Créditos hipotecarios inaccesibles

La casa propia, un sueño muy, muy lejano

Según un estudio privado, menos de uno de cada 100 empleados registrados puede acceder a un crédito hipotecario para comprar una vivienda. La situación es más traumática para quienes están fuera del sistema laboral, que ni siquiera llegan a alquilar. La inflación y el debilitado poder adquisitivo, entre las principales causas

Cada vez más, el sueño de la casa propia está en un horizonte imposible de alcanzar. Cuanto más lo soñamos, más se aleja. A tal punto que menos de uno de cada 100 empleados en relación de dependencia puede acceder a un crédito hipotecario y en la mitad de las provincias del país, una familia tiene que reunir entre seis y siete años de sueldos para poder adquirir una vivienda (usada).

Así se desprende de un estudio publicado por la consultora Reporte Inmobiliario, que comparó el salario de los trabajadores registrados (según el Indec) con el valor de las propiedades en las 24 jurisdicciones argentinas. El resultado arrojó que sólo un 0,8 % (52 mil) del total de empleados registrados privados califica a un crédito para comprar un departamento básico y la relación más desfavorable (entre precio y poder de compra) se da en la provincia de Buenos Aires, ya que para alcanzar una propiedad de 40 m2 –valuada en unos $ 1.018.880- el comprador debe destinar 6,5 años de ingresos. Así, si se toma como referencia un sueldo promedio de $ 12.985, el poder de compra se reduce a apenas 0,51 m2.
 
Para el economista y diputado nacional por Unidad Popular, Claudio Lozano, “hoy se hace difícil acceder a una vivienda propia porque la relación entre el m2 y la evolución del salario, en lugar de achicarse, se amplió. El m2 sube por ascensor, mientras que el sueldo real lo hace por escalera”, le dijo a Hoy, y agregó que en esta larga década K “no ha habido una política de vivienda para garantizar el hábitat de todos los argentinos; la construcción, sobre todo, ha privilegiado la casa residencial para los sectores de mayores ingresos o como alternativa a la inversión financiera, lo que hace que las propiedades se valoricen en dólares y crezcan de manera significativa, al ritmo de la inflación”.

El Procrear: una aguja en un pajar

Si se tiene en cuenta que el déficit habitacional afecta al 20,5 % de las familias argentinas y que, como concluyó un reciente informe realizado por la Universidad Católica Argentina (UCA), se necesitan unas 3 millones de viviendas para resolver la problemática, planes estatales como el Procrear no son más que “una aguja en un pajar. Este programa entregó menos de cien mil viviendas y recién se aplica desde mediados de 2012, lo que quiere decir que, hasta entonces, el kirchnerismo no había tomado nota de esta crisis”, señaló Lozano.

Los más castigados

La casa propia está vedada, por ejemplo, a las parejas de jóvenes, que a veces ni siquiera reúnen el dinero o las garantías necesarias para alquilar, ni mucho menos comprar. “Hay un doble problema: primero, el ingreso promedio de los trabajadores está en el orden de los $ 6500 y se transforma en $ 8500 para los asalariados registrados; pero el 50% de la población se halla fuera del circuito formal, entre desocupados y no registrados; otra mitad gana menos de $ 6500 y para acceder a un crédito, el beneficiario debe declarar entre 15 y 20 mil pesos mínimos en blanco. Como se ve, son muy pocos los que llegan”, apuntó el economista consultado por nuestro diario.

Así, con la casa propia como un imposible y cuando hasta el alquiler pertenece al terreno de la ilusión, “la gente no tiene más alternativa que trasladarse a las villas. No es casualidad que en esta larga década, en la que hubo una explosión inmobiliaria, haya crecido la cantidad de personas en las villas. Por esto, es necesario que el próximo gobierno garantice la producción de viviendas sociales, acompañada por un sistema de créditos que faciliten su acceso”, concluyó Lozano.

Para unos pocos

Según el informe de Reporte Inmobiliario, es minúscula la cantidad de trabajadores que califican para un crédito a 20 años del Banco Nación, para la financiación del 75% del valor de compra de una vivienda valuada en US$ 70.000 (al precio del mercado paralelo); financiados, serían 36 mil pesos por mes. De acuerdo a la consultora, los empleados registrados en el pago chico de Cristina Kirchner, Santa Cruz, encabezan el ránking de provincias con mejor poder de compra inmobiliario y de ellos, el personal de la industria del petróleo, gas, carbón y uranio y de transporte por ductos, son los únicos que cuentan con capacidad de endeudamiento para acceder a un préstamo.

“Hay que bajar la inflación y recrear el mercado de créditos”

Por Jorge Colina (Economista. Jefe de Investigaciones de IDESA)
Especial para Hoy

En sus doce años de gobierno, el kirchnerismo no solucionó la salida traumática del 2002. En aquella época, se pesificaron compulsivamente los préstamos hipotecarios y nunca se restableció el sistema de créditos.

Otro punto importante para analizar la crisis habitacional es la alta inflación, que vuelve al país económicamente imprevisible. Por esto no hay préstamos a largo plazo, y entonces se hace muy difícil para una familia de clase media o clase media baja poder afrontar la cuota de una casa.

Los préstamos que hay son a corto plazo y las cuotas son muy elevadas. Si hubiera un mercado hipotecario y no hubiese inflación, los plazos serían más largos, las cuotas más bajas y las familias podrían calificar para acceder a su vivienda.

Por otro lado, si bien se han lanzado programas como el Procrear, no alcanza para terminar con el problema de la crisis habitacional. Se necesitan soluciones institucionales que alcancen a todas las personas.

Será tarea del próximo gobierno bajar la tasa de inflación y recrear el mercado de créditos hipotecarios.