cultura

El Eternauta sigue su viaje en el tiempo

Unánimemente considera una de las obras maestras de la historieta, pronto se podrá ver en Netflix, en una miniserie protagonizada por Ricardo Darín.

Todo comenzó una madrugada de invierno de 1957, en la que un guionista de historieta es visitado por un viajero del tiempo para contarle su historia. Así comienza El Eternauta, que aparecerá en el N° 1 de Hora Cero, —una revista apaisada y precaria—, marcando un nuevo rumbo para la historieta con la fuerza de una profecía.

El Eternauta tuvo un éxito inmediato. Era una historia de ciencia ficción profundamente original, inspirada en una invasión extraterrestre, y cuyos autores fueron Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López. Hasta entonces, las novelas y las películas de Clase B que trataban el tema de la invasión extraterrestre solían suceder en las grandes capitales. Nunca antes los marcianos habían colonizado una ciudad latinoamericana permitiendo una fácil asociación con la idea de imperialismo. Los límites entre realidad y ficción se difuminaban, dijo Guillermo Saccomanno en uno de los prólogos a la obra: “La naturaleza de la trama, el imperialismo, los traidores robotizados y la resistencia no son elementos que pueden pasarse por alto. Oesterheld no se limitaba a humanizar la aventura en el plano de las tramas en una coyuntura en que circulaba el individualismo de los superhéroes norteamericanos. En contraposición, establecía una solidaridad nada habitual en el género. El héroe, afirmaba Oesterheld, es siempre colectivo”.

Para muchos, toda la cuantiosa obra de Oesterheld está cifrada en El Eternauta, escrita durante el período golpista de la “Revolución Libertadora”, en una etapa madura del cómic, que volvía a ser pensado para adultos, en temas, en formas narrativas; donde se introdujeron temas políticos que claramente no se originaban en ninguna indescifrable maldición marciana, aunque se los presentara como tal.

Oesterheld estudió geología, completó la carrera, pero nunca llegó a entregar la tesis. Ya casado, dejó su trabajo en el Laboratorio de Minería del Banco de Crédito Industrial para dedicarse de lleno a la literatura. Pero su curiosidad por todo lo que fuera la tecnología lo acompañó siempre. Desde entonces, pergeñó un centenar de personajes desparramados en cerca de diez mil guiones, entre los que se destacan - además de El Eternauta, el Sargento Kirk, Ernie Pike y Sherlock Time.

Por su parte, Francisco Solano López, quien falleció en 2012, fue uno de los más importantes dibujantes de historieta de aventuras. A principios de los años cincuenta, entró a la Editorial Abril, donde conoció a Héctor Oesterheld, con quien realizó Uma-Uma y BullRockett. Cuando Oesterheld decidió fundar su propia editorial, Frontera, lo convocó y produjeron juntos tres grandes historietas: Rolo, el marciano adoptivo, Joe Zonda y, finalmente, El Eternauta.

Se veían poco. El contacto era básicamente a través de los guiones. En un reportaje que le hizo Juan Sasturain para Canal Encuentro, el dibujante explicó: “Me venían tres páginas por semana, escritas a mano, con una letra ilegible, no muy explícita, pero trabajada con mucha habilidad para que, con la menor cantidad de palabras, diera la mayor cantidad de información. De eso me aprovechaba yo; no me hacía sentir prisionero de las indicaciones del guión”.

Oesterheld fue un lector bilingüe que leyó, sobre todo, muchísimo de la aventura sajona. En sus páginas convivían Conrad, London, Kipling y Stevenson. De ahí se pueden deducir temas centrales que aparecen en El Eternauta: por un lado, los temas metafísicos, como la problemática del tiempo y del espacio, y, por el otro, los temas éticos, como la libertad humana, la vida y la muerte. Dice Solano López: “Creo que fue lo mejor que se hizo en ciencia ficción en la Argentina y porque es una historia que no envejeció: al contrario, es vigente —afirma el escritor—. Yo había trabajado en aquella extraordinaria colección que se llamó Más allá, y que editaba Abril. Desde entonces, me había quedado pensando en un cuento corto que empezaba con unos amigos jugando al truco mientras la ciudad se muere a su alrededor por la acción de una nevada mortífera. La idea era hacer una historia de final rápido, pero tuvo tal éxito que se convirtió en un folletín semanal que duró dos años”.

Hector Oesterheld, había imaginado una continuación de El Eternauta ambientada en la ciudad de La Plata. Fue una época en que viajó mucho a nuestra ciudad para familiarizarse con las distintas locaciones donde transcurriría la acción. Le propuso el proyecto al dibujante Lito Fernández. Finalmente no pudo hacerse. En 1977, Oesterheld es secuestrado y llevado a Campo de Mayo. Ya habían secuestrado a sus cuatro hijas: Diana, Beatriz, Estela y Marina. Dos de ellas estaban embarazadas. Su nombre quedó inscripto en la ominosa lista de los que nunca volvieron, pero sobre todo en la página de más valor de la historieta argentina, haciendo ondear sobre la tragedia, esa frase persistente que se lee en El Eternauta y que alumbra toda la historia humana: “El único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual”.

Noticias Relacionadas