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Orión regresó exitosamente a la Tierra y despeja el camino a la Luna

Con todos sus objetivos cumplidos, la nave de la misión Artemis amerizó suavemente frente a las costas de la Baja California.

Interés General

12/12/2022 - 00:00hs

Después de 25 días de viaje y 2,2 millones de kilómetros recorridos alrededor de la Luna, la nave Orión consiguió amerizar tranquilamente en el océano Pacífico. Más precisamente, frente a las costas de la Baja California. Con todos sus objetivos cumplidos, el éxito de la misión Artemis allana el camino de regreso de la humanidad hacia nuestro satélite natural, previsto para el año 2025. “Es un día extraordinario”, dijo Bill Nelson, administrador de la NASA. “Es histórico porque vamos a ir al espacio profundo con una nueva generación”, comentó.

El pasado 1 de diciembre, aún en órbita lunar, los ingenieros encendieron los motores de la nave Orión y la misión Artemis I emprendió oficialmente su largo regreso a casa. El impulso la llevó antes a miles de km más allá de la Luna, donde se comprobaron todos los sistemas que serán necesarios para las futuras misiones tripuladas. Después, la nave volvió a acercarse a nuestro satélite para su maniobra final.

El pasado 5 de diciembre, Orión se acercó a solo 127 km de la superficie lunar, aprovechó su gravedad para conseguir más velocidad y un nuevo encendido de motores la colocó en el camino de regreso a la Tierra. Ahora, en una maniobra jamás intentada con anterioridad, la Orión no entró directamente como una bala, sino que “rebotó” en la atmósfera terrestre igual que lo haría una piedra plana sobre el agua.

Inicialmente, la nave tocó la atmósfera a unos 61 km de altitud y giró después sobre sí misma 180 grados (de modo que los futuros astronautas estarían boca abajo), lo que cambió su centro de gravedad e hizo que saltara de nuevo hacia arriba, hasta los 99 km sobre el nivel del mar. Tras esa maniobra, la nave reanudó su descenso, con su sistema de guía apuntando directamente al punto elegido para el amerizaje.

Con esta maniobra, llamada “entrada de salto”, se consiguieron dos cosas: que las fuerzas gravitatorias en el interior de la nave no superaran los 4G (los astronautas de las misiones Apolo tuvieron que soportar hasta 6,8G) y que el control de Tierra pudiera elegir con precisión tanto el momento como el punto de amerizaje.

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