Piden formalmente la renuncia del delegado comunal de Gorina
“La denuncia la presentamos con el Sindicato de FESIMUBO (Federación de Sindicatos Municipales Bonaerenses), queremos que cambien al delegado”, afirmó uno de los denunciantes.
En diálogo con diario Hoy, la directora del espacio Libres de Bullying, María Zysman, analizó las situaciones de acoso escolar y las posibles salidas de esta problemática.
21/03/2022 - 00:00hs
A pesar de que se trata de una problemática que se prolonga más allá del lapso del ciclo escolar, con la vuelta a clases la cuestión del bullying vuelve a formar parte de la agenda pública, tornándose un serio dolor de cabeza para los más chicos, para las instituciones y para las familias. La psicopedagoga y directora de Libres de Bullying, María Zysman, dialogó con diario Hoy y explicó por qué se trata de un asunto multicausal, al mismo tiempo que comentó cuáles son las posibles herramientas para mejorar el clima escolar.
—¿Creés que hay mayor conciencia y trabajos de prevención que en tiempos anteriores?
—En relación a 30 años atrás estamos muchísimo mejor a nivel conciencia, pero no siempre se comprende el problema en la dimensión que se tiene. No siempre se tiene en claro qué es el bullying. Se utiliza la palabra en situaciones donde no corresponde y se ignora cuando está presente. Nos encontramos con docentes muy presionados por las familias para que den respuesta, pero con una mala información de base de lo que es la problemática.
—¿Cómo podría ser combatido?
—Me parece que con muchos más encuentros a nivel institucional y familiar, con una postura de parte de ambos que contemple la mirada del otro, con tiempo en las escuelas para que puedan diseñar programas de atención y con una gran conciencia de que los chicos están reproduciendo aquello que viven en otro lado. Si no atacamos estas causas que tienen que ver con el odio, la intolerancia o la falta de acceso a muchas cosas, va a seguir apareciendo el bullying en la escuela. Cuando aparece, tenemos que tener una forma de contención hacia los chicos que no sea estigmatizante ni que minimice el problema. No se trata de ver cómo castigamos, sino de ver qué lo generó como para evitar que se siga generando, pero al mismo tiempo bajar un mensaje claro de que esto no puede suceder y que un niño no puede tomar a otro como papelera de reciclaje de su vida. Por una parte se construye cuando hay escucha, pero también cuando entendemos que el bullying tiene un montón de causas; no es simplemente la falta de mirada docente o una familia que no le da bolilla al chico y es violenta. El bullying es multicausal, no es algo lineal.
—¿Qué análisis realizás sobre la idea víctima-victimario?
—Estoy en contra de cualquier tipo de cartel que se les ponga a los chicos. Creo que cuando se ven las cosas en estos términos se está ignorando el contexto, la época y la historia; y se les está poniendo a ellos ciertos sellos en la frente y en su identidad que, en vez de colaborar para que se corran de ese lugar, generan un perjuicio. No quiero quitar responsabilidad ni ignorar que sea cruel, pero a modo de intervención no ayuda categorizar de esta manera. Reducirlo de esta manera es bastante limitante.
—¿Con la llegada de la pandemia, el bullying se volcó hacia las pantallas de los dispositivos?
—Cuando empezó, muchos chicos se sintieron aliviados al entender que no se iban a tener que cruzar con estas situaciones graves que podrían darse en la presencialidad. Rápidamente esto se vino abajo, porque desde el mundo digital la exclusión existe. Si bien desde que hay redes sociales y teléfonos el cyberbullying existe, ahora con la pandemia quedó mucho más marcado. En el espacio digital durante dos años se armaron estructuras relativamente nuevas, porque un docente dando clases por Zoom no sabía de muchas cosas y eso complica el escenario. Los docentes empezaron a descubrir un mundo vincular en las redes que desconocían. Si bien no está generado desde la escuela, hay que tomarlo pedagógicamente y en eso están, pensando estrategias para intervenir sin invadirlos ni meterse de prepo en espacios privados.