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Entre los papeles que dejó el autor de El Eternauta, se encuentra el proyecto inconcluso de una libro de relatos de ciencia ficción.
23/07/2025 - 00:00hs
El 27 de abril de 1977, Hector Germán Oesterheld fue secuestrado por la dictadura cívico-militar, igual que sus cuatro hijos. Entre el desorden de papeles que dejó en el chalet de Beccar, su mujer Elsa Sánchez alcanzó a meter en una valija el manuscrito de una serie de relatos de ciencia ficción destinados a ser publicados en forma de libro. Ese material tuvo un aura de leyenda, y para algunos tenía más de imaginación que de realidad, hasta que unos editores dieron con él, comprobaron su autenticidad, descifraron la letra enrevesada de Oesterheld , ordenaron los fragmentos dispersos y, al cabo de cinco años, lo publicaron.
En el manuscrito aparece el relato ‘El árbol de la buena muerte’, lo curioso es que el título está tachado. Oesterheld fue secuestrado en nuestra ciudad el 27 de abril de 1977, corriendo la misma suerte que sus cuatro hijas Diana, Beatriz, Marina y Estela. La única sobreviviente fu su mujer, Elsa Sánchez. Hay testimonios que dan cuenta de que Oesterheld fue uno de los prisioneros del campo de concentración El Vesubio. Habría sido asesinado a comienzos de 1978, cuando tenía 57 años.
En el libro inédito de H. G.Oesterheld aparece un extraño planeta inventado por él: Sigma 9, que está en el centro de varios relatos. En una de las narraciones se cuenta una expedición a ese planeta, con las peligrosas peripecias que conlleva el trazado de una ruta. Hay personajes que ya habían aparecido en otros textos de Oesterheld, como Seego - del relato “Paraíso”-, incluido en el guión de historieta “Los inconquistables”, escrito en 1970. También hay un cuento, de sesgo romántico, titulado “Sombras” y publicado en un semanario que en la década del sesenta tenía un gran tiraje.
El libro permite asomarnos a ciertos rasgos proféticos de la escritura de Oesterheld, que provocan un inmenso asombro por tratarse de invenciones que recién se conocerían muchos años después: el GPS, internet, el telepeaje y, tierras costeras ganadas al Río de La Plata donde se levantarían lujosas edificaciones fácilmente asimilables a Puerto Madero.
Este libro que Oesterheld no publicó en vida, finalmente salió a la venta bajo el título de “Más allá de Gelo”, curado por Martín Hadis y Mariano Chinelli. Cada uno de los relatos es precedido por una introducción escrita por los antólogos que, además de contextualizar la fecha en la que se escribió cada relato, da cuenta no sólo de la evolución de la escritura de Oesterheld sino también su manera de pensar. Los autores se emocionan cuando recuerdan que Elsa Oesterheld, quien guardó entre tanto dolor esos escritos inéditos de su marido, arriesgando su vida, les dijo algún día: “Ustedes me pueden ayudar con todos estos papeles”.
Hay tres relatos que se sabe Oesterheld ha escrito, pero que hasta la fecha no han podido ser encontrados: “Mendigo”, “Nueva Samarkanda” y la última versión de “Maquiavelo”. Sería una gran noticia que alguien, alguna vez, alguien anuncie tener en su poder esos textos, que tendrían tantos lectores ávidos de encontrarse con uno de los grandes creadores de la literatura argentina. Porque a estas alturas, nadie niega que Hector Germán Oesterheld, más allá de su condición de guionista, era un extraordinario inventor de historias.
Las variaciones sufridas por la escritura de estos textos permiten verificar la evolución ideológica de Oesterheld. En uno de los relatos el personaje lleva el nombre de Rainer Lomas, que hace pensar en un origen extranjero. En la versión definitiva, el personaje se llama Ramón Covas y es oriundo de Rinconada, una localidad de la provincia de Jujuy.
Este escritor excepcional –el primero en nuestro país en imaginar literariamente una invasión extraterrestre-, dejó una prueba más para que, después de su muerte, sigamos conociendo su talento para inventar historias.