Hallazgo científico de platenses incluyó un homenaje al Diez
Los investigadores encontraron un organismo desconocido hasta el momento en el Arroyo Buñirigo de Magdalena. En honor al astro del fútbol, lo bautizaron “Diegoglossidium Maradonai”.
Los investigadores encontraron un organismo desconocido hasta el momento en el Arroyo Buñirigo de Magdalena. En honor al astro del fútbol, lo bautizaron “Diegoglossidium Maradonai”.
30/04/2023 - 00:00hs
Diego Armando Maradona, considerado por muchos como el mejor jugador de todos los tiempos, recibió homenajes de todo tipo alrededor del mundo, pero que un hallazgo científico lleve su nombre solo fue posible gracias a investigadores platenses.
Es que desde el Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (Cepave) hallaron un parásito en un pez que hasta el momento era desconocido y lo bautizaron “Diegoglossidium Maradonai” en honor al ídolo.
“Soy hincha de Boca y uno de los recuerdos que tengo de la niñez es ver a mi papá de rodillas gritando los goles de Diego. Cuando tuve que describir el hallazgo, marqué que eran como pelotas de fútbol y ahí surgió la duda de nombrarlo Messi o Maradona, pero decidí hacerlo por orden cronológico y por las alegrías que nos trajo”, explicó a diario Hoy Martín Montes, investigador del Cepave, centro asociado a la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia (CIC).
El científico explicó que el parásito fue encontrado en el marco de una investigación que realizaron en el Arroyo Buñirigo de Magdalena.
¿Por qué es importante? Es que desde el equipo evalúan los cambios de los parásitos en los pescados que allí residen y que funcionan como indicadores de la contaminación de cada curso de agua. “Evaluamos cómo van cambiando las composiciones de acuerdo al uso de la tierra que tienen esos arroyos; son indicadores indirectos con los que intentamos ver los niveles de contaminación”, detalló Montes.
El investigador encontró dos ejemplares del pez conocido como “Cascarudo” y dentro de ellos, el parásito que tenía ventosas redondas, grandes y un ovario compuesto por siete lóbulos. Una vez que comenzaron a estudiarlo en el laboratorio, notaron que no era igual a ningún otro del que haya registro en estudios anteriores. “Buscamos por todos lados y confirmamos que no había registro en otro lado”, afirmó.
“Vimos que presentaba características únicas y, a partir de los estudios, supimos de qué familia era; nos comunicamos con el investigador especialista en esa familia y confirmamos que realmente no había registro”, celebró.