Entrevista a Oscar Vaudagna
Es abogado, político, pero también escritor, como lo demuestra con su novela Le Corbusier en mi almohada: la historia de Amanda.
culturaEs abogado, político, pero también escritor, como lo demuestra con su novela Le Corbusier en mi almohada: la historia de Amanda.
22/01/2025 - 00:00hs
Hacia fines de la década del veinte, Le Corbusier —considerado uno de los mayores arquitectos del siglo veinte— vino por primera vez a nuestro país invitado por la escritora Victoria Ocampo. Un par de décadas después construiría en nuestra ciudad la casa Curutchet, y protagonizaría una historia de amor que es el eje de la novela de Oscar Vaudagna, que tiene a la ciudad de La Plata como telón de fondo.
—Para aquellos que aún no han leído el libro, ¿qué podrías contar de la trama sin traicionar su suspenso?
—El libro, en realidad, cuenta una historia de amor: sobre la ciudad y sobre Amanda, su protagonista. Yo siempre pensé la casa de Le Corbusier como una historia de amor hacia la ciudad. El libro evoca eso, la historia de amor que hizo que se construyera la casa de la forma en que se construyó y con las características de la época. Dudé mucho con el título porque no quería que apareciera como un libro de arquitectura, por eso le agregamos “la historia de Amanda” en el título. Me parece que lo logrado es lo que yo pretendí siempre: mostrar la grandeza de Le Corbusier y su obra declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en nuestra ciudad. Valorarla no solamente desde la arquitectura, sino desde esa situación de amor que tenemos hacia nuestra querida ciudad.
—¿Cuál fue el disparador del libro?
—Lo que siempre rodea al libro es esa historia de amor tan importante, que después se ve plasmada en la casa Le Corbusier. Yo utilizo ese término porque esa historia de amor lo involucra a Le Corbusier y a Amanda, y la resultante de esa muestra de amor es la casa Le Corbusier. Por eso nunca digo la casa Curutchet, el libro también lo explica un poco. La casa es un regalo que ha trascendido en el tiempo y que cuando uno se para en la puerta y piensa en que año fue construida y mira las casas vecinas no se puede creer la genialidad. Pero esa genialidad no está en la frialdad del arquitecto, sino que aparece como una historia de amor.
—¿Cuándo se te ocurrió trabajarlo como una ficción?
—Nunca en el año y medio que tardé en escribir el libro lo pensé o sentí como una ficción. Todo lo contrario, para mí es un hecho real, más allá de que es una novela (es una novela histórica). Nunca lo pensé como una ficción porque Le Corbusier, en el año 29, estuvo cuarenta días en Buenos Aires; y hay tres días que en su agenda —está casi detallado lo que hizo cada día— no se sabe qué hizo. Yo creo, sinceramente, que en esos tres días, estuvo en La Plata. De hecho, hay dibujos sobre la ciudad, algunos que tienen que ver con medianeras y otros bosquejos. Incluso algún comentario sobre la ciudad. Le Corbusier recorrió las calles que nosotros recorremos, de ninguna manera lo sentí ficcional. Cada vez que lo veo al libro me da alegría de pensar que él caminó por nuestras calles y se detuvo a mirar algunas cuestiones que tienen que ver con nuestra ciudad.
—Más allá de tratarse de una novela, ¿hubo una investigación histórica detrás? ¿Cómo la abordaste?
—Sí, hubo una investigación histórica sobre Le Corbusier y su paso por Argentina y Uruguay, y con quienes se relacionó en Buenos Aires. Victoria Ocampo lo trajo a Buenos Aires y en esa circunstancia Le Corbusier conoce a Amanda, que estudiaba en Buenos Aires. También, por otro lado, hubo una investigación para ver cómo eran las relaciones sociales, afectivas, cómo eran los grupos culturales en Buenos Aires. Además, cómo se juntaban en distintos bares de la ciudad los escritores, artistas. La investigación recorre cada uno de los días en los que Le Corbusier dio sus conferencias en Buenos Aires.
—A dos años de publicado, ¿qué mirada en perspectiva tenés del libro?
—Primero, agradecimiento a las librerías de la ciudad que no son una cadena y que son pequeños comercios y hacen un trabajo cultural muy importante en la ciudad. Esas librerías pusieron mi libro en sus vidrieras, me acompañaron y lo aceptaron. Después al Instituto Cultural y a su presidenta, Florencia Saintout, porque en los dos años el libro fue al stand de la Provincia en la Feria del Libro en Buenos Aires. Es algo que yo valoré y agradecí. También a infinidades de amigos, compañeros y centros culturales que difundieron el libro. Y, por supuesto, el afecto hacia nuestra ciudad.