La historia del payaso "Piruchito"

El platense que pasó de atrapar ladrones a robar sonrisas

Interés General

01/10/2017 - 04:00hs

Retirado de la Policía luego de ser baleado, Ariel Alejandro Sanabria, más conocido como el payaso “Piruchito”, encontró detrás de su disfraz la forma para sanar su alma, transmitir alegría y ayudar a los más necesitados    

En 2006, durante un enfrentamiento en un Operativo Sol, una bala ingresó en el abdomen de Ariel Alejandro Sanabria, imposibilitándolo de poder continuar en sus funciones de policía. Con apenas 36 años y jubilado de la fuerza, pero no reconocido como herido en acto de servicio, el hombre tuvo que reinventarse para poder mantener a su esposa y sus dos hijos. Convertirse en el payaso “Piruchito” no solo representó una salida laboral, también un estilo de vida. 

“A partir de este infortunio, en el que también perdí a un amigo confidente, encontré mi cable a tierra y mi lugar en el mundo haciendo de payaso. Así devine en artista callejero”, explicó “Piruchito”, que hace globoflexia (el arte de crear formas con globos) a voluntad y en eventos privados, para poder mantener a su familia.

De esta manera, este payaso, que suele entregar su arte en calle 137 y 60, pudo desa­rrollar una faceta que en realidad llevaba consigo desde las épocas en las que todavía era policía: “Siempre fui payaso sin maquillaje. En la Policía era el que hacía reír a mis compañeros. Lamentablemente, el trabajo hizo que me perdiera muchos de los momentos importantes del crecimiento de mis hijos, así que hoy disfruto de los chicos como si fueran los míos”, dijo con ternura. 

Además de su colorido atuendo, su histrionismo y su gracia natural, uno de los rasgos distintivos de “Piruchito” es su vocación de servicio, que descubrió luego de colaborar en un voluntariado de una fundación. “Esa experiencia me hizo dar cuenta de que no necesitaba ser voluntario para ser solidario, sino voluntad”, explicó el payaso. 

De esta manera, en cada causa justa que lo amerite, “Piruchito” está al pie del cañón para llevar alegría o entregar las donaciones que consigue gracias a la buena fama que se ganó. Además de visitar religiosamente distintos comedores y hogares, este hombre que hoy tiene 45 años también colaboró activamente en los tratamientos de Elián Ariel Arias y Julieta Arce, dos chiquitos de la ciudad cuyos casos adquirieron trascendencia por la complejidad de sus cuadros y por lo costosos que resultaron sus tratamientos. “En esta actividad encontré mi lugar en el mundo. La felicidad de un niño no es un derecho, es una obligación. Todos tenemos que tomar conciencia de eso y hacer que suceda”, dijo emocionado.    

Como las buenas acciones se replican, al trabajo silencioso que realiza este payaso se sumaron otros 23 jóvenes que lo ayudan en sus tareas solidarias. Como no podía ser de otra manera, el grupo fue bautizado como “Los Piruchos”, y entre sus integrantes están los padres del pequeño Mirko, el bebé de 6 meses que salvó su vida gracias a la colaboración de una mamá de Punta Lara, quien le donó una vacuna que costó 26.000 pesos y que resultaba indispensable para que el bebé pudiera ser operado con éxito de una cardiopatía congénita. 

En lo que fue hasta ahora la última de sus acciones, el domingo pasado “Piruchito” y sus 23 “Piruchos” asistieron al Hospital de Niños para realizar una entrega de juguetes en diferentes salas del nosocomio. “Ellos están muy embalados y quieren hacer mil cosas. Me dan mucho empuje y muchas ganas de seguir”, concluyó el payaso. 

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