El agujero negro de la Aprevide

Política

16/05/2014 - 06:30hs

Ante el crecimiento de la violencia en el fútbol, en el primer semestre de 2002, se creó por decreto el CoProSeDe (Comité Provincial de Seguridad Deportiva).

El primer titular del organismo fue el comisario inspector retirado Mario Gallina, un exárbitro de futbol que ocupó el cargo hasta el 2007. Durante su gestión, que coincidió con León Carlos Arslanian como ministro, se reconocieron tres muertes relacionadas con el fútbol.

Con la llegada del sciolismo a la Provincia, Gallina fue pasado a retiro definitivo y asumió como titular del CoProSeDe Rubén Pérez, que hasta ese entones se desempeñaba como jefe de la División Seguridad en el Deporte de la Policía Bonaerense. Su gestión, que se extendió hasta 2012, estuvo rodeada de escándalos.

Uno de los hechos más graves ocurrió en el año 2009, cuando se lo acusó por "encubrimiento agravado" durante un enfrentamiento entre dos facciones de la barra brava de Estudiantes de La Plata en el Estadio Único.

Pérez había sido sobreseído en 2011 por la Sala III de la Cámara de Casación Penal de la provincia, pero la Suprema Corte bonaerense, en agosto de 2013, revocó el fallo. Pérez está imputado por haber adulterado un acta en la que se había acordado la libre circulación de los hinchas por el interior del estadio, luego de que las autoridades del equipo rival -Nacional de Montevideo- habían confirmado que no iban a asistir al encuentro.

Eso no es todo. El entonces titular del CoProSeDe también se vio salpicado por un enfrentamiento entre hinchas de Estudiantes que terminó con un sargento de la Policía Federal asesinado, frente a la estación de trenes.

Pese a los escándalos, Pérez logró mantenerse en el cargo durante cinco años ya que habría contado con el apoyo de Julio Grondona.

Cuando la situación se hizo insostenible,  Scioli dispuso la disolución del comité, que fue reemplazado por la Agencia de Prevención de Violencia en el Deporte (APreViDe). El organismo pasó a ser conducido por un civil: Luis Alberto Morales, que se desempeñaba como director provincial de Formación y Capacitación de la Policía bonaerense.

Morales es un abogado, oriundo de Merlo, donde fue titular del Consejo de Seguridad del municipio gobernado por Raúl “El Vasco” Othacehé, uno de los denominados barones del Conurbano. La APreViDe, además, pasó a depender de la Secretaría de Deportes, que conduce Alejandro Rodríguez.

La experiencia de Morales no duró mucho. En junio de 2013  dio un paso al costado y asumió como jefe de gabinete del ministerio de Justicia, siendo reemplazado por Oscar Boccalandro.

Antes de llegar a ese cargo, Boccalandro había sido presidente de la Asociación de Clubes de la Liga Argentina de Voleibol (ACLAV). Su única experiencia en la materia había sido la de ser coordinador de veedores de cancha en la Subsef (la agencia de Seguridad en el Fútbol de Nación), cuando la dirigía Pablo Paladino, uno de los principales responsables del programa Fútbol Para Todos.

Tras varios escándalos, el experto en vóley también tuvo que dar un paso al costado, siendo reemplazado por Roberto Laino, que viene de ser secretario de Seguridad en Ezeiza.

La institucionalización de los barras

Este año, en febrero, murió un barra de Tigre, que había resultado herido durante un enfrentamiento entre sectores internos de la hinchada.

El año pasado, la violencia en el fútbol se cobró once vidas, con el agravante de que desde junio para acá los partidos de fútbol se jugaron sin hinchadas visitantes.

La exclusiva presencia de hinchas locales en las canchas no resultó un freno para el accionar de los barras, que volvieron a ser protagonistas no deseados por peleas internas por los negocios o por ataques ocurridos lejos de los estadios.

Desde que el futbol es profesional en nuestro país, se contabilizan más de 280 muertes relacionadas con la violencia deportiva. El flagelo se profundizó en los ´90 y creció en la mal llamada década ganada, cuando los barras se institucionalizaron. Es decir, dejaron de ser solo “una fuerza de choque” de sectores políticos que conducen los clubes, para ser partícipes directos del negocio, llegando al extremo de manejar pases de jugadores.

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