno de los problemas. Cuando ustedes van a una comisaría, les dicen muchas veces: Deje, venga otro día. Pero este abogado, de confianza, insistidor, debe seguir los casos de agresión. ¡Mentalícense sobre la parte judicial!”.