El señor del terror y La Plata
Narciso Ibañez Menta fue pionero en América Latina en el arte de aterrorizar a los televidentes, con una personalidad propia que pasó a la historia.
culturaNarciso Ibañez Menta fue pionero en América Latina en el arte de aterrorizar a los televidentes, con una personalidad propia que pasó a la historia.
18/01/2025 - 00:00hs
Almafuerte, a quien interpretó en una película, y soñaba con hacer un espectáculo con sus poemas, en la casa de La Plata en la que el poeta vivió. Su rostro tenía la perfección terrorífica de una máscara, y su voz era una sombra que se arrastraba en el inconsciente de los espectadores. Su talento para provocar escalofríos lo hizo brillar en el cine, el teatro y la televisión. Muchas generaciones temían que entre las sombras, acecharan las criaturas intolerables protagonizadas por este actor que impuso el género del terror en nuestro país.
Nació el 25 de agosto de 1912 en Asturias, hijo de dos artistas, Narciso Ibáñez y Consuelo Menta. Fue un niño prodigio que debutó en las tablas andaluzas luego de una función que realizaron sus padres estando de gira. Lo llamaban Narcisín, niño prodigio que canta, baila, recita e interpreta. Siendo pequeño, su familia decidió radicarse en Argentina. En Buenos Aires, se subió por primera vez al escenario a los siete años con la zarzuela Los granujas, en el Teatro de la Comedia. Su debut cinematográfico fue una película de 1942, Una luz en la ventana , combinación simpática de terror, policial y comedia. "Esas películas de Boris Karloff le están haciendo mucho mal a la gente", dice un policía en este film donde Narciso interpreta a un científico loco, producto de una enfermedad que lo ha deformado, pero que sigue teniendo un gran corazón herido. Sus personajes, como ocurría con los de Lon Chaney -a quien Narciso conoció y emuló hasta convertirse en la versión hispanoparlante del hombre de las mil caras- ,producen en el público sentimientos encontrados. Es fácil pasar del terror a la piedad, del odio a la identificación, hay victimarios que resultan ser víctimas o viceversa.
Hizo 37 películas, pero fue en la televisión donde se convirtió en símbolo del terror, haciendo el papel protagónico en 25 series que lo consolidaron en referente ineludible del género. El género de terror fue una manera de vengarse de los papeles inocentes que interpretó durante toda su infancia: ‘Yo quise matar a Narcisín y no había otra forma de matarlo que con un monstruo’.”
A diferencia de las películas de terror, Narciso Ibañez Menta no se valía de efectos especiales. Lo suyo era terror desnudo, nacido de la composición interna de los personajes, del talento para dar con la tecla interna del espectador que dispara el miedo hasta sus zonas más profundas. Gustavo Mendoza –quien le dedicó el documental “Nadie inquietó más”, señaló que el actor “decía que lo importante no es maquillarse por fuera sino por dentro. En muchas películas se ve a un actor maquillado, pero se nota que es un tipo disfrazado, pero cuando ves a alguien que, a través del maquillaje y de su actuación, puede llevar un personaje y que te dé miedo por su personalidad y por la manera de actuar, ahí está la diferencia entre un actor y alguien que tiene puesto un disfraz”.
Uno de sus mayores éxitos televisivos fue El fantasma de la Opera –adaptación del folletín de Gastón Leroux–. Los cines y los teatros empezaban sus funciones más tarde, para que la gente terminara de ver la serie televisiva, que llevaba el rating a las nubes y que era responsable de un boom en la compra de televisores. Fue solo una temporada, y se distinguía por su infrecuente calidad técnica e interpretativa. Fue uno de los pocos programas que se grabaron dentro del Teatro Colón.
Con el regreso de la democracia, en 1983, volvió Narciso Ibañez Menta. Alejandro Romay lo contrató para que hiciera, en Canal 9, El pulpo negro. Sus guantes negros dejando un pulpito de plástico encima de los cadáveres que dejaba a su paso, poblaron las pesadillas infantiles de entonces.