La historia de La Plata cabe en la página web de Roberto Abrodos, cuya pasión por la ciudad lo empujó a meterse en las aguas de internet antes que nadie.
En 1999, el periodista e investigador Roberto Abrodos pensó en una página web cuando muy pocos lo hacían. Con algunos rudimentos básicos se lanzó a usar el histórico FrontPage para crear el portal La Plata Mágica, el cual reúne curiosidades de la ciudad que lo apasiona y que desde entonces es visitada por usuarios de todo el planeta.
“Una de las cosas que más me gustaba de esos primeros tiempos era el libro de visitas, porque a la página entraban platenses de todas partes del mundo. Me escribían recuerdos. Una vez me escribieron platenses que vivían en Suecia; nos comunicábamos a través de la página, porque no había Facebook ni las redes sociales que hay hoy. Entonces le pregunté dónde vivía y me fui a sacar fotos; luego se las mandé y se emocionó mucho”, relató a diario Hoy el creador de la web que está en línea hace más de dos décadas.
Al comienzo, Abrodos subía fotos viejas de la ciudad: “Pensé que era el único loco al que le gustaban las imágenes antiguas y postales, pero después me fui encontrando con otros que se sumaron al proyecto”, contó. La página se ha ido transformando y ahora se adapta a cualquier soporte, incluso a teléfonos móviles.
Entre las curiosidades que tienen que ver con la ciudad, al escritor le llamó particularmente la atención que La Plata, “a diferencia de muchas ciudades del mundo que nacen a la vera de un río o en la cercanía de una vía de tren, la nuestra fue previamente esbozada en un plano y después llevada al sitio”, según relató.
Otro hecho llamativo es que “la ciudad fue la primera de Sudamérica en tener luz eléctrica. Además, aquí hubo tranvías antes que en la Capital Federal; fue hacia 1890, y al principio la gente se resistía a subir porque tenía miedo a lo desconocido. Otro dato particular es que Tolosa es testigo de la fundación de La Plata porque allí, en el Hotel de Ginebra, en la calle 29 –actual 529– entre 1 y 2, se reunían los fundadores, nombres propios como Pedro Benoit, Dardo y su hijo Carlos Rocha”.
Roberto Abrodos es autor de los libros Apuntes sobre espacios platenses, La Plata en décadas: 1882-1951 y La Plata en décadas: 1952-1981. “Tendría que hacer el tercer libro, pero me agarró la pandemia. Yo trabajo mucho a partir de investigación en diarios; es decir, mi trabajo pasa fuertemente por ir a la hemeroteca”, reconoció, una tarea que fue difícil el último año.
El investigador platense, por último, se jacta de la perla que se puede encontrar en su página: “Hay un juego que llamé ¿Qué sabe usted de La Plata?, que es lindo jugarlo sin hacer trampa, sin consultar internet; es para que la gente se divierta y, a la vez, conozca nuestra ciudad”.
Las mujeres que hicieron la ciudad
Además de fotos y postales, en La Plata Mágica está la historia de los museos y teatros de la ciudad, los intendentes que pasaron, la historia de los barrios y el detalle de los árboles característicos. Acerca de los monumentos y estatuas, la modestia de Roberto Abrodos lo lleva a decir que el de su web “no es un listado muy completo, le falta actualización”. Sin embargo, el portal tiene uno de los registros más detallados que existen, con la ubicación, el motivo y el año de la colocación de cada monumento: hay casi 110, de los cuales solo 10 son homenajes a mujeres.
Sobre la memoria de las mujeres que construyeron la ciudad, Abrodos tiene su opinión: “Lamentablemente, en la historia la mujer estuvo siempre detrás del hombre. Hay un ejemplo emblemático en la ciudad: Emma de la Barra, junto con su esposo, hizo las denominadas “1.000 casas” en Tolosa, el primer barrio obrero de la Argentina. Pero no llegó a verlo terminado, fue una obra inconclusa porque se dio en el contexto de la crisis de 1890. Era una escritora reconocida que firmaba con el seudónimo de César Duayen, un nombre masculino porque estaba mal visto que las mujeres escribieran. Se decía que la mujer, entonces, salía tres o cuatro veces de la casa en su vida: para un casamiento, un bautismo o un funeral. Esa vida reflejan los monumentos”.