A tres años del crimen de Emanuel Salas: “Mi hijo amaba ser policía, todavía lo siento vivo”

Trama Urbana

15/01/2017 - 08:00hs

La madre del joven agente, que fue asesinado en un robo a un bar cuando estaba de franco, habló en exclusiva con este medio y adelantó que el juicio comenzará en unos meses. Por el caso hay cuatro sujetos imputados  

Mercedes es la madre de Emanuel Salas (29), un policía que hace tres años fue asesinado a balazos por una banda de delincuentes que asaltó un bar de Tolosa, en el preciso momento en que el efectivo cenaba en su día de franco (ver recuadro). En las semanas previas al hecho, Mercedes recuerda que su hijo actuó de una forma extraña. “Nosotros somos creyentes en Dios y, luego, lo leímos como una señal del destino. Emanuel era tímido con las imágenes, pero antes de morir se empezó a sacar muchas fotos. Y hay una en la que está en un patrullero saludando a cámara. Nos decía que si le llegaba a pasar algo, él iba a seguir con nosotros, saludándonos todos los días”, dice, mientras muestra la foto y se emociona detrás de unos anteojos negros. 

Los familiares de Salas visitaron la redacción y, en diálogo exclusivo con Trama Urbana, adelantaron que el juicio oral por el homicidio comenzaría en octubre de este año. La Justicia procesó a cuatro personas: Carlos Bora, Axel Fernández, el taxista Diego Pérez y un menor de 17 años, que en la actualidad ya es mayor de edad. A todos los imputó por el delito de “robo agravado por el uso de armas, en poblado y en banda, en concurso real con homicidio agravado por resultar la víctima un miembro de las fuerzas de seguridad y para lograr la impunidad (criminis causa)”. Esa figura legal establece una pena de reclusión perpetua.

Acompañada por sus hijos Salomé, Elías y Ezequiel, la mujer contó que a Emanuel lo recuerdan todos los días en su casa de Ensenada. “Lo sigo sintiendo vivo, hasta duermo en su habitación. Cuando me dieron la noticia en el hospital, lo quise resucitar. Él sigue estando acá con nosotros”. 

—¿Qué opinan de la investigación judicial?, ¿están conformes? 

—Hubo algunas demoras y el fiscal no nos comunicó nunca los avances. Nos enteramos de la fecha del juicio por otro lado. No tenemos la certeza de que todos los imputados estén presos, al parecer hay uno que ahora está suelto, tuvimos un problema con nuestros abogados. Hasta en eso nos sentimos estafados.

—¿Qué pasó?

—Se aprovecharon de nuestra buena fe, somos una familia humilde, nos ha costado pagar un abogado que cobró por anticipado pero nunca cumplió. Y ahora estamos buscando un reemplazo. De todas maneras, hemos aprendido en todo este tiempo a manejarnos con la causa. Podríamos trabajar al lado de un abogado con el conocimiento que adquirimos en leyes. 

—¿Cuánto tiempo hacía que Emanuel estaba en la fuerza?

—Había entrado en 2012. Hizo muchos sacrificios para entrar en la Vucetich. A veces trabajaba de otra cosa y se iba sin dormir para cumplir con los entrenamientos. Fue remisero, repartidor de pizzas y hasta parrillero en un puesto de comidas en El Bosque. Él buscaba un trabajo fijo, en blanco. Nosotros no pudimos ayudarlo en la carrera, y cuando se recibió, con el sueldo de policía nos daba una mano muy grande, porque mi marido estaba desempleado. Él se había comprado una moto con el primer sueldo y parecía un nene con su juguete favorito. 

—Entonces lo mataron cuando recién estaba en sus primeros años de carrera…

—Sí, no sabemos por qué pudieron ensañarse así con él, era muy bueno. En la comisaría Primera de Ensenada ya hicieron todos los trámites para rendirle homenaje. La idea es que esa seccional lleve el nombre de Emanuel, poner una placa en la puerta. Sus compañeros lo recuerdan siempre de buen humor, con una sonrisa, tal cual como era en casa. Él era generoso, pensaba más en el prójimo que en él mismo. Eso fue lo que le pasó. 

—¿En qué sentido lo dice?

—Mi hijo decía que un policía, por más que estuviera de franco, si veía una situación de delito no podía esconderse. Cuando vio que los delincuentes entraron al bar, no pudo quedarse indiferente y sacó su arma, para cuidar a los demás. A su jefa una vez la había salvado de un robo, había seguido a los delincuentes con su patrullero, jugándose la vida. Él se ganó el honor ante los hombres y ante Dios. Nos dejó un gran vacío. Una de mis hijas está con ayuda psicológica. Mis otros dos hijos empezaron a trabajar en la parte administrativa de la Policía. Y yo estoy encaminada hacia un tratamiento, pero por ahora no puedo. 

—¿Qué exige?

—Nosotros sabemos dónde vive cada uno de los asesinos. Pero no queremos justicia por mano propia, sólo Dios tiene esa potestad. Queremos que no haya impunidad y exista una condena ejemplar. Nuestra expectativa es que les den cadena perpetua. Nos dijeron que el juicio comienza entre septiembre y octubre. Las leyes están escritas, esperemos que se cumplan. Y si no, tenemos la esperanza de que, como dice la Biblia, se va a dar la Justicia verdadera, que es la divina.  

Una ejecución a quemarropa 

El 15 de enero de 2014 Emanuel cenaba en el resto-bar Warhol, ubicado en el cruce de las calles 3 y 530. Fue entonces cuando un grupo de jóvenes armados irrumpieron y asaltaron a los comensales. 

Frente al ingreso de los delincuentes, se identificó como policía y dio la voz de alto, que fue desoída por los ladrones, y abrieron fuego contra él. Si bien Salas estaba de franco del servicio, tenía bajo sus ropas un chaleco antibalas. La prenda no logró protegerlo y uno de los proyectiles ingresó por una de sus axilas. 

Los delincuentes huyeron en un taxi, que los esperaba en la esquina. Cubrieron su fuga con una cortina de disparos. 

Emanuel fue derivado a un hospital de la zona. Murió horas más tarde, por la gravedad de sus heridas.

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