Los científicos lo confirmaron: viajar es bueno para el cerebro

La Sociedad Española de Neurociencia ha llegado a la fantástica conclusión de que viajar y exponerse a nuevos olores, lugares y estímulos enriquece nuestra capacidad cerebral. Las investigaciones de esta casa académica, efectuadas incluso sobre animales, se basan en el principio de que nuestro cerebro no es un organismo estático e inmutable sino que está sujeto a modificaciones. 

La neuroplasticidad es, técnicamente, la propiedad que emerge del funcionamiento de las neuronas cuando establecen comunicación con los estímulos del medio, tanto los que entran como los que salen.  

Tal como afirmó el líder de la investigación, Juan Manuel Moltó, “este carácter dinámico demuestra que es fundamental  entrenar y estimular el cerebro. Hay tres elementos claves para hacerlo: enfrentarlo a la novedad, la variedad y el desafío. Viajar cumple perfectamente con los tres requisitos”. 

Aunque no lo notemos, las pequeñas tareas cotidianas que uno efectúa cuando está de viaje constituyen estímulos cerebrales. Aprender el nombre de calles extranjeras, hacer un mapa mental para regresar al hotel o comunicarse en múltiples idiomas son, en palabras de Moltó, “desafíos que uno le establece al cerebro, acertijos que lo obligan a estar en un estado permanente de aprendizaje, trabajando para que lo extraño le parezca normal”. 

También es positiva la interacción con nuevas personas, algo que ocurre con frecuencia durante los viajes, en los que predomina el tiempo libre y el  buen humor. Moltó detalló que “las interacciones sociales con otros individuos potencian la neuroplasticidad y mejoran nuestra reserva cognitiva”. 

Remedio contra la rutina

Otro factor clave que aparece al estar de viaje tiene que ver con todo aquello que dejamos atrás: el estrés, la ansiedad laboral, la rutina, la permanente conexión con el celular, hechos que dañan tanto nuestra capacidad creativa como nuestra estructura emocional. 

Aunque el cerebro es conocido como el “órgano misterioso” por la cantidad de matices y secretos que la ciencia aún no ha podido de­sentrañar, se lo considera un elemento tan vulnerable al contexto como cualquier ser vivo. Salir de la oficina y situarse en un entorno nuevo, entonces, lo obliga a crear un “GPS cerebral” diferente.  

Estas investigaciones recientes se complementan con estudios del Diario de Psicología Social de Los Ángeles que, a través de una serie de pruebas empíricas, ha demostrado que las personas que han trabajado y vivido experiencias profesionales en el extranjero son más imaginativas y creativas que las que permanecieron toda su vida en su país de origen. Viajar es, entonces, algo más que ocio: es salud cerebral.