Algunos quieren amedrentar el talento, hasta los jueces que dirigen los partidos y que en ocasiones demostraron una gran falta de personalidad.
Por Daniel “Profe” Córdoba
Por lo que vengo viendo en la presente edición de la Copa América, me queda claro que correr, se corre. Pensar, en algunos casos, lo hacen. Jugar lo intentan… pero la mayoría lejos del área. ¿Y meter? En ese rubro están pasados de vueltas.
A lo largo de mi carrera como entrenador siempre me basé en tres doctrinas tan simples como efectivas que aplican con el paso del tiempo a cualquier equipo, jugador o contexto: correr, meter y pensar. Luego, jugar y sobre todo ganar. Pero todo en su justa medida. Pegar de más o no saber correr de manera estratégica puede resultar claramente perjudicial tanto para un futbolista como para el equipo en su conjunto. Y en parte creo que esto es lo que viene ocurriendo en algunos partidos que me tocó analizar.
Después de mirar el primer tiempo del encuentro que protagonizaron Estados Unidos, el país anfitrión que tenía toda la presión de hacer una buena Copa, en el partido contra Uruguay, y luego observar detenidamente en la etapa inicial de Brasil contra Colombia, todos fueron violentísimos.
De una vehemencia descomunal. Se buscó amedrentar al talento y al juez, que en algunos casos demuestran una falta de personalidad descomunal y alarmante para estar al frente de partidos en un torneo con semejante envergadura como éste.
Hicieron de la agresividad un arma excesivamente peligrosa.
Con intencionalidad no Santa con maldad al rival. Atento deberán estar nuestros jugadores argentinos en los próximos partidos que serán definitorios en el certamen de Norteamérica. Porque exactamente la misma metodología de dureza y provocación podría ser usada por nuestro próximo rival, en este caso Ecuador, que podría recurrir a la rudeza y el vigor de sus jugadores para frenar el talento de los jugadores nuestros.
El temple, la experiencia, el autocontrol deberán privar en los de celeste y blanco.
Que así se dé por el bien del espectáculo, y por sobre todo para priorizar el buen juego de los futbolistas que sobresalen por jerarquía y talento personal a partir de sus condiciones técnicas dentro de la cancha.