Mi villano favorito 3 se unió al club del billón
09/09/2017 - 01:25hs
Antes de presentarse en La Plata, el artista visitó la redacción de este medio y contó detalles de su nuevo disco, concebido a partir de experiencias personales y su amor por figuras como Spinetta o el Papa
No pronuncia una sola palabra de más. Con cada elección de frases que realiza para hablar de arte, música, amor y de sus reencuentros familiares, Javier Calamaro genera ganas de indagar en las canciones de su último disco, Próxima vida. Este se presentará el viernes 15 de septiembre a partir de las 21 en 59 entre 12 y 13.
En su visita a la redacción de diario Hoy, antes de afinar la guitarra y entonar una canción, hizo un recorrido por el último lustro de su vida, momento en el que pudo reencontrarse con su hermano Andrés y grabar juntos. También volvió a ver a su hermana Hebe Rosell en Buenos Aires, quien se exilió en la última dictadura.
—¿Por qué tardaste cinco años en sacar este disco?
—Próxima vida es un pedazo de cinco años de mi vida, en los cuales viví cosas importantes. Las que más me marcaron a todo nivel son las que se convirtieron en canción. Yo nunca me propuse hacer un álbum, sino que quise relatar tal vez incluso para mí, en forma personal, lo que fuera pasando. Pero cuando el amor golpeó mi puerta, nació mi primer tema. Una balada de amor a la distancia, porque mi actual mujer (la pintora Paola Montes de Oca) vivía en Estados Unidos. La conocí en un viaje, ella dejó a su familia, vino acá y se convirtió en parte mía. Esa creación dio el puntapié inicial a este disco. A lo largo de estos cincos años ese amor evolucionó así que hay dos canciones más para ella.
También hay un homenaje a Francisco, con buen humor, porque lo tomé muy bien cuando se dio la noticia del Papa argentino. En este tiempo se murió Spinetta e hicimos una descarga por lo que significó la pérdida de Luis, hasta entoné fuera de registro en su canción, porque tuve que llegar al que tenía él en 1972. Las cosas que se comparten pueden ser fugaces pero quedar para siempre. De un viaje a Uruguay me traje el candombe e invité al Cuarteto de Nos, mi banda uruguaya favorita. Hay un recitado del Coco Silly en otro tema, que es el favorito de mi madre. En el medio hice una producción con la Orquesta Pirata. Hubo tres tangos que no entraron y, como estaba trabajando con los chicos, los grabamos con la banda de rock. Este disco tiene muchas cosas familiares. Mi hermana, cuando estuvo exiliada en París, vivió en la casa de Atahualpa Yupanqui, también exiliado. Yo tenía 11 años cuando fui a visitarla y en esa casa me enseñó Piedra y camino. Eso que me marcó también está presente, porque me reencontré con ella en Buenos Aires en estos años. Además, volví a ver a mi hermano e hicimos una canción en honor a mi vieja que incluí en el álbum, ya que antes habíamos hecho un tema en honor a nuestro padre.
—¿Cómo te preparás para la fecha en La Plata?
—Toqué el disco entero solamente una vez, y ahora lo presento en La Plata. Este trabajo es un pedazo de vida para mí, me preparo ensayando y con ganas de pasar por todos los estados de ánimo. El show en vivo suele ser muy emotivo y hay diversidad de sentimientos. Además, se suma que vamos a tocar en una sala que es preciosa. Ese va a ser el marco después de dos años de no estar en La Plata.
—¿Cuál es tu relación con lo digital?
—En principio, el MP3 se convirtió en un elemento pirata y fue planteado como “el enemigo”, desde el punto de vista de los músicos, por los derechos de autor. Inmediatamente me declaré a favor de la descarga gratuita. Debería tener otra denominación que no sea piratería. La música está en el aire, el
objetivo del creador de la lírica y del arte debería ser que su obra trascienda, no que le dé plata. En ese momento hubo una disyuntiva. Por un lado se encontraban los artistas que se pusieron en contra, sobre todo aquellos rockstars que estaban perdiendo millones, y en la otra vereda los locos como nosotros, los pobres del hemisferio sur que decíamos: pero si yo hago música para que la gente la escuche.
Yo respeto a quien hace música y gana mucho dinero, está muy bien, a mí me gusta, pero no hay que olvidarse de las prioridades. En una época con exceso de información, tanta confusión y tan mercantilista, en la que parece que todo se hace por dinero es importante recordar que el arte tiene que estar por encima de las cosas más viles. El arte es nobleza.