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En diálogo con diario Hoy, María Fernanda García Ferreyra, experta en calidad de aire de la Conae, advirtió sobre la necesidad de instalar más estaciones de monitoreo en la superficie terrestre
28/11/2020 - 00:00hs
De acuerdo a lo informado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (Aema), la contaminación del aire sigue siendo el mayor riesgo ambiental para la salud. Según el organismo del Viejo Continente, la exposición a las partículas finas en suspensión causa unas 379.000 muertes prematuras por año en la Unión Europea.
En este sentido, Aema señala que las partículas, el dióxido de nitrógeno (NO2) y el ozono troposférico son los contaminantes que más afectan al organismo humano.
En diálogo con diario Hoy, María Fernanda García Ferreyra, experta en calidad de aire y monitoreo de emergencias de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), explicó que el NO2 es uno de los gases que integran el listado de “contaminantes criterio”. “Hay cinco o seis especies que integran la lista, que son aquellas que determinan la calidad del aire, no solo porque su efecto en la salud humana es perjudicial, sino porque también participan de reacciones muy rápidas junto a otras especies para generar otras más tóxicas”.
De esta manera, la especialista destacó que el NO2 participa de la formación de ozono, el cual “es muy tóxico para nosotros y puede generar problemas en el sistema respiratorio”, motivo por el cual se lo mide de manera constante.
Pese a que las restricciones de circulación impuestas con la llegada del coronavirus al país llevaron a una disminución “drástica” en los valores de dióxido de nitrógeno de las principales ciudades de Argentina, las emisiones comenzaron a aumentar y alcanzaron cifras similares a las del año pasado.
Si bien los riesgos para la salud de estos gases están más que comprobados, una investigación realizada por universitarios de Ginebra, Suiza, concluyó que el coronavirus también podría transmitirse a través de micropartículas contaminantes presentes en el aire, con lo cual la polución también se postula como un factor a controlar para hacer frente a la pandemia.
Para ello, García Ferreyra sostiene que hace falta tener un diagnóstico que permita determinar los niveles de emisión. Pese a que los satélites son una herramienta importante para analizar la calidad del aire, la licenciada en Química asegura que su utilización debe ser vista como un complemento y “nunca para reemplazar a las estaciones de monitoreo”.
“Necesitamos tener instalaciones que midan a nivel de la superficie y que obtengan las concentraciones instantáneas para cada momento y así determinar si estamos superando o no, o de qué forma, las concentraciones límites definidas”, destacó.
Por último, García Ferreyra señala que luego de elaborar el diagnóstico sobre los niveles de emisión y sus consecuencias en la salud, “tienen que venir una cantidad de decisiones de gestión, controles y fiscalización; evaluar cuáles son las fuentes que emiten; qué pasa con los parques industriales, con el tránsito, con las revisiones técnicas de los vehículos. Hay una cierta cantidad de medidas para evaluar, pero se necesita sí o sí de un diagnóstico”.