Garrahan: el Gobierno volvió a ausentarse
Continúa sin haber respuesta oficial al reclamo salarial de los trabajadores.
En mayo, el IPC fue del 1,5%, el registro mensual más bajo desde enero de 2022. Sin embargo, la desaceleración no se traduce en alivio: la canasta básica sigue siendo inaccesible para millones.
13/06/2025 - 00:00hs
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) difundido por el Indec arrojó en mayo un incremento del 1,5%, el valor más bajo en más de tres años. A nivel interanual, la inflación alcanzó el 43,54%, y acumula 13,5% en lo que va del año. Esta marcada desaceleración se explica por caídas en rubros clave como alimentos y bebidas no alcohólicas (0,5%) y transporte (0,4%).
El dato positivo convive con un consumo deprimido y una fuerte pérdida del poder adquisitivo. Las divisiones con mayores aumentos fueron comunicación (4,1%) y restaurantes y hoteles (3,0%), mientras que el rubro alimentos apenas subió, afectado por la caída del consumo y la estabilidad en algunos precios regulados.
El Gobierno celebra el dato como un éxito de su política de “ancla fiscal” y restricción monetaria. Sin embargo, especialistas advierten que esta baja en la inflación no es sinónimo de recuperación. “La recesión explica buena parte del freno, pero no soluciona los problemas estructurales”, sostuvieron.
Mientras se desacelera la suba de precios, el ingreso promedio no logra recomponerse. Y aunque los aumentos mensuales sean menores, los niveles alcanzados en los últimos meses siguen impactando con fuerza en el costo de vida.
Una familia tipo necesitó $1.110.624 para no ser pobre
El mismo informe del Indec reveló que en mayo una familia tipo necesitó $1.110.624 para no ser pobre. La canasta básica total subió apenas 0,1% respecto a abril, pero en comparación interanual trepó un 30,5%. La canasta alimentaria, que define la línea de indigencia, bajó 0,4%, aunque acumula un alza del 29,3% en los últimos 12 meses.
La brecha entre ingresos y necesidades básicas se sigue ampliando. En hogares de cinco integrantes, el costo de no caer en la pobreza superó los $1,1 millones, mientras la mayoría de los salarios aún está lejos de ese piso.
El contraste entre los indicadores técnicos y la realidad cotidiana es cada vez más evidente. Mientras el oficialismo celebra la baja de la inflación como un síntoma de “normalización económica”, millones de familias ajustan su consumo al extremo, postergan compras básicas y dependen de ayudas informales o comunitarias para llegar a fin de mes.