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El escritor de General Villegas fue uno de los más reconocidos en la literatura argentina. Autor de obras que marcaron a generaciones, tuvo un cariño especial por la ciudad de las diagonales.
22/01/2023 - 00:00hs
Manuel Puig, el hombre de General Villegas que salió a recorrer el mundo, fue un amante de la ciudad de La Plata. Tanto así que en algunos de sus pasajes destaca espacios de la capital bonaerense a los que recordaba con cariño genuino.
Su madre se recibió de farmacéutica en La Plata y aquí lo traía en su infancia.
No obstante, criado a la luz de las proyecciones del aclamado cine de Hollywood, el artista pasó por Roma, Londres y Estocolmo, ciudades que sirvieron de inspiración a sus obras posteriores. Por ejemplo, en el torbellino de la Nueva York de finales de los años 60 escribió La traición de Rita Hayworth, su primera novela. Se trata de una historia de ficción relatada a través de diálogos directos, cartas y reflexiones de sus personajes. Consta de dos partes de ocho capítulos cada una, con referencias a La Plata como las plazas o la casa de su tía.
A ella le sigue una de las más reconocidas obras de Puig, Boquitas pintadas, que se publicó en 1969 y cinco años después fue llevada al cine por el aclamado director Leopoldo Torre Nilson, con el protagonismo de estrellas argentinas del momento. En los 70 escribió otras tres obras que quedaron inmortalizadas en la literatura argentina: The Buenos Aires affair (1973), El beso de la mujer araña (1976) y Pubis Angelical (1979).
Ya iniciados los años 80, Puig publicó Maldición eterna a quien lea estas páginas (1980), Sangre de amor correspondido (1982) y Cae la noche tropical (1988). En esa década, específicamente en 1981, fue uno de los candidatos al Premio Nobel de Literatura. Pero la pasión del escritor no se limitaba a las novelas, sino que también se dedicó al cine y al teatro. Para este rubro escribió dos obras: Bajo un manto de estrellas (1981) y El misterio del ramo de rosas (1987). La primera fue escrita durante su estadía en Brasil y es una comedia negra. “La mentira, las pasiones y la mirada de los otros en relación con la propia identidad aparecen como temas en una sucesión de hechos ambiguos y confusos donde nada es lo que parece”, describen los expertos. La segunda fue publicada por primera vez en Milán y cuenta la historia de una enfermera y su paciente, que en una habitación del sanatorio relatan sus deseos, sus expectativas, sus insatisfacciones, sus vidas.
El cine que inspiró la obra del artista
En su infancia, el pequeño Manuel acompañaba a su madre a las proyecciones de películas que se realizaban en el cine-teatro de General Villegas, su pueblo natal, y a los cines platenses. Por ejemplo, una de las películas que más disfrutó de chico fue La novia de Frankenstein, el film de James Whale.
“Desde muy chico me gustó el cine, siempre el cine, únicamente el cine. La primera película que vi fue La novia de Frankenstein, con Boris Karloff y Elsa Lancaster. Tenía entonces 4 años. Recuerdo que, al principio, no quería entrar porque la sala me inspiraba miedo, hasta que papá me llevó a la cabina de proyección y me tranquilizó”, relató Puig, ya siendo un artista consagrado. También hablaría de El hombre de la máscara de hierro, porque cuando cursaba la primaria jugaba con una chica de la que se había enamorado a representar esa película. “En tercer grado me enamoré de ella porque era muy Hollywood”, dijo.
Con el paso de los años y la acumulación de películas en su historial de consumo, el escritor ya se permitía hacer evaluaciones sobre las actuaciones de quienes interpretaban a los personajes de sus historias favoritas. “Entre las actrices prefería a las cálidas, como la Garson y la Rogers; y entre los actores a los suaves como Tyrone Power y Robert Taylor”, describió.