Desde Las Toninas, en la Costa Atlántica Argentina, salen los cables que proporcionan banda ancha al país. Sin embargo, sus vecinos no se muestran satisfechos con el servicio.
Las Toninas no es un lugar más de la Costa Atlántica Argentina. Ubicado a 320 kilómetros de Buenos Aires, apenas debajo de San Clemente del Tuyú en el mapa, es un pueblo con 6.000 habitantes permanentes, que reciben a miles de turistas en verano. Tiene atractivos propios de otra época, como los kartings o los “fichines”, así como el “Laberinto Natural”, que dicen que es de los más grandes de Sudamérica. Por último, cuenta con un barco hundido, que se trata ni más ni menos de una embarcación encallada en 1995. Pero, en silencio, Las Toninas es para todos los argentinos, lo sepan o no, nuestro puerto de conexión con el resto del mundo.
El comienzo de la Red
En 1995 llegó el primer cable que conectó con Maldonado (Uruguay) y Florianópolis (Brasil). Le siguieron siete. En el año 2000 se inauguraron: el cable Atlantis 2, de 8500 kilómetros, que une América, África y Europa en distintos puntos, y el SAC, que va de Toninas a Santos (Brasil), para luego dar la vuelta por todas las costas de Sudamérica. El SAM-1 se instaló en 2001. Es propiedad de Telefónica, llega hasta Miami y vuelve hacia el sur por el Pacífico. En junio de este año ocurrió una de las mayores novedades de los últimos tiempos con el cable Malbec, que conectó con Río de Janeiro y amplió la penetración de Internet en Argentina un 6%. Y Google acaba de instalar el cable Firmina, uno de los más largos del mundo, que llega hasta Estados Unidos y marca un antecedente para los tiempos venideros: las propias empresas de contenidos se suman a las apuestas de infraestructura para mejorar el ancho de banda. Suman miles y miles de kilómetros de fibra óptica. En el planeta hay unos 450 cables como los 8 que llegan a Las Toninas. Más del 90% de la información que viaja por Internet lo hace por esta vía.
¿Por qué Las Toninas?
Las Toninas fue elegido como puerto porque es un lugar plano, con pocos accidentes geográficos, escaso tránsito marítimo, un suelo arenoso y limpio, pero sobre todo por su ubicación geográfica: es uno de los puntos más al norte y más al este de la “pancita” que dibuja el mapa bonaerense sobre el Atlántico.
Los cables de fibra óptica tienen el grosor de un cabello, aunque por protección están revestidos de distintas capas, de acero o de hierro. Cuanto más cerca de la costa estén, más importante resulta la protección, para prevenir cualquier accidente o corte intencional. Aunque la gente no los ve ni los siente.
La voz desde adentro
A más de dos décadas de la llegada de los cables, los pobladores se muestran descontentos. “Es insólito. Internet es más caro y más lento que en otros puntos de Argentina. ¿Para qué tenemos el cable acá que le lleva señal a toda Latinoamérica si nosotros tenemos poquitos megas, como si estuviéramos en 2010?”, preguntó Jonathan. El temor inicial mutó en decepción. “Acá no cambia nunca nada. Esto no es Pinamar, ni Cariló, ni Costa del Este. Acá somos toda gente de trabajo. No me puedo quejar, me va bien, pero es frustrante ver que ponemos tanto en el pueblo y que nunca alcanza para mejorar”, dijo Graciela, que vive allí hace cuatro décadas.
Diario Hoy se comunicó con Elías Oldani, quien junto a su esposa Maru y sus dos pequeños hijos Felipe y Ana, decidieron hace ya 5 años mudarse a Las Toninas, cuando heredaron una casa allí. “La verdad nosotros necesitábamos esto, este cambio. El nivel de vida acá es incomparable, la tranquilidad, el aire, mis hijos juegan en la calle”, comentó el hombre. “La nuestra fue una decisión de todos, porque esto iba a cambiar la vida de todos. Una cosa es vivir en La Plata, que tenés todo, y si no está Capital Federal a 50 kilómetros, y otra es vivir acá. Yo me doy cuenta de que la gente está un poco enojada porque esperaban una revolución en el pueblo con lo del cable, pero la verdad yo vine a buscar esto y a nosotros nos encanta”, concluyó Elías.