La magia y el humor de Radagast se dan cita en la ciudad
01/11/2017 - 04:00hs
Guillermo Novellis, el líder de la banda formada en los 90, se refirió a cómo se adapta el grupo a los tiempos que corren y habló de su último lanzamiento, Marineros
Corría el año 1995 en Villa Ramallo, Provincia de Buenos Aires, cuando Guillermo Novellis, quien trabajaba como técnico electricista y tocaba la guitarra, pasó a ser el frontman de una banda que con el tiempo se conoció como La Mosca Tsé Tsé.
A base de hits festivos, con el tiempo la formación se convirtió en una de las referencias musicales de una movida que iniciaron Los Fabulosos Cadillacs y transitaron con éxito Los Pericos y Los Auténticos Decadentes. Hoy, 22 años después, la banda sigue activa y convive con una nueva manera de manejarse en la industria musical. En una charla descontracturada con este medio, Novellis habló de los años recorridos con La Mosca y de Marineros, el tema de 1999 que relanzaron recientemente.
—Estamos en el contexto de la presentación de Marineros, ¿cómo se adaptan a estos tiempos en los que ya no salen discos, sino canciones?
—La tecnología ha puesto la música en otro lugar: en los teléfonos y las redes. Los autos vienen sin reproductor de CD y yo lo lamento mucho, porque un disco era una obra que tenía una coherencia. Uno se podía dar el lujo de poner una canción que no iba a ser popular, que no iba a sonar en la radio, pero la gente compraba el disco y la iba a escuchar igual.
En cambio, ahora volvimos a los singles, como hacían los Beatles en los 60. Antes sonaban en la radio, ahora se ven en la web, y nosotros siempre acompañamos con un video para ayudar a la difusión y porque nos divierte mucho. Cambió la forma de consumir: antes nos juntábamos a escuchar música, ahora la gente escucha sola, con los auriculares puestos.
—¿Qué cambios tuvieron que hacer hacia adentro de la banda?
—Nos obligó a elegir, porque tenemos un solo tiro. Antes había diez dentro del cargador. Ahora hacemos un single por año y eso nos condiciona, porque elegimos canciones con respecto a lo que la gente espera. Antes podíamos poner una balada o un rocksteady de medio tempo. Ahora seguimos teniendo esos temas, pero hoy ese tipo de canciones no tienen lugar. Eso no quita que un día de estos las grabemos todas, las subamos a la red y las pongamos a disposición para que la gente elija. Pero eso dificultaría el tema de difusión. La verdad, estamos acomodándonos, y cuando nos acomodemos a esto seguro cambiará a otra cosa, y así.
—¿Qué tipo de tema es Marineros?
—Marineros es un ska, en donde volvimos a las fuentes después de haber surfeado por el cuarteto, el reggaeton, la salsa y la cumbia. Pensamos que era bueno volver a tocar un ska, que no es lo que está sonando en los medios. Hicimos un video con el que estamos muy contentos, porque tiene una estética de principios de siglo XX, de cine mudo, onda Carlitos Chaplin, con mucho humor y diversión.
—Con La Mosca es difícil no divertirse, han tocado hasta en festejos de divorcios...
—Hemos tocado en cumpleaños de un año, de 90, casamientos, divorcios. Gente que festejaba que se había separado. Debemos llevar más de 2.400 shows.
—¿Cómo manejan el paso del tiempo?
—Conservamos la energía en el escenario. A mí me gustan todas las actividades que implican tener una banda. Me gusta hacer prensa, componer, ensayar, cranear el video, grabar, discutir con el director, y también los shows en vivo. A algunos les cuesta más salir porque tienen los hijos chiquitos. Los míos ya no me dan bola, y si me voy mi mujer se pone contenta (risas).
La energía está intacta, como una selección juvenil, con hambre. Tenemos la fortuna de ser una banda clásica, con canciones que se cantan hasta en la cancha. Está muy bueno eso, aunque te puede hacer quedar atrapado en el pasado. Por eso está bueno todos los años hacer un tema nuevo e incorporarlo al repertorio.
—¿En qué te afectó el infarto que sufriste en 2015 durante un show en Chaco?
—Tenía un infarto y no me di cuenta. El “Barba” me dijo: Guarda, que la gente se muere y vos también. Me di cuenta de la mortalidad que tenemos, de que todo puede cambiar en un minuto. Volví a mi casa, acomodé papeles que tenía enquilombados y tuve cambios de conducta: dejé de fumar, asumí que estoy grande y corro otros riesgos y tengo ganas de quedarme más tiempo en este planeta. Nadie sale vivo de acá, ni Einstein ni Walt Disney (risas).
Por eso me quiero quedar el mayor tiempo posible, haciendo música, disfrutando con amigos de las cosas que me gustan, porque me di cuenta de un montón de cosas que me perdía. Fue una bofetada por el susto que me pegué, pero trato de buscarle las cosas positivas. Y si uno le busca la vuelta tiene una enseñanza: de los fracasos y las cosas donde te va mal es donde más se aprende. Los “no” tienen mucho valor para aflojar el temple y el carácter, para estar más preparado cuando vengan los “no” importantes.