Juan Carlos Gené fue actor, director, dramaturgo y un gran defensor de los derechos laborales de sus compañeros.
Nació en Buenos Aires el 5 de noviembre de 1929. Su familia era radical y lo hizo estudiar en un colegio religioso. Juan Carlos Gené termino siendo visceralmente peronista, y su manera de entender la religión estuvo muy cerca a la de los sacerdotes tercermundistas.
Actuó en películas tan memorables como Los hijos de Fierro, La fiaca, Tute cabrero, y Quebracho. Fue guionista de ciclos televisivos que pasaron a la historia como Cosa Juzgada y Los gringos y de películas como Gracias por el fuego, Golpes a mi puerta y La Raulito, y dejó su impronta como autor teatral, entre otras obras, con El herrero y el diablo, ¿A qué jugamos?, Las delicadas criaturas del aire, adaptó Stéfano”de Armando Discépolo, y compuso una obra teatral-musical, El inglés –que subió a escena con Pepe Soriano y el Cuarteto Zupay-. Quien lo vió en Copenhague, dirigido por Carlos Gandolfo –compartiendo elenco con Alberto Segado y Alicia Berdaxagar-, no puede olvidar el recreado encuentro entre el físico danés Niels Bohr, la mujer de éste y el científico alemán Werner Heisenberg, que pone el tapete la relación entre ciencia y crimen. “Todo verde y un árbol lilo” , es una obra que estrenó en 2007 y que escribió basándose en las cartas de un niña judía perseguida en los años del nazismo.
Desde el comienzo de la última dictadura su vida corría peligro, por eso, Juan Carlos Gené tomó la dolorosa decisión de irse. Primero a Colombia -donde permaneció un año-, luego en Venezuela, donde desarrolló una intensa actividad teatral, y fundó el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral, y el Grupo Actoral 80.
Cada vez que el pueblo se movilizó en las calles, allí estaba él. La primera manifestación en la que participó fue en la Plaza de Mayo el 12 de octubre de 1928, en la panza de su madre, que celebraba la segunda presidencia de Yrigoyen. Su abuelo había sido ministro en la primera presidencia.
Pepe Soriano, con quien Gené mantuvo una relaciónn fraternal muy profunda, dijo cuando se enteró de la muerte de su amigo: “Hemos sido hermanos en la vida. Y pensar que tantas veces yo le decía a Juan que era un tipo tan pensante, tan buen autor, director, maestro. ‘¿Cómo es que estamos juntos?’, le decía. Y se reía porque, bueno, en última instancia, me da la impresión de que éramos dos caras de la misma moneda. Y esto nos dio la alegría de una vida juntos. Nos dio sesenta años de compartir escenarios, comida, vino, amistad, afecto”.
Este hombre que no dejó ningún hueco de la actividad teatral sin cubrir se murió en Buenos Aires, el 31 de enero de 2012.