Cristina: de mal en peor
EN FOCO
La presidenta Cristina Kirchner, ayer, volvió a usar la cadena nacional para deslindar responsabilidades por la crisis que generó su propio gobierno. Agitó fantasmas hablando de supuestos intentos de desestabilización, utilizando para ello declaraciones del economista Miguel Bein, y machacó contra ciertos hipermercados y empresas, a los que culpó por los aumentos de precios. Todo esto lo hizo sin mencionar la palabra inflación, que es el principal problema que hoy por hoy tiene la económica argentina y que es el resultado del conjunto de de-saguisados que viene cometiendo el kirchnerismo en los últimos años.
Si algo faltaba para completar los delirios conspirativos que pululan por la Casa Rosada, se encargó de instalarlo ayer la propia presidenta cuando acusó a los medios de comunicación de "hacerles el juego" a los que supuestamente están detrás de la “desestabilización”. Obviamente, no aportó ninguna prueba, ni siquiera un nombre propio de quienes serian los que, supuestamente, quieren voltear a su gobierno.
En esa dirección, la primera mandataria recordó que la UCR "también sufrió desestabilizaciones y los denominados golpes de mercado, que yo digo que son los golpes de los vivos", y le pidió a sus dirigentes que, pese a las diferencias, "no podemos no estar en desacuerdo en una cosa, que es en defender el interés de los 45 millones de argentinos contra los especuladores, agiotistas".
Evidentemente, la estrategia del gobierno K pasa por ponerse en el rol de víctima. Y, en ese sentido, se vale de todos los medios que encuentra, sin importar la seriedad. Por eso, ayer se agarró de unas declaraciones realizadas por Bein, en una entrevista radial, que había hablado de supuestas maniobras del mercado para "hacer volar al Gobierno por los aires".
Según CFK, el economista en cuestión está vinculado con la UCR ya que fue funcionario de Raúl Alfonsín y del gobierno de la Alianza. Se quedó en el tiempo: Bein actualmente forma parte del oficialismo, siendo asesor del gobierno bonaerense.
Resulta por demás llamativo que la Presidenta considere, como lo hizo ayer, que hablar de un dólar a 20 pesos en un futuro cercano, es un acto destituyente, argumentando que supuestamente la verde divisa viene cayendo. Evidentemente, CKFK ni siquiera está informada: ayer, la moneda norteamericana, volvió a dispararse en el mercado informal, que es el único al que tiene acceso la mayoría de la ciudadanía que se ve impedida de comprar dólares a precio oficial por el denominado cepo cambiario (ver Se disparó el dólar paralelo y sacudió el mercado). Una vez más, la variación del dólar fue una respuesta a la incertidumbre reinante en la sociedad ante el rumbo económico del país.
La Presidenta también volvió a defender el programa de Precios Cuidados y pidió "que los argentinos defiendan su bolsillo". Fue toda una definición. Para CFK, son los ciudadanos los que tienen que encontrar soluciones ante la inflación, y no el equipo de ineptos que la rodean, con el ministro Axel Kicillof a la cabeza.
La presidenta advirtió: "Hay que cuidarse de los formadores de precios y toda la cadena de distribución y mayoreo". Y acusó a empresarios por el incremento del precio de la yerba. Afirmó que "están especulando" porque "no hay nada más argentino que la yerba". "Mienten", aseguró la mandataria y se preguntó "¿cuál es el motivo para que aumente la yerba? Esto se llama especulación, lisa y llana".
No ver la realidad
Evidentemente, hay una decisión del gobierno de no querer ver la realidad. Lo que sucede con la yerba y con otras mercaderías es una consecuencia de la crisis de las economías regionales, que están con la soga al cuello, producto de las políticas que ha adoptado este gobierno que ha llevado a que la Argentina, de ser considerada el granero del mundo, pasara a ser un país sin carne, sin leche y sin trigo. De hecho, ayer, los tamberos realizaron un dramático pedido de ayuda (ver aparte).
Cuando un producto escasea se produce un problema de oferta y ello se traslada a los precios, que tienden a subir. Son las reglas básicas de cualquier sistema económico capitalista que, evidentemente, no termina de entender el neomarxista Kicillof y el conjunto de aplaudidores que rodean a la Presidenta.
Asimismo, patalear contra los monopolios comerciales, cuando este gobierno hace más de 10 años que está en el poder, constituye un verdadero absurdo ya que ni Néstor ni Cristina hicieron absolutamente nada para que, actualmente, una sola empresa concentre gran parte de la producción de cemento; una sola firma produzca el aluminio y solamente dos compañías fijen el precio de la leche.
Sería positivo que, en lugar de ser una relatora de los problemas, Cristina se dedique a trabajar de presidenta y se encargue de solucionar aunque sea algunos de los tantos desastres económicos que ocasionó su gobierno.