Durante una entrevista exclusiva con diario Hoy, el comediante se refirió a sus modos de producción y las ideas de sus monólogos. Además, habló sobre los límites que existen en el mentado género.
En el transcurso de su trayectoria, el intérprete y guionista Juan Barraza se destacó en el género stand up. Trabajó en su fuente de inspiración: “Llevo al escenario lo que me divierte. Todo el mundo hace el humor que puede, no siempre el que quiere”.
En diálogo con diario Hoy, el artista presentó el show online que estará disponible este sábado en su canal de YouTube.
—¿Tenés pruritos a la hora de hacer humor? ¿Cómo se innova?
—Los límites se los pone uno mismo. Se puede hacer humor con absolutamente todo y está bien que así sea. Hacerlo con algo delicado no es faltarle el respeto a eso ni burlarse de quien resulte vulnerado por esa cuestión. Lo que hay que ver no es el tema que se toca, sino la vereda en la que uno se para. Todo chiste tiene una víctima que sale perdiendo. Hay que ver quién querés vos que pierda. A favor o en contra de quién te tirás. Ahí está la cosa. No tanto en qué tema se debe hablar y en cuál, no. Innovar en el humor, a veces, pareciera tan difícil como hacerlo en la música. Es el punto de vista del comediante lo que se distingue, por lo menos en el stand up.
Lo mismo sucede con la impronta personal o la persona escénica. Toma tiempo y trabajo instalarla pero a la vez, es una prolongación natural de uno. El que sube al escenario es un yo hiperbólico, una caricatura o exageración de uno mismo. Pero es uno mismo, no otro.
—¿Cuáles son tus fuentes de inspiración?
—Es la vida misma. Somos seres sociales y de ahí viene el material. Por eso el stand up es un género tan urbano. No hay ermitaños que se suban a hacer stand up. Salir, caminar, hablar con la gente, juntarse, vivir. Y observar todo eso. Ofender a otro es algo que no se puede manejar ni evitar. Si hacés humor con biromes, algún día uno se enoja, así que no me preocupo tanto por eso. Intento contribuir, desde mi lugar, a no reforzar estereotipos nocivos ni fomentar cosas que no me gustan.
Esto no quiere decir que no aparezcan en mis monólogos temas como la pedofilia o algún otro más escabroso. Yo no lo respaldo. Hacer humor es opinar así que cuando yo llevo algo al escenario dejo en claro cuál es mi postura.
Vivo del oficio hace años y por supuesto que, muchas veces, el público no ríe. Los comediantes, justamente, nos formamos en esas funciones malas.
—Las luchas y conquistas de género llegaron para quedarse, ¿de qué manera adherís o trabajás en ellas?
—Contribuyo acompañando en silencio y dejando que las mujeres sean las protagonistas. En el escenario dejé de hacer chistes que había escrito en algún momento y, si bien no eran misóginos, hoy pienso que no sumarían al contexto.