La enfermedad se contrae durante todo el año, aunque es más frecuente en los meses cálidos. En la Argentina se producen unos 400 casos anuales. Hacen hincapié en el lavado y la cocción de los alimentos.
Esta semana se conoció que un niño de cuatro años murió a causa de Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) tras haber estado internado un mes en el Hospital Materno Infantil de la capital de Salta. Según publicó en la red social Facebook Sandra Bautista, madre del niño, todo comenzó el 5 de noviembre, cuando Elías “comió el pancho y desde entonces empezó con dolor de panza, luego con desarreglo y vómito”, que derivó en la muerte. Aunque la mujer cargó contra la comerciante de La Merced que le vendió el pancho, desde el nosocomio señalaron que solo podían confirmar el fallecimiento a causa de este síndrome, pero que no pueden precisar que la enfermedad se haya originado por comer la comida rápida.
Desde la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) señalan que la bacteria causante de la enfermedad es la Escherichia coli, productora de toxina Shiga. “La complicación de la enfermedad afecta particularmente a niños, ancianos y aquellos que, por padecer otras enfermedades, tienen su sistema inmunológico deprimido. En algunos casos puede provocar la muerte”, explicaron.
La madre del niño relató que a mediados de noviembre llevó al pequeño al hospital de La Merced en reiteradas ocasiones; allí le pusieron calmantes, incluso suero y, ante la continuidad de los gritos de dolor, fue derivado al Hospital Materno Infantil de la capital salteña. Luego de casi un mes de internación, el pequeño tuvo una falla renal grave, por lo que ingresó a terapia intensiva el 10 de diciembre y falleció el último viernes.
“Los síntomas que pueden presentarse incluyen diarrea, dolores abdominales, vómitos y otros más severos como diarrea sanguinolenta y deficiencias renales. El período de incubación de la enfermedad es de tres a nueve días”, detallaron desde la Anmat, y añadieron que los alimentos que pueden estar contaminados con esta bacteria son “carnes picadas de vaca y aves sin cocción completa (por ejemplo, hamburguesas), salame, arrollados de carne, leche sin pasteurizar, productos lácteos elaborados a partir de leche sin pasteurizar, aguas contaminadas, lechuga, repollo y otros vegetales que se consumen crudos”.
La prevención
Entre las medidas de prevención, la Anmat recomienda cocinar la carne completamente, en especial la carne picada y los productos elaborados a partir de ella; es decir, no deben quedar partes rosadas o rojas en su interior. Del mismo modo, es recomendable lavarse las manos con agua y jabón después de ir al baño, antes de manipular alimentos y después de tocar alimentos crudos.
La autoridad sanitaria también hace hincapié en el correcto lavado de frutas y verduras. Recomienda, además, consumir leche pasteurizada, como también tomar agua potable; ante la duda, señalan, es preferible hervirla o agregar dos gotas de lavandina por litro de agua, agitar y dejar reposar 30 minutos. Por último, la Anmat pide evitar la contaminación cruzada entre alimentos crudos y cocidos.
¿Cómo llega la Escherichia coli a los alimentos?
La bacteria en cuestión se encuentra naturalmente en el intestino de animales bovinos sanos y otros animales de granja, y llega a la superficie de las carnes por contaminación con materia fecal durante el proceso de faena o su posterior manipulación.
“Las carnes picadas son uno de los productos de mayor riesgo. Esto se debe a que, durante el picado, la bacteria pasa de la superficie de la carne al interior del producto, donde es más difícil que alcance la temperatura necesaria para eliminarla durante la cocción”, explicaron desde la Anmat, y aclararon: “La bacteria no solamente puede encontrarse en las carnes, sino también en el agua, la leche sin pasteurizar y las verduras, que pueden contaminarse por contacto con las heces de estos animales”.