cultura

Rapear para contarlo

El repentismo poético tiene una larga tradición que se remonta a los inicios de la literatura rioplatense. Hoy logra imponerse como forma de expresión de muchísimos jóvenes en Argentina y en buena parte del mundo.

Espectáculos

01/11/2020 - 00:00hs

Hay muchas formas de improvisación y hoy se han puesto de moda todas. Miles de niños y jóvenes se dedican al freestyle o al arte de la improvisación, demostrando a aquellos incrédulos que se trata de un aprendizaje minucioso precedido por patrones métricos precisos. Posee no solo una gran carga lúdica que permite bucear en las profundidades del lenguaje, sino también una técnica. Toda improvisación entraña rigor, tal como lo han demostrado los músicos de jazz, que improvisan dentro de unas escalas, aprendiendo a partir de determinadas reglas y conocimientos gramaticales y sintácticos.

El 23 de julio de 1884 se realizó una célebre payada entre el oriental Juan Nava y el argentino Gabino Ezeiza en la localidad uruguaya de Paysandú. Desde 1992 se conmemora esa fecha como el Día del Payador.

Gabino, conocido como el Negro Ezeiza, era un cultor del contrapunto ―la payada a dúo o duelo cantado―, y fue ganando una muy sólida popularidad en el ambiente. Esa tradición poética musical durante mucho tiempo se creyó muerta, o confinada exclusivamente a los círculos tradicionalistas, pero desde hace unos años ha renacido con mucha fuerza entre los jóvenes, quienes ya no improvisan payando, pero sí se valen del repentismo para dar su mirada de la vida, la política y la actualidad. Basta con escucharlo hoy para saber que se trata de un arte que los jóvenes adoptaron como propio y lo han llevado a sus límites últimos, a sus más luminosas expresiones, diversificándose en multitud de géneros.

“Somos testigos de una revitalización poética con mucho arraigo en toda Latinoamérica. Las payadas rioplatenses tuvieron un momento maravilloso a finales del siglo XIX e inicios del XX, hasta aquella controversia de Gabino Ezeiza en el Luna Park, pleno centro de Buenos Aires. Fue un momento de esplendor en Argentina y una gran oportunidad para escuchar a los poetas populares”, señala el escritor y repentista cubano Alexis Díaz Pimienta.

El siglo XXI ha sido ganado en los barrios, las plazas y en los principales escenarios por esos juglares del repentismo, para quienes el habla en verso se les ha pegado como un segundo idioma, como un lenguaje dentro del lenguaje. Es como aprender en otro idioma a ordenar el pensamiento dentro de una métrica preestablecida, lo que aporta ritmo, creatividad lingüística, desarrollo de la memoria y del vocabulario. Hay un trabajo de búsqueda y selección de las palabras justas en el momento necesario.

“El rap es como el diario en el gueto”, afirma Alfredo Martínez, alias Danger Alto Kalibre, poeta y leyenda viva del freestyle mexicano. El rap no solo habla de la calle, las drogas o el ego, sino también de la intemperie, el pánico, la fragilidad y el profundo malestar de la vida de aquellos sectores que muchas veces no se encuentran reflejados en lo que los medios tradicionales dicen sobre ellos.

“Lo que yo estoy haciendo es ponerle poesía a un ritmo musical; así es como veo al rap. Si buscáramos el trasfondo de las habilidades en el rap y los recursos que utiliza, encontraríamos que son totalmente poéticos, con sus estructuras y recursos literarios montados a ritmos musicales. El rap no escapa de la literatura”, explica Danger, quien recientemente lanzó un curso online de “Rap: Ritmo y Poesía” en la prestigiosa Academia Oralitura.

Su correlato en la ciudad

Hay un mundo global del hip hop. Un movimiento cada vez más grande que se convirtió en el escenario propicio para el surgimiento de muchísimos eventos de freestyle. En La Plata, las batallas han sido el umbral de una cultura emergente. Son una pequeña superficie de realidad de un género mucho más amplio; el peso de la realidad está debajo de la línea del agua.

El primer gran evento que se hizo fue Sucre, que nació de un taller sobre rimas a partir del impacto y el efecto multiplicador que generó que el campeón mundial de freestyle en 2013 fuera argentino.

“De la misma forma que el rock encontró su forma de convertirse de rock en inglés inicial al castellano, lo mismo está sucediendo con el rap: está generando su propia escena”, sostuvieron los organizadores de Sucre. A través de las redes sociales, los raperos de distintas ciudades del Gran Buenos Aires comenzaron a concentrarse en plazas o en parques y actualmente estos eventos simbolizan la puerta de ingreso a una atmósfera cultural que respira cada vez más fuerte.

“El gran desafío es ir buscando permanentemente versos más complejos, evadir la facilidad de algunas rimas, llevar profundidad y argumentos al rap”, asegura Danger.

Frente a la virtual decadencia de la industria musical, será necesario dejar de contemplar esta expresión artística como un fenómeno de circo y comprender que los jóvenes la han hecho nacer de las entrañas de nuestro lenguaje, para decir todo lo que necesitan decir, que es mucho.

Noticias Relacionadas