El Gobierno intenta desmarcarse de Lamelas sin incomodar a Washington

Mientras crece el repudio a las declaraciones de Peter Lamelas, el oficialismo ensaya un tibio distanciamiento sin poner en riesgo su alineamiento exterior.

Política

25/07/2025 - 00:00hs

El Gobierno nacional optó por mirar para otro lado frente a las polémicas declaraciones del designado embajador de Estados Unidos en Argentina, Peter Lamelas. En lugar de condenar sus dichos, el vocero presidencial Manuel Adorni le restó importancia a lo que fue, a todas luces, una injerencia directa en los asuntos internos del país.

“No tenemos nada para decir, es su opinión”, lanzó Adorni en su habitual conferencia de prensa, cuando fue consultado sobre el tenor intervencionista del enviado de Donald Trump, quien declaró ante el Congreso estadounidense que su tarea en Argentina incluiría vigilar a los gobernadores, frenar acuerdos con China, apoyar al oficialismo en las elecciones y asegurar que Cristina Fernández de Kirchner “reciba la justicia que merece”.

A falta de un rechazo formal, Adorni apeló a un tecnicismo: “No es embajador, por lo tanto no podemos aseverar que se entromete o no en la política interna”. Así, el Gobierno buscó despegarse de las declaraciones sin incomodar a Washington, ni a la administración Trump, en plena reconstrucción del vínculo bilateral.

Una alianza que impone su propio orden

Lamelas no sólo se arrogó el derecho de intervenir en las relaciones de las provincias argentinas con potencias extranjeras, sino que también se lanzó contra la expresidenta Cristina Kirchner. Aun así, desde la Casa Rosada prefirieron minimizar el impacto político del caso y evitar todo conflicto con el país del norte.

Lejos de desmentir o cuestionar las afirmaciones del designado embajador, Adorni se limitó a decir: “Lo que dijo, corre por cuenta de él”. No hubo repudio ni aclaración oficial por parte del Gobierno, y tampoco se informó sobre gestiones diplomáticas ante Estados Unidos.

En un fallido intento por relativizar los dichos de Lamelas, el Gobierno pareció más preocupado por no irritar a su socio externo que por defender la soberanía institucional argentina.

La hoja de ruta de la Casa Blanca

En medio de ese silencio oficial, Lamelas dejó clara su hoja de ruta: controlar los vínculos con China, monitorear a los gobernadores, intervenir en procesos judiciales locales y actuar como garante político de la reelección de Milei. Todo con un lenguaje que se aleja de la diplomacia contemporánea.

A pesar de que el propio Adorni reconoció que “la autonomía de las provincias es constitucional”, no hubo reparos sobre el hecho de que un futuro embajador estadounidense haya afirmado que su tarea será "eliminar la corrupción de los chinos" en las provincias argentinas.

En otro tramo de la conferencia, el portavoz intentó calmar las aguas asegurando que las declaraciones de Lamelas “no interfieren en la relación con China”. “Es la opinión de él, que todavía no es embajador”, señaló.

La estrategia del Gobierno fue clara: desentenderse, relativizar, despegarse. Pero en su afán por no incomodar a los aliados externos, terminó dejando sin defensa institucional al país.

En nombre de una supuesta apertura global, la diplomacia libertaria parece dispuesta a tolerar lo intolerable.

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