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Una de las primeras estrellas de la televisión argentina

Pinky fue una de las conductoras más famosas de la pantalla chica de nuestro país. Una historia con muchas aristas desconocidas que desembocó en la política.

Interés General

03/08/2024 - 00:00hs

Lidia Satragno nació en San Justo el 11 de noviembre de 1935, en un hogar de escasos recursos económicos. Se inició como modelo, y llegó a la radio con el seudónimo que la acompañaría de por vida: Pinky . Su arribo a la televisión fue fruto de la casualidad. En el año 1956, acompañó a una amiga a una agencia de publicidad y le ofrecieron hacer un aviso filmado. La película con el aviso se quemó, y ella tuvo que decirlo en cámara. Por entonces trabajaba siete horas en la Municipalidad de La Matanza y cuatro en un establecimiento textil. Cuando entró a la televisión, renunció a ambos trabajos. Su vida había hecho un vuelco.

En 1958 una encuesta del Instituto Argentino de Opinión Pública la ungió la mujer del año. Vivía en un mínimo departamento de la calle Tucumán, entre Maipú y Esmeralda. Allí la fue a visitar Leopodo Torre Nilsson, para confiarle un papel en su película “La caída”, que terminarían protagonizando Elsa Daniel y Lautaro Murúa. Al año siguiente, ya se había mudado a un departamento de Avenida Libertador al 800.

Una noche se acostó como Lidia Satragno y se levantó Pinky. Se había vuelto una de las personas más conocidas de Buenos Aires. Bares, peluquerías, almacenes, perros, gastos, pasaron a llamarse Pinky. En 1959 una encuesta la consideró personalidad del año junto al entonces presidente Arturo Frondizi. Las revistas del corazón tenían alquilado su nombre por sus numerosos amoríos. Aunque Pinki decía que solo tenía una pareja: el periodista de espectáculos Emilio Ariño.

Comenzó a hacer mucho dinero como animadora, compró una fábrica de material plástico y una agencia de viajes. Conducía un programa junto a Bernardo Neustadt. Cuando fue como invitado el obispo de La Plata, Monseñor Plaza, le preguntó: “¿Va mucho público a su iglesia?”. El programa alcanzó uno de sus picos más altos de rating, cuando Pinki entrevistó a Juan Domingo Perón, en su residencia madrileña. Ante las críticas recibidas por los voceros de la dictadura militar de entonces, dijo: “Quería saber cómo pensaba. Yo tenía mucho interés en saber qué es lo que él llama justicialismo. Me sorprendió un poco. No esperaba encontrarlo tan joven. Vive en una buena casa”. Una empresa para la cual hacía avisos le rescindió el contrato.

Era hincha de San Lorenzo y le gustaba el box. Tenía su casa llena de plantes, y calmaba los nervios tejiendo. Estrenaba un traje cada dos días e iba a la peluquería día por medio. Dijo que en 1962, un flirt con Paul Newman, cuando fue invitado por el Festival de Cine de Mar del Plata. Hay una foto en que se ve a ambos sonrientes: él con traje y moño, ella con elegante traje marrón con transparencias. Se jactaba de que Newman habría dicho de ella: “es una intelectual”.

En 1962 cerraba la transmisión de Canal 9 con vaporosos camisones o inquietantes pijamas. El programa se titulaba “Buenas noches”, y era la contrapartida de un programa para niños que se llamaba “Buenos días, Pinky”. La televisión es la que le dio popularidad. Alguna vez confesó: “Creo que no existiría sin televisión”. Veinte años después conduciría –con Cacho Fontana- una de las transmisiones televisivas más polémicas: Las 24 horas de Malvinas. Un programa destinado a recaudar fondos para la guerra.

En la década del 60, en Canal 7 –durante un show de Lucho Gatica-, conocería al gran amor de su vida: Raúl Lavié. Estuvieron casados casi una década. La boda fue comidilla de diarios y revistas. Tuvieron dos hijos. Se convirtieron en una pareja emblemática del mundo del espectáculo. Aparentemente, la debilidad de él por las mujeres, fue la causa del desplome de la pareja.

En la última etapa de su vida, casi fue intendenta de La Matanza –los boca de urna la daban a ella como ganadora, pero finalmente resultó electo Alberto Balestrini- y ocupó una banca de diputada nacional por el Pro. Su llegada a la política fue fruto de su larga amistad con Rodolfo Terragno, a quien acompañó en todas sus campañas. Murió a los 87 años, en diciembre de 2022.

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