China: el gigante que no para de devaluar

Los mercados del mundo sienten los efectos de la creciente depreciación del yuan, que el país asiático impulsa para reforzar sus exportaciones. En Argentina puede tener consecuencias nocivas, producto de la improvisada y dependiente economía K  

La Argentina kirchnerista es un país niño, sin autonomía, incapaz de caminar si no es de la mano de alguien.

Sin una política económica consistente (que enfrente temas como la recesión o la inflación), el ministro Axel Kicillof, ordenado por Cristina Kirchner, ata el destino de los argentinos a los designios de sus socios comerciales, necesarios en un mundo globalizado como el actual pero nocivos cuando un gobierno decide librarse al azar de la dependencia absoluta.

Esa sujeción a las economías del mundo que practica el país se manifiesta de un extremo al otro del planeta: desde Brasil (que acelera la devaluación del real) a China.

El grillete chino

El gigante asiático, segundo socio comercial y gran prestamista de Argentina, hace tiempo que recibe coletazos de la crisis económica internacional y ayer continuó -por tercer día consecutivo- con la depreciación del yuan por tercer día consecutivo, al devaluar su moneda frente al dólar con una reducción de más del 1% de la tasa de referencia. Así, el dólar quedó a 6,39 yuanes y la devaluación acumulada llegó al 3,2%, como un intento por mantener la competitividad de la producción y sostener la inserción internacional como productor y exportador, en un momento en que la economía china -la segunda más grande del mundo- sufre la mayor desaceleración en casi un cuarto de siglo.

Aunque la nación asiática haya afirmado que el ajuste “concluyó”, la incertidumbre mundial continúa, y sacude a los mercados bursátiles y de materias primas, ante el temor de que haya un impacto para las economías dependientes. Ese miedo atraviesa el Pacífico y llega a nuestras pampas.

La dependencia

“Argentina depende de las decisiones de otros, y por eso esta decisión china nos impacta: tanto por el lado comercial, porque nuestro país vende a Pekín; afecta por el lado de las inversiones orientales; y también en el aspecto financiero, porque China es un prestamista importante del país, pero en cuanto se profundicen las dificultades, ya no podrá prestarnos más”, advirtió a Hoy, el profesor en la UBA y la Universidad Nacional de Rosario, Dr. Julio Gambina.

Sucede que el 25% de las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) se alimenta mediante el sistema de conversión de monedas (swap) con el país asiático, y ayer, los recursos internacionales del Banco Central cayeron 59 millones de dólares a 33.627 millones, con lo que acumularon una merma de 210 millones desde el martes, cuando el gobierno chino inició la devaluación de su moneda.

Pragmatismo puro, ante la apreciación del dólar y la caída en los precios de las commodities, los socios comerciales de Argentina tienden a  devaluar sus monedas, para colocar su producción, es decir, compran menos y venden más. Fluctuaciones de la macroeconomía que el gobierno argentino contempla, con un déficit comercial que, sólo con China, en 2014 superó los 6.000 millones de dólares.

País niño el nuestro, pero también desconcertado y resignado, atado a cadenas externas como el preso que arrastra un pesado grillete. Por eso, impera “poner en discusión el modelo productivo y de inserción argentina en el mundo; no podemos seguir esperando a ver si China devalúa o no. Es necesario que Argentina modifique esta dependencia, tanto de importaciones como de exportaciones”, sugirió Gambina.

“Estos cachetazos internacionales complican aún más la economía del país”

Claudio Lozano*
Especial para Hoy

China es un actor que garantiza capacidad financiera, compromiso de inversiones y relaciones comerciales. Su creciente devaluación reduce el valor en términos de dólares de los préstamos en yuanes que tiene el Banco Central argentino para dibujar sus reservas; abarata los productos chinos que ingresan y que, en muchos casos, implican el desplazamiento de la producción local; y encarece la colocación de producción argentina en el mercado chino.

Obviamente, la devaluación también debilita las inversiones que China tiene comprometidas en Argentina, por lo que desde todo punto de vista es un efecto negativo que se le agrega a los múltiples que ya tenemos.

Ya no hay vientos de cola, todos son cachetazos que complican las condiciones para la política económica de nuestro país.

Al ser un país dependiente de divisas; en un contexto en el que las reservas netas están en no más de 12 mil millones de dólares; tras un primer semestre con saldo comercial negativo, la devaluación china tiene un efecto profundo para Argentina.

Por todo esto, urge replantear la relación con los actores que proveen de divisas al país y que definen la lógica con la que funciona la estructura económica local. La Argentina tiene que encarar el control sobre la oferta de dólares y la administración del uso de las divisas para reconstruir un perfil productivo industrial que ahorre dólares. De lo contrario, la estrategia de relanzar el crecimiento con el esquema productivo actual exige que el país tenga que incurrir en niveles de mayor endeudamiento que, a la postre, agravan mucho más la situación.

* Economista y diputado nacional