Mauricio Macri reavivó las tensiones entre el PRO y el Gobierno al denunciar un “destrato permanente” hacia su partido. En paralelo, desde la Casa Rosada acusan al expresidente de maniobras que favorecieron al kirchnerismo, agravando una grieta que parece irreconciliable.
En el cierre del Consejo Nacional del PRO, Macri se mostró crítico con la gestión de Javier Milei pero reivindicó el rol de su espacio político en un contexto de crisis. “Nunca en la historia un partido de oposición hizo tanto por el oficialismo”, sostuvo en el evento en el Hotel Abasto. Pese a calificar de “descomunal” el trabajo del bloque opositor, el expresidente cuestionó el trato recibido: “Lo hicimos aun sorprendidos por el destrato casi permanente del Gobierno hacia el PRO y sus aportes”.
Desde el oficialismo, sin embargo, el tono fue otro. La destitución del senador Edgardo Kueider, atribuida a presiones judiciales y políticas, desató una tormenta en Balcarce 50. Funcionarios cercanos a Javier Milei no ocultaron su enojo y apuntaron contra Macri como pieza clave en la jugada que permitió que la camporista Stefanía Cora ocupe el lugar vacante en el Senado, devolviendo fuerza al bloque kirchnerista. “El PRO prefirió regalarle una banca al kirchnerismo en vez de dejar una silla vacía”, acusaron desde Casa Rosada.
El enojo se intensificó con la revelación de que Luis Juez habría articulado acciones para garantizar el desafuero de Kueider, siguiendo una línea que comenzó con el pedido de la jueza Sandra Arroyo Salgado. Fuentes del gobierno sostienen que Macri, mediante estas operaciones, pone en jaque las bases republicanas que dice defender. El contrapunto entre el PRO y La Libertad Avanza también quedó expuesto con la negativa de los libertarios a apoyar el pedido de destitución de otros senadores, como Oscar Parrilli.
En este clima de desconfianza, desde el oficialismo advierten sobre posibles represalias. Entre ellas, la confección de una lista con legisladores opositores procesados para pedir su desafuero. Aunque la propuesta aún está en discusión, la amenaza deja en claro que la batalla política recién comienza.
Mientras Macri proyecta un futuro con “más república” y “más cambios”, en el Gobierno señalan su presunta doble vara para juzgar las reglas del juego. La ruptura parece cada vez más cerca, con ambos lados dispuestos a jugar sus cartas sin concesiones y en la previa a una elección que promete bastante tela para cortar.